Foto: luoman.
La más significativa retirada de influencia global jamás registrada en la historia
Desde 1453 con la caída de Constantinopla, la primera mitad del siglo XX ha sido el más demoledor cataclismo para el destino de Europa. Las naciones europeas dejaron de ser potencias globales, provocando la más significativa retirada de influencia global jamás registrada en la historia.
Europa, después de las dos guerras mundiales, empezó a renegar de la utilidad de la fuerza como mecanismo para contribuir a la resolución de conflictos y no por casualidad. En treinta años el continente se desangró y quedó roto, dividido y desposeído de su capacidad de comprender el sentido del sufrimiento originado por el acontecer histórico. La modernidad europea confió que la historia podía concebirse como una evolución progresiva, capaz de gestionar el problema del mal. La realidad había demostrado todo lo contrario.
Las dos guerras mundiales y la posterior guerra fría impusieron a los europeos experiencias terroríficas que se han gravado profundamente en su memoria colectiva. Estas vivencias pasadas son fundamentales para entender la identidad de la Europa de hoy, de la que surge su cultura estratégica.
La actual transformación del papel asumido por los Estados Unidos puede impulsar una remodelación de la percepción Europea del poder y de su empleo. El desenganche norteamericano en el continente impone un replanteamiento de la seguridad y defensa de la Unión Europea pero también de su actitud. Es más que posible que Europa actuando conjuntamente tenga ahora los recursos latentes necesarios para manejar sola sus relaciones con Rusia pero no todavía la voluntad de reunirlos y coordinarlos.
Los cambios serán lentos. La cultura estratégica está asentada en un integrado sistema simbólico que establece a largo plazo las líneas de acción preferentes, imponiéndose una especie de inercia poco receptiva a las contingencias específicas de cada situación.
Por no tratar directamente de la política de defensa, en la que los países de la UE invierten cuatro veces más que Rusia, se podría ilustrar la situación tomando como ejemplo el proyecto de gaseoducto “Nord Stream 2”, propiedad de Gazprom, que une directamente Rusia con Alemania. La defensa alemana del proyecto ha generado en la Unión Europea importantes desavenencias. La Comisión Europea siente que estas nuevas instalaciones amenazan la unión energética del bloque Europeo. Además, la cuestión arrastra importantes efectos geopolíticos. Desconectar los intereses de garantía de suministro a precios razonables de los distintos países de la Unión supone debilitar la fuerza negociadora del conjunto con Rusia. Por otra parte, la fuerza de los vínculos de seguridad con los países del este se debilita, en tanto que Rusia puede negociar directamente con Alemania la venta de gas, eludiendo el paso por el territorio de Polonia, Ucrania, Rumanía y en general de los países del este de Europa.
Estados Unidos la nación indispensable
Los norteamericanos y los europeos hasta ahora aceptaban como complementarias la voluntad de demandar seguridad de un lado del Atlántico y la voluntad de ofrecerla desde el otro. El vínculo de seguridad trasatlántico permitía a las dos partes sentirse cómodas asumiendo su papel. Para Europa reconocer a los Estados Unidos como única potencia mundial, capaz de garantizar la estabilidad en un marco institucional internacional, resultaba hasta ahora cómodo. Europa se ha acostumbrado fácilmente a una psicología de dependencia.
Hasta ahora, también los europeos identificaban sin excesivos problemas a los Estados Unidos como la nación indispensable. La Frustración europea provocada por la guerra en los Balcanes en la década de los años 90 del pasado siglo, especialmente después de la guerra en Kosovo, puso las bases de la futura Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) de la Unión Europea. Europa no supo o no quiso afrontar y resolver unida los conflictos de los Balcanes. Fue necesaria otra vez la intervención de los Estados Unidos para poner fin a una nueva experiencia de violencia genocida en el continente.
No obstante, la PCSD hasta ahora ha fallado. Las crisis de Georgia (2008), Libia (2011), Siria y Ucrania (2014) en la periferia de la Unión han puesto en evidencia las graves limitaciones de los países europeos para asumir el control de su seguridad y defensa. La evolución del escenario estratégico ha seguido un ritmo mucho más rápido que el adoptado para desarrollar la PCSD. Hoy no podemos decir que la UE es menos dependiente de los Estados Unidos y la OTAN de lo que era a final del siglo XX.
Posiblemente el lento ritmo de integración de la seguridad y la defensa europea no se pueda entender sin el efecto que, durante décadas, ha generado la garantía de seguridad norteamericana. La presencia en su día masiva de capacidades militares norteamericanas ha alimentado, más allá de lo conveniente, una cómoda y barata psicología de dependencia.
Tradicionalmente los Estados Unidos se han opuesto al desarrollo de una seguridad y defensa europea autónoma de la OTAN. No obstante, El presidente Obama puso las bases de un giro estratégico, pivotando hacia Asía, modificando la visión norteamericana respecto a la autonomía de los países Europeos. El suave giro de la administración Obama ha terminado recolocando a la Unión Europea delante de una nueva realidad. La posición del presidente Trump respecto a la OTAN y el Brexit son efectos imprevistos de un desplazamiento anunciado mucho antes, que empezó a manifestarse con claridad con la invasión de Irak en 2003. En cualquier caso, hoy es evidente que vivimos un claro punto de inflexión, que alimenta la necesidad de acelerar la integración de la defensa europea más de lo previsto.
Un honesto realismo guiado por los resultados, no por la ideología. (ESN 2017)
Durante la campaña electoral a la presidencia de los Estados Unidos de 2016, el partido demócrata siguió utilizando la idea de la nación indispensable. La candidata demócrata Hillary Clinton insistía en destacar que “somos la nación indispensable. Todo el mundo nos mira y siguen nuestro liderazgo”. El presidente Obama en la misma línea dijo: “Somos realmente la nación indispensable, América no es solo una gran nación por ser poderosa sino porque nuestros valores e ideas realmente importan”.[1] Esta idea de nación indispensable ha sido durante 70 años uno de los elementos esenciales de la autopercepción de los Estados Unidos, tanto por parte de los demócratas como de los republicanos. Sin embargo, la política exterior que se deriva del «América First» se sobrepone a esta idea.
Los norteamericanos entienden que sus principios fundacionales han convertido a su país en una de las más importantes fuerzas del bien de la historia pero algunos están convencidos de que ha sido en ocasiones a consta de su propio interés. Cuando muchos norteamericanos perciben que los intereses de la humanidad pueden poner en peligro sus propios intereses se puede esperar que muchos decidan tomar cierta distancia del mundo. El libre comercio puede ser demasiado caro, sobre todo si el peso de la carga descapitaliza a los Estados Unidos arruinando sus hasta ahora ventajas competitivas, afectando la prosperidad norteamericana y la sostenibilidad de sectores económicos generadores de empleo.
La Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de los Estados Unidos de 2017, en su primer párrafo, dice que se fundamenta en un honesto realismo guiado por los resultados, no por la ideología. Esta posición realista obliga a actuar para recobrar la confianza pérdida y la ventaja en áreas claves con un enfoque basado en el análisis de costes, riesgos y beneficios desligado de apriorismos y posiciones dogmáticas. La ESN termina en sus conclusiones afirmando que los Estados Unidos están guiados por sus valores y disciplinados por sus intereses.
El mensaje del “American First” es claro. No importa quien seas ni donde estas, no importa el lado en que te coloques con tus palabras. Lo que importa es la disposición de cada uno para ajustarse a los intereses de los Estados Unidos.
El fundamento estratégico para que los Estados Unidos apoye sistemáticamente la defensa de Europa ha desaparecido. Los efectos de esta realidad y la tendencia al distanciamiento entre los intereses de seguridad de ambas orillas del Atlántico no dependen de quien viva en la Casa Blanca o quien ocupe la presidencia de la Comisión Europea.
El nuevo escenario impone a los aliados importantes cargas al obligarles a aceptar que sus intereses estarán supeditados a los de los Estados Unidos, a no espera compromisos equilibrados a largo plazo sino transacciones parciales con enfoques cortoplacista y a asumir que las acciones norteamericanas estarán siempre condicionadas. Consecuentemente, para la Unión Europea la situación ha cambiado, aumentando la incertidumbre de forma exponencial.
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ya señalaba en el discurso del estado de la Unión en 2016 que Europa no puede permitirse el lujo de confiar en el poder militar de otros. Tenemos, decía, que asumir la responsabilidad de proteger nuestros intereses y nuestro estilo de vida, para seguidamente reconocer que solo trabajando juntos, Europa podrá defenderse dentro y fuera.[2]
El presidente del Consejo Europeo, el ex primer ministro polaco Donald Tusk, a principio de 2017 llegaba tan lejos como para señalar que la nueva administración norteamericana coloca a los Estados Unidos, junto a Rusia, China y el terrorismo como una fuente de inestabilidad para Europa.[3]
Emmanuel Macron, en el palacio del Eliseo, en el discurso de presentación de sus directrices de política exterior, el 26 de agosto de 2018, afirmaba estar convencido de que hoy China o los Estados Unidos no consideran que Europa sea una potencia con autonomía estratégica. [4]
Conclusiones
El entorno de seguridad europeo se enfrenta a nuevos y más complejos desafíos, mientras que los Estados Unidos parecen menos dispuesto a mantener el mismo nivel de apoyo a la defensa del continente. No basta con ser una potencia económica y comercial a nivel global para preservar los propios principios, promover los derechos humanos y defender tus intereses.
Europa no necesita hoy aduladores. De aquí la conveniencia de recordar en estos tiempos de incertidumbre lo que se ha olvidado pero que es imprescindible para recobrar la fuerza de las fuentes de nuestra civilización. La identidad presupone memoria de un horizonte prestablecido de significado definitivo, no obstante todo lo oculto que pueda estar. Solamente en razón a ese horizonte el esfuerzo y la incertidumbre, que impone enfrentarse a los acontecimientos históricos actuales, podrán abordarse con la esperanza necesaria para superar el gran problema de Europa, su desmoralización.
Ahora se ha abierto una ventana de oportunidad, que se mantendrá abierta el tiempo suficiente, por la disputa norteamericana con China, para que la Unión Europea recorra el camino de vuelta de Europa a la Historia, alcanzando la condición de potencia estratégica autónoma.
El presidente Kennedy pronunció un discurso el 25 de junio de 1963 en la Paulskirchen de Fráncfort, donde sostuvo que la asociación Atlántica solo estaría equilibrada cuando Europa se integre económica y políticamente. Anticipando que está unión política y económica fortalecería la libertad y la paz de todos, fortalecería a la OTAN y respondería a los intereses nacionales de los europeos y de los norteamericanos.
“Solo una Europa plenamente unida podrá protegernos contra toda fragmentación de la Alianza. Solo una Europa semejante permitirá una completa reciprocidad de trato a través del Océano, al hacer frente a los asuntos del Atlántico. Solo con una Europa así podremos dar y recibir íntegramente entre iguales, con idénticas cargas de responsabilidades y el mismo nivel de sacrificios.”
El presidente Kennedy terminó invitando tanto a norteamericanos como a europeos a no abandonar sus ideales y sus sueños para que nadie pueda acusar a esta generación de haberlos olvidado recluidos en el pasado o sometido a nuestros adversarios. Sus últimas palabras fueron una cita de Goethe. “La sabiduría más elevada, es la constatación de que solo se gana tu libertad y tu existencia, si diariamente la conquistas de nuevo.»
[1] https://newrepublic.com/article/142571/donald-trump-killed-indispensable-nation-good
[2] http://europa.eu/rapid/press-release_SPEECH-16-3043_en.htm
[3] http://foreignpolicy.com/2017/02/27/u-s-allies-are-learning-that-trumps-america-is-not-the-indispensable-nation/
[4] https://www.diarioinformacion.com/internacional/2018/08/27/macron-europa-entregar-seguridad-eeuu/2056582.html