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«Estaréis de vuelta antes de que caigan de los árboles las hojas del otoño»
Káiser Guillermo II, agosto de 1914, mensaje a las tropas alemanas partiendo hacia el frente.
Aunque la presencia de EE. UU. en Oriente Medio se remonta al Siglo XIX, es a raíz del interés que el petróleo despierta en las potencias mundiales durante el primer cuarto del Siglo XX que su actividad diplomática y comercial en esta parte del mundo se intensifica. De la mano de sus grandes corporaciones energéticas, en particular la Standard Oil California (SoCal), hoy en día Saudi ARAMCO, el primer embajador estadounidense desembarca en Arabia Saudita en 1942. A partir de ese momento, y con el petróleo como principal foco de interés, la presencia de la primera potencia global en esta parte del mundo no ha hecho sino aumentar de año en año.
La entrada de EE. UU. en esta conflictiva región con una fuerza militar significativa se produce en plena guerra fría, con la contención a la Unión Soviética como objetivo. Durante su famoso discurso sobre el estado de la Unión el 23 de febrero de 1980, el entonces presidente de los EE. UU. estableció lo que ha venido a denominarse doctrina Carter: «Cualquier intento de una fuerza exterior para ganar el control del Golfo Pérsico será considerado como una agresión a los intereses vitales de EEUU, y un intento así será repelido con los medios que sean necesarios, incluida la fuerza militar»[1].
Desde entonces, EE. UU. ha venido manteniendo una presencia militar considerable en el Golfo Pérsico (Fig. 1) y, como bien señala Andrew Bacevich, si hasta la década de 1980 apenas un soldado norteamericano había perdido la vida en Oriente Medio, a partir de ese momento la inmensa mayoría de bajas en combate se han producido precisamente en esta región[2].
Figura 1: Despliegue de personal militar de EE. UU. en Oriente Medio a primeros de 2018
Fuentes: Congressional Research Service (2018), Forbes (2015) y U.S. CENTCOM (2018). Elaboración propia.
Mucho ha cambiado el mundo desde entonces y de la bipolaridad característica del periodo anterior al desmembramiento de la Unión Soviética el panorama geopolítico mundial se ha transformado en multipolar, tras un periodo, efímero en términos geopolíticos, de hegemonía estadounidense sin parangón. En el momento actual cabe preguntarse: ¿Siguen siendo válidos los postulados de la doctrina Carter? ¿Qué ha cambiado?
Tratándose de una potencia de alcance global, la estrategia norteamericana en Oriente Medio debe ser analizada desde un punto de vista que excede el ámbito regional. A este respecto, ya la doctrina Carter se inspiraba en principios que posteriormente el teórico de las relaciones internacionales John Mearsheimer formuló como realismo ofensivo: «La situación ideal para una gran potencia es ser la única en el mundo capaz de obtener la hegemonía regional»[3]. Los estadounidenses tienden a ser hostiles con el realismo, pues choca con sus valores básicos, por lo que la política exterior norteamericana ha procurado siempre presentarse a través de una retórica de corte liberal[4]. Hasta la llegada de la administración Trump.
La Estrategia Nacional de Seguridad de los EE. UU. (NSS, por sus siglas en inglés), promulgada en diciembre de 2017, recoge este principio, y aunque reformulado como principled realism (realismo basado en principios), difícilmente puede ser más explícito: «Competiremos con todos los instrumentos del poder nacional para asegurar que las regiones del mundo no sean dominadas por una sola potencia»[5]. Debemos hacer constar aquí, por lo que más adelante veremos, que al igual que ha venido ocurriendo con anteriores administraciones, la del presidente Trump, expresa una voluntad manifiesta de utilizar las organizaciones internacionales como instrumentos de poder[6], lo que se hace extensivo a las instituciones financieras internacionales[7].
Tras el reajuste de la sobre extendida presencia de EE. UU. en Oriente Medio acometido por el presidente Obama[8], la administración Trump ha identificado amenazas y objetivos concretos. Entre las amenazas destaca Irán; entre los objetivos concretos[9]:
- Evitar que Oriente Medio se convierta en santuario del terrorismo yihadista;
- Evitar que Oriente Medio sea dominado por una potencia hostil a EE. UU., en clara referencia a Irán;
- Asegurar que Oriente Medio contribuya a la estabilidad de los mercados energéticos.
La proclamada derrota de Daesh, más retórica que real, y la eliminación en octubre del pasado año de su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, proporcionan argumentos para sostener haber alcanzado el primero de estos objetivos. E indudablemente así es, al menos parcialmente.
La independencia energética alcanzada por EE. UU. que anunciaba recientemente el presidente Trump como un logro más a incluir en su haber, ha hecho perder cierta vigencia al tercero de ellos, que como hemos visto ya formaba parte de la doctrina Carter. Pero no toda. Pese al triunfalismo, la tozuda realidad muestra que EE. UU. aún está lejos de poder prescindir de las importaciones de petróleo pesado de Oriente Medio[10].
El segundo de los objetivos, la contención de Irán, es en estos momentos el más problemático. Veamos por qué.
Con ocasión de las últimas acciones norteamericanas en Siria, incluyendo un nuevo anuncio de retirada de sus tropas, el presidente Trump ha manifestado abiertamente la intención estratégica de iniciar, por fin, una retirada de ciertas zonas de Oriente medio. Aunque aún el término no ha sido acuñado como tal, podemos referirnos a las ideas clave expresadas en distintas intervenciones ante los medios como la nueva doctrina Trump. Sus postulados serían los siguientes[11]:
- Estados Unidos ha pasado los últimos 30 años enfrascado en Oriente Medio, habiendo gastado 8 trillones USD[12] sin obtener resultados tangibles.
- Quiero traerme a las tropas de vuelta a casa. Pero quiero asegurar el petróleo.
- Les voy a decir quien está encantado de que estemos en OM: Rusia y China. Porque mientras ellos desarrollan sus fuerzas armadas, nosotros desgastamos aquí las nuestras.
- Únicamente debemos empeñar fuerzas americanas en combate cuando estén en juego intereses nacionales vitales, y cuando tengamos un objetivo claro, un plan de victoria y una estrategia de salida.
Pero los recientes acontecimientos sobre el terreno se desarrollan en manifiesta contradicción con los objetivos estratégicos declarados. Desde la retirada unilateral de EE. UU. en mayo de 2018 del llamado acuerdo nuclear de 2015 (Joint Comprehensive Plan of Action, JCPOA), la tensión entre EE. UU. e Irán no ha hecho sino aumentar. Una cadena de incidentes acaecidos desde mediados de 2019 ha culminado en el asesinato el 2 de enero de 2020 del General Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quods del IRGC (siglas en inglés del Cuerpo la Guardia de la Revolución Islámica), considerado por muchos como el segundo hombre más poderoso de Irán. La tensión ha alcanzado niveles no vistos desde que en la década de los 80 del Siglo XX EE. UU. e Irán se enfrentasen directamente. Y aunque las aguas parecen en estos momentos calmadas nada indica que la tensión esté superada.
En un escenario así, resulta revelador recordar acontecimientos pasados. El 17 de mayo de 1987, en plena guerra entre Iraq e Irán, un caza iraquí disparó dos misiles «exocet» sobre la fragata norteamericana USS Stark en aguas del golfo Pérsico, causando la muerte a 37 miembros de la tripulación, 21 heridos y graves daños materiales[13]. Sadam Hussein reconoció inmediatamente la implicación iraquí, atribuyéndola a un lamentable error, pero la administración Reagan, aceptando las explicaciones y excusas del gobierno Iraquí, acabó señalando a Irán como el «verdadero villano», atribuyendo el ataque al USS Stark a «la básica amenaza iraní a la libre circulación de petróleo y al principio de libertad de navegación»[14]. Este incidente propició el despliegue de medios militares adicionales en el golfo. En abril de 1988 la marina estadounidense ponía en marcha la operación «Earnest Will» para proteger a buques kuwaitíes durante la fase del conflicto conocida como «guerra de los petroleros», en el transcurso de la cual el USS Samuel B. Roberts impactó con una mina tendida por Irán[15]. La escalada de tensión acabó desembocando en la operación «Praying Mantis», en la que la marina estadounidense se enfrentó directamente con la iraní, destruyendo numerosos buques e instalaciones petrolíferas. Fue en el curso de esta operación que, el 3 de julio de 1988 el USS Vincennes derribó, por error, el vuelo 655 de Iran Air, muriendo sus 290 ocupantes. Desgraciadamente, ya hemos visto una vez más el derribo accidental de un avión comercial, esta vez de manos de las defensas antiaéreas iraníes. Y no puede descartarse que se repita, de alguna manera, el escenario de enfrentamientos directos.
Por el momento, la creciente tensión ha obligado a EE. UU. a incrementar sus efectivos militares en Oriente Medio de manera paulatina pero significativa, en lugar de reducirlos. Si en Junio de 2019 se cifraban en 60-80.000 los efectivos militares desplegados en el área de responsabilidad de CENTCOM[16], en los últimos meses el pentágono ha anunciado en sucesivas intervenciones el despliegue de 10.000 soldados adicionales[17].
Ninguna de las dos partes quiere una guerra, o así se ha puesto de relieve en manifestaciones públicas por ambas partes. Pero lo cierto es que hoy la probabilidad del enfrentamiento directo es mayor que hace un año. Y aunque la superioridad militar estadounidense es abrumadora, una vez que el uso de la fuerza armada sustituye a la diplomacia se pierde el control de los acontecimientos y, como le ocurrió al Káiser Guillermo en 1914, el riesgo de que la realidad se aleje de las previsiones es elevado.
Este artículo ha sido gracias al Instituto Español de Estudios Estratégicos.
Una versión más extensa de este texto se puede ver en http://www.ieee.es
[1] State of the Union Address, January 1980: Let our position be absolutely clear: An attempt by any outside force to gain control of the Persian Gulf region will be regarded as an assault on the vital interests of the United States of America, and such an assault will be repelled by any means necessary, including military force. Disponible en http://www.jimmycarterlibrary.org/documents/speeches/su80jec/ (consultado en enero de 2020).
[2] BACEVICH, A. J. America’s War for the Greater Middle East. Nueva York: Random House, 2016, p. 11.
[3] MEARSHEIMER, John The Tragedy of Great Powers Politics. WWNorton and Co. 2014, p. 42.
[4] Ibid. p. 25.
[5] «We will compete with all tools of national power to ensure that regions of the world are not dominated by one power». NSS 2017, p. 4. http://nssarchive.us/wp-content/uploads/2017/12/2017.pdf (consultado en enero de 2020).
[6] «Competiremos y ejerceremos el liderazgo en organizaciones multilaterales para asegurar la protección de los intereses norteamericanos». NSS 2017, p. 4.
[7] «Mantener el papel central de América en los foros financieros internacionales incrementa nuestra seguridad y prosperidad». NSS 2017, p. 40. Deben entenderse aquí las establecidas en 1946 en Bretton Woods: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial de Comercio (OMC). Nótese que, aunque la conferencia de Bretton Woods estableció las bases de la Organización Mundial de Comercio, su fundación efectiva no se materializó hasta 1991.
[8] LYNCH, M. The New Arab Wars. Nueva York: Public Affaires, 2016, p.p. 18 y 19.
[9] NSS 2017, p. 48.
[10] Trump says America doesn’t need Middle East oil. It’s not that simple, CNN Business, 8 de enero de 2020, disponible en https://edition.cnn.com/2020/01/08/business/oil-middle-east-trump-iran/index.html (consultado en enero de 2020).
[11] Remarks by President Trump on the Situation in Northern Syria, The White House, 23 de octubre de 2019. Disponible en: https://www.whitehouse.gov/briefings-statements/remarks-president-trump-situation-northern-syria/ (consultado en diciembre de 2019 y Trump’s news conference on Abu Bakr al-Baghdadi’s death, annotated, The Washington Post, 19 de octubre de 2019, disponible en https://www.washingtonpost.com/politics/2019/10/28/trumps-news-conference-abu-bakr-al-baghdadis-death-annotated/ (consultado en enero de 2020).
[12] 8 trillones de EE. UU. En español corresponden a 8 billones.
[13] Remembering the attack on the USS Stark, America’s Navy web, disponible en https://www.navy.mil/submit/display.asp?story_id=109629 (consultado en junio de 2019).
[14] REAGAN, Ronald, Question-and-Answer Session with Area reporters, Chatanooga, Tenessee, 19 de mayo de 1987 y SCHULZ, George P. , Secretary’s Letters to the Congress, May 20, 1987, Departmemnt of State Buletin (Julio de 1987). Citado por BACEVICH, Andrew J. en America’s War for the Greater Middle East, Ramdon House, Nueva York, 2016, p. 97.
[15] USS Samuel B. Roberts (FFG-58), Naval History and Heritage Command de los EEUU, disponible en https://www.history.navy.mil/browse-by-topic/ships/modern-ships/uss-samuel-b–roberts–ffg-58-.html (consultado en enero de 2020).
[16] US Central Command. Su área de responsabilidad abarca todo Oriente Medio y Asia Central. Ver https://www.centcom.mil/AREA-OF-RESPONSIBILITY/ (consultado en enero de 2020)
[17] The 2019-2020 Iran Crisis and U.S. Military Deployments, Congressional Research Service, 9 de enero de 2020.
Esto es un análisis desde el punto de vista del gendarme de los EEUU , ahora en crisis , la lucha es principalmente el petroleo , las guerras como instrumento de recuperar su poder de hegemonía unipolar que le quedo grande , el asenso de china es letal para EEUU , adiós neo liberalismo , hacer un análisis objetivo es importante sin tendencias ni preferencias debe partir de la realidad concreta para tener claro el comportamiento global.