Foto: Thomsom Reuters Foundation
Resumen
La región, en términos generales, presenta una serie de debilidades que hace temer por el impacto de la crisis. Si bien es cierto que no es de las regiones mas afectadas del mundo, aunque su vecino del Norte se encuentre en una situación crítica, no necesariamente la región se va a librar del impacto de esta pandemia.
A la debilidad institucional, la falta de capacidad de los sistemas sanitarios y los altos niveles de informalidad económica, se suma la gestión que algunos líderes políticos están haciendo de la crisis.
Hay países mas afectados que otros, pero parece crítico las medidas que se están adoptando para minorizar los efectos y no en todos los gobiernos se han adoptado las mismas medidas. El panorama se ve sombrío los meses por venir y algunos líderes de la región no se ve que asumen sus responsabilidades de acuerdo con el tamaño de la amenaza.
Analisis
El 1 de abril significa, en términos generales, un mes de la llegada tardía del COVID al continente americano. De China el epicentro pasa a Europa y de allí a Estados Unidos y ahora a América Latina. Sin embargo, las diferencias en el nivel de afectación de la población es un fenómeno inexplicable, pues la contaminación e irradiación de la epidemia no responde a ninguna lógica.
Menos aún se explica la respuesta tan dispar de los gobiernos. Se da desde la “línea dura” del toque de queda y el cierre de fronteras aéreas y terrestres, como lo han hecho El Salvador, Panamá y Ecuador, hasta Brasil cuyo Presidente, Jair Bolsonaro que sigue trivializando el impacto en las personas del virus. El Presidente brasileño se auto-atribuye una gran fortaleza física, de ahí que si se llegará a contaminar, su condición de atleta lo mantendría a salvo. Ello a pesar de que su ministro de seguridad institucional, el general Augusto Heleno Pereira y su jefe de comunicación, Fabio Wajngarten, salieron positivos e incluso viajaron a Florida a reunirse con el presidente Trump en su residencia en mar-a-lago. Bolsonaro expresó el 11 de marzo: “No soy médico ni infectologista. Por lo que vi hasta ahora, otras gripes mataran más que esta”. El presidente de Brasil, siguiendo la ligereza de Trump, los primeros días de la expansión de la pandemia, se negó a hacerse la prueba. Ello a pesar de que quedó claro que la condición de presidente o primer ministro no los hace super héroes, como quedó demostrado con el hecho de que la esposa del primer ministro de Canadá Justin Trudeau dio positivo y él sí, responsablemente, guardó la cuarentena obligada. En otras palabras, de los cuatro países más grandes y poblados del continente, Estados Unidos, Brasil, Canadá y México, en tres de ellos dirigen el Estado líderes incrédulos, hasta que la realidad los alcanza, como los presidentes Donald Trump, Bolsonaro y López Obrador.
La reacción blanda y tolerante tambien la expresa el presidente de México quien realiza giras por todo México, incluidas las fronteras con el país hoy epicentro de la epidemia. Tambien invoca con orgullo que no se van a cerrar aeropuertos, y mucho menos la frontera con Estados Unidos, la más traspasada del mundo, con más de 65 mil cruces legales diarios de ida y vuelta. En México, la ultima semana de marzo, el presidente López Obrador visitó Tijuana y recorrió por tierra un tramo de la frontera con California, el segundo estado más afectado del vecino del norte. Sin ningún control sanitario ni medida de alejamiento físico, saludó personas en el aeropuerto de esa ciudad. De allí se trasladó a Sinaloa, en particular a la cuna del narcotráfico, la ciudad de Baridaguato, a inaugurar un camino rural en construcción, donde reside la familia de El Chapo Guzmán. Al contrario, los funcionarios de la Secretaria de Salud, en la TV nacional, están obsesionados dando mensajes para que la población se resguarde en casa. ¿A quién le van a creer los mexicanos con este doble mensaje?
Chile es otro país con aparición temprana, pero se beneficia de un sistema de salud de los mejores de América Latina, al igual que Costa Rica o Uruguay. Perú fue uno de los países que reacción con mas rapidez y adoptó medidas de confinamiento general y cierre de fronteras, lo que ayudara a reducir los efectos de la pandemia.
La incidencia de la pandemia es mucho mayor en Brasil- El país que registra más casos positivos a 1 de abril, en América Latina, con aproximadamente 3,500 enfermos y 100 muertos. El drama lo viven principalmente las ciudades de Rio de Janeiro y Sao Paulo. En términos de afectaciones por el tamaño del país y per capita, Ecuador y Panamá son los dos más afectados. El primero de abril, Panamá tiene 0.76 muertos por cada 100 mil habitantes, y Ecuador 0.57. Panamá es un pequeño país comunicado con el mundo a través de su aeropuerto, uno de los más transitados de América Latina, y por el Canal. El Canal recibe el paso de los buques de carga de Asia y desembarcan sus contenedores en las grandes bodegas de la zona de Colón. Esto quizás llevó a la aparición temprana y con gran intensidad de la epidemia en el país transístmico.
Ecuador tiene gran afluencia de pasaje aéreo con España. El 14 de febrero desembarcó la pasajera “O”, irradiando la enfermedad. El 11 de marzo se impuso el toque de queda extendido. La gravedad se ubica en la ciudad de Guayaquil. Capital de la provincia de Guayas, hacia el 1 de abril tenía 60 muertos y casi 2000 positivos, más que muchos países de América Latina. Esto provocó el colapso de la infraestructura funeraria y el presidente Lenin Moreno tuvo que crear una fuerza de tarea conjunta, entre el Ejército y la Policía Nacional, para enterrar a los fallecidos para que no reposen los cadáveres en las calles, teniendo en cuenta como factor crítico adicional las altas temperaturas.
En América Latina uno de los problemas principales para afrontar con éxito la pandemia está en los liderazgos de algunos políticos. Frente a la relativización de la importancia de la pandemia, como el caso de los Presidentes de Brasil y México, en el otro extremo, Nayib Bukele, Presidente de El Salvador, ha implementado medidas extremas, quien a pesar de que su país casi no presenta casos positivos, cerró el aeropuerto y las fronteras, incluso para sus ciudadanos. El 19 de marzo se ubicó el primer caso en un pasajero proveniente de Italia, pero ya estaban las medidas duras en marcha. Bukele además señaló que México y Nicaragua iban a pagar por las consecuencias por no cerrar fronteras. Cabe notar que la popularidad de Bukele superó el 90 por ciento después de implementar las medidas duras que en gran parte se centran en el control del ejército de carreteras y fronteras.
Se viven tiempos donde afloran los populismos, los discursos de líderes con gran apoyo popular, pero irresponsables en el manejo de la crisis cuyas consecuencias se agravan considerando las grandes deficiencias de los sistemas de salud.
Cabe hacer notar que muchas decisiones gubernamentales se han basado, en mayor o menor medida, en la militarización de las respuestas. En México el presidente ya le asignó la dirección de un paquete grande de hospitales a las fuerzas armadas y en Brasil, el Presidente constituyó un consorcio de industrias militares privadas y gubernamentales para enfrentar a la crisis. Al tomar medidas extraordinarias que cargan la responsabilidad en las FF.AA y relegan a las instituciones de salud, la democracia puede debilitarse si son medidas que después no se cancelan.
Cabe señalar que si en Europa, que cuenta con los mejores sistemas de salud del mundo, la pandemia ha causado estragos entre la población y ésta asume de forma responsable las directrices del Estado, en América Latina hay dos factores adicionales que pueden llevar a niveles nunca vistos ni en novelas de realismo mágico como “El Amor en los Tiempos del Cólera”: la precariedad y bajos presupuestos de los sistemas de salud y la pobreza de la población.
Conclusiones
En América Latina y El Caribe es imposible recluir a las personas en sus casas en una población donde en casi todos los países se estima entre 30 y 60 por ciento de trabajadores ubicados en el sector informal de la economía (en Haití asciende al 85 por ciento). No van a recibir respaldo ni del Estado, ni salarios de sus empleadores y obtienen sus precarios recursos en su minúscula economía del día a día, vendiendo productos en la calle. Para esta gente la opción es morirse de hambre, si se quedan en sus casas, o morirse de COVID 19, si buscan sobrevivir en la calle, intentando obtener algo de dinero para conseguir alimento para sus hijos. La suspensión de la actividad escolar pone en entredicho la efectividad de la medida para muchas familias que viven en pobreza. Además, habitan viviendas frágiles, minúsculas, en barrios de altas concentraciones de población, sobre todo en las grandes urbes.
Excepto en Chile, Argentina y Uruguay, ahora se acerca el verano y las altas temperaturas obligan a estar al aire libre a la mayoría de las personas, corriendo el riesgo que ya está viviendo la gente en Guayaquil. El panorama se ve sombrío los meses por venir y algunos líderes de la región no se ve que asumen sus responsabilidades de acuerdo con el tamaño de la amenaza.