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Después de la tempestad… tampoco vendrá la calma

Resumen:

En esta recta final del año 2020, la comunidad internacional está pendiente de cómo se despejen dos incógnitas: la evolución de la crisis sanitaria y económica que supone la pandemia COVID-19 y el resultado de las inminentes elecciones norteamericanas. Este análisis pretende identificar los parámetros con los que han de gestionar el día después los principales actores internacionales.

Palabras clave:

Incertidumbre, COVID-19, crisis comercial, tecnología, multilateralismo, cooperación, competición, confrontación.

Artículo:

Cuando comenzaron a llegarnos las primeras noticias de una nueva afección respiratoria causada por un virus detectado en un mercado de Wuhan, el mundo estaba atento a otras cuestiones. Inicialmente, conscientes de que el virus podría convertirse en un problema global, algunos pensaron que la comunidad internacional dejaría de lado sus disputas, para afrontar de manera coordinada la gravedad de la amenaza. Nada más lejos de la realidad.

La evolución de la COVID-19 en todo el mundo no es positiva y las perspectivas de recuperación económica son más pesimistas. Además, en pocas semanas se celebrarán elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Este análisis pretende identificar los dilemas a los que se enfrentan los principales actores en este panorama global.

En el ámbito interno norteamericano, el país es uno de los más afectados por la crisis sanitaria. La ciudadanía acaba de comprobar que su sistema sanitario necesita una profunda revisión por lo que verá con escepticismo los gastos ocasionados por su presencia militar en el exterior. La otra gran preocupación en el seno de la sociedad americana es la que se deriva de su fuerte polarización.

De puertas afuera, el enfrentamiento con China absorbe gran parte de la atención de la actual administración, y lo seguirá haciendo en el futuro, sea cual sea el resultado de las elecciones. Está pendiente la evolución de la carrera tecnológica, la adopción de medidas de protección de la propiedad intelectual de las empresas occidentales, el impulso de la desconexión con China para reajustar las cadenas de valor y producción globales. En los mares de China Meridional y Oriental está aumentando la tensión, con el peligro de una escalada no deseada por ninguno de los dos protagonistas. Taiwán se perfila como el punto de mayor fricción en un futuro no necesariamente lejano, cuya evolución se está viendo sustancialmente afectada por los acontecimientos en Hong Kong. Corea del Norte seguirá siendo un problema de imposible solución sin la aquiescencia de China.

Otro aspecto que requerirá atención tras las elecciones será el de los lazos de los Estados Unidos con sus tradicionales aliados. En Europa preocupa tanto el futuro de la Alianza Atlántica como el de las relaciones comerciales. Algo parecido sucede con los países del Pacífico, como Japón o Corea del Sur. Otros como Vietnam, ven con temor la amenazante presencia china en sus proximidades. En Oriente Medio y el Golfo, las incógnitas rondarán en torno a la evolución de los conflictos activos: Siria, Yemen, la tensión persistente con Irán, la situación en Irak y las relaciones de Israel con el resto de actores regionales y con los palestinos. La intensa actividad de Turquía en el Mediterráneo, con el incremento de incidentes con otros miembros de la OTAN y de la UE, y los desencuentros con los aliados por sus acuerdos con Rusia serán también, con toda seguridad, materia de preocupación para la nueva Administración.

En el continente americano, Venezuela destaca como el mayor foco de inestabilidad en la vecindad regional y, al igual que en África, la ambición extractiva de materias primas por parte de China plantea un reto difícil de ignorar por el coloso del Norte.

No obstante, el gran dilema es el futuro papel de los Estados Unidos frente a la emergencia de un modelo ideológico alternativo.

Es frecuente escuchar que la vencedora en la crisis desatada por la COVID-19 ha sido China. Tal vez sea algo más acertado decir que el país será de los menos perjudicados pero la gran potencia exportadora mundial no podrá esquivar las consecuencias de una recesión que golpeará a sus clientes.

Comenzando con la mirada puesta en el interior, el Partido Comunista pondrá todo su empeño en mantener el nivel de vida alcanzado; en ello radica la legitimidad del propio Partido y de sus dirigentes. A esta prioridad se añaden algunas otras preocupaciones que el Gobierno no va a ignorar, desde luego. La evolución de las protestas en Hong Kong tiene influencia directa en Taiwán. La situación de la población uigur, musulmana, en Xinjiang puede derivar en inestabilidad. En el Tíbet, además del tradicional rechazo local a la dominación china, se da la circunstancia de que nacen los principales ríos de Asia, proveedores del agua que un país de 1.400 millones de habitantes necesita imperiosamente, por lo que también aquí, la estabilidad y el control son vitales.

Además, a las acciones anunciadas por la administración norteamericana para favorecer el regreso de inversiones al hemisferio occidental se unen las de Alemania y otros países de la Unión Europea, que han endurecido las condiciones para admitir la presencia creciente de China. La necesidad detectada tras la crisis sanitaria de acortar y diversificar las cadenas de producción y distribución ha llevado a las autoridades europeas a poner sus ojos en África, con el valor añadido de contribuir así al desarrollo de este continente, con evidentes beneficios para la Unión en términos, entre otros, de alivio de la presión migratoria. Japón, por su parte, anunció ayudas para que las empresas niponas radicadas en suelo chino repatrien, al menos, parte de su producción.[1]

Muchas son las carencias a las que se enfrenta Rusia: una demografía exigua y menguante para el país más extenso del mundo; la fuerte dependencia de los ingresos derivados de la venta de hidrocarburos; la necesidad de modernizar unas estructuras, públicas y privadas, heredadas de épocas anteriores, y el no disponer de un tejido industrial y tecnológico a la altura de otros actores relevantes, excepto en el complejo industrial militar. La indiscutible habilidad de Putin para sobreponerse a estas limitaciones y sacar el máximo partido de sus fortalezas proporciona a su gestión unos réditos indiscutibles.

Rusia se ha erigido en el árbitro de la guerra en Siria; está llevando a cabo una agresiva política en el Mediterráneo; prosigue una creciente presencia en África; se está posicionando muy inteligentemente en el Ártico y mantiene la asociación estratégica con China. Sus relaciones con Occidente manifiestan unas tensiones recurrentes, a pesar de los considerables lazos comerciales que unen a ambos vecinos. Si en 2014 fue Ucrania el punto de fricción, Bielorrusia lo es en estos momentos.

La India mantiene disputas de vecindad con China y con Pakistán que favorecen su acercamiento a los Estados Unidos, impulsado por la buena sintonía entre ambos presidentes. El resultado será una más fácil colaboración con Japón y Australia, los otros vértices del «diamante» que trata de contener a China en el Pacífico y el Índico.

En esa lucha de gigantes en la que están enzarzados los Estados Unidos y China, a Europa le resta un difícil papel. Todos los Estados miembros han sufrido el duro impacto de la pandemia. La recuperación, por ceñirnos a las repercusiones económicas, requerirá afrontar unos gastos hasta ahora nunca imaginados y que, afortunadamente y tras duras negociaciones, parecen asumidos por todos los socios. Sin embargo, no pueden olvidarse que los problemas de cohesión interna permanecen, como lo estaban ya antes de la actual crisis. A la indiscutible trascendencia del BREXIT se añaden las discrepancias en lo que respecta a la penetración china en algunos países de la Unión.[2]

Lejos está también Europa de hablar con una sola voz en la guerra de Libia, así como ante Turquía en este conflicto y en aguas del Mediterráneo Oriental. Por último, para los países del Sur de Europa es la región del Magreb/Sahel la que requiere más atención, mientras que para los del Este y los bálticos lo es Rusia.

Por todo lo anterior, se multiplican las llamadas a profundizar en lo que se ha venido a denominar Autonomía Estratégica de la Unión[3]. El poder blando, por sí solo, ya no es suficiente.

En este momento, nadie duda que el orden internacional liberal está siendo cuestionado desde dentro y desde fuera, que se nos escapa de entre los dedos sin saber qué nuevo modelo de gobernanza global nos espera a la vuelta de la esquina.[4] El pesimismo crece a la vista de la radicalización, acentuada durante la pandemia, de las relaciones internacionales.

No obstante, la pandemia, paradójicamente, brinda la posibilidad de unir esfuerzos en la búsqueda de una vacuna de forma coordinada o al consenso sobre cómo superar la crisis económica mundial. Y en aquellos otros campos en los que los intereses divergen, tratar de abordarlos antes desde la competición sujeta a normas por todos aceptadas que desde la confrontación, evitando las posturas maximalistas. El mundo post COVID-19 no será una Arcadia feliz, pero tampoco es deseable un patio de vecinos eternamente mal avenidos.


[1] Zigor Aldama. El Correo. https://www.elcorreo.com/economia/empresas/2200-millones-para-empresas-japonesas-vuelvan-de-china-20200413211732-ntrc.html

[2] China ha firmado acuerdos comerciales con 17 países europeos, dando lugar a la denominación de “iniciativa 17+1”: PARRA PÉREZ, Águeda. La Ruta de la Seda Digital: la gran globalización china. Documento de Opinión IEEE 38/2020. http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2020/DIEEEO38_2020AGUPAR_sedadigital.pdf

[3] Javier de Carlos Izquierdo. La nueva Estrategia de Seguridad Europea. 2016. Documento Marco IEEE 16/2016. http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_marco/2016/DIEEEM16-016_EstrategiaSeguridad_DeCarlos.pdf

[4] PARDO DE SANTAYANA, José. La revolución de Heráclito, todo fluye y nada permanece en el orden mundial multipolar. Documento de Análisis IEEE 05/2020. http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2020/DIEEEA05_2020JOSPAR_multipolar.pdf


Este artículo ha sido gracias al Instituto Español de Estudios Estratégicos.

Una versión más extensa de este texto se puede ver en http://www.ieee.es

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1 comentario en «Después de la tempestad… tampoco vendrá la calma»

  1. FELICITACIONES Francisco, definitivamente el análisis está enmarcado en un futuro cercano o a corto plazo, pero que es lo que nos espera a largo plazo, en todo caso como debemos esperar a largo plazo, las administraciones al margen de sus posiciones políticas deben de tomar ya medidas que no afecten más sostenibilidad que de por sí es muy débil. por otro lado en el caso de Perú se debe de adoptar todas las medidas de resguardo a nuestros recursos estratégicos y en este contexto me refiero al agua ya que somos las nacientes de las cuencas del pacífico y del atlántico, lamentablemente el centro de estudios estratégicos del ejército no se puede pronunciar al respecto por no ser deliberantes por eso lo hago yo como presidente de la comision de creacion del colegio profesional de seguridad y defensa del perú.

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Las ideas contenidas en este análisis son responsabilidad exclusiva del autor, sin que refleje necesariamente el pensamiento del CEEEP ni del Ejército del Perú

Imagen: Unsplash, Luke Stackpoole

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