La llegada de Joseph Biden a la presidencia de los Estados Unidos exige responder a un profundo interrogante estratégico: ¿Cuál puede ser la arquitectura de las relaciones hemisféricas?
El ámbito global
Joseph Biden fue el vicepresidente de Barack Obama durante sus dos periodos, del 2008 al 2016, y contribuyó significativamente a la creación y consolidación de un perfil de relaciones internacionales marcado por tres macrotendencias: el multilateralismo, la seguridad colectiva y la negociación como metodología predilecta para el manejo de las controversias.
En tal sentido, es natural que ahora, como Presidente, las líneas maestras de esta tendencia se preserven e intensifiquen (Biden, 2020a; Burns, 2020). De hecho, buena parte del gabinete ministerial y de niveles importantes del gobierno de Obama ha vuelto a ocupar los cargos más sensibles en la toma de decisiones (PBS, 20 enero 2021).
En la práctica, esto se traducirá, por una parte, en que las organizaciones gubernamentales internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas, se convertirán en el foro privilegiado para el manejo de problemas globales y regionales. Por otra parte, los problemas de seguridad no se manejarán con base en la unilateralidad sino bajo la lógica de la seguridad colectiva (multidimensional) y parámetros contributivos, de tal forma que los aliados regionales y los Estados pivote asumirán un papel particularmente activo en la distribución de poder, otorgando la misma importancia tanto a los temas sólidos (armamentos, terrorismo, crimen transnacional, presencia territorial) como a los temas blandos (ecología, régimen sanitario, migraciones, diplomacia pública). Asimismo, la negociación bilateral o colectiva será el mecanismo recurrente para dirimir conflictos y, mediante la confianza y la reciprocidad, buscar la aproximación y los acuerdos con los antagonistas.
El ámbito interamericano
En esta lógica de la política exterior, el gobierno Biden buscará que las relaciones hemisféricas se desenvuelvan basadas en tres escenarios. El primero de ellos, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y todo su andamiaje institucional, como foro natural para tramitar los problemas transnacionales, incluyendo la plataforma de la Cumbre de las Américas, cuya versión 2021 tendrá lugar en territorio estadounidense (OEA, 2021). El segundo será el de la seguridad cooperativa para coordinar esfuerzos interinstitucionales con el fin de enfrentar las amenazas comunes con una notable inclinación hacia aquellas que no tienen naturaleza intencional: desastres, enfermedades infecciosas, emergencias sociales complejas, flujos migratorios y reducción de las asimetrías entre las comunidades. Finalmente, el tercer escenario será el de la mediación, para reducir la tensión y la polarización regional, buscando compromisos orientados a superar tanto los conflictos armados internos como las hipótesis de enfrentamiento convencional entre Estados antagonistas.
En términos prácticos, la interacción se centrará en la cooperación para el desarrollo, el estímulo para la generación de iniciativas productivas y la morigeración de conflictos mediante la promoción de inversiones (Colombia, Presidencia, 2020).
El ámbito bilateral
Todo lo anterior se traduce en que el manejo de los asuntos específicos colombo-norteamericanos seguirá dándose bajo los criterios de la alianza tradicional basada en valores, principios e intereses compartidos. No en vano, el nuevo presidente ha sostenido que Colombia es la “piedra angular” de la política de los Estados Unidos hacia Latinoamérica y el Caribe (Biden, 2020b).
De hecho, la agenda entre Washington y Bogotá puede catalogarse como de alta complejidad temática y operativa, definida en función de la innovación (Leijten, 2020) que abarca desde lo comercial hasta los asuntos más sensibles de seguridad y gestión de las amenazas transnacionales, más aún, si se tiene en cuenta la condición de Colombia como socio global de la Alianza Atlántica (Colombia, Cancillería, 2021).
Con todo, el gobierno de Biden planteará nuevos enfoques en el manejo de la agenda que tomarán distancia de los postulados propios de la administración anterior y que estarán identificados, más bien, con las iniciativas que el propio Biden impulsó como vicepresidente durante la pasada década. Por ejemplo, él podría insistir en retomar el cauce negociador con los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela para tratar de recuperar el “tiempo perdido”, del 2016 al 2020, e intentar avances en la cultura democrática a cambio de avances en materia de libre empresa y cultura democrática.
Como sea, estas maniobras incidirán directamente sobre el interés nacional colombiano. En otras palabras, el partido de gobierno, el Centro Democrático, le ha pedido al presidente Iván Duque que rompa relaciones con la Isla por su complacencia con la cúpula del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que es reclamada en extradición por la justicia colombiana. En consecuencia, Duque tendrá dificultades para conciliar las posturas entre su propio partido (sobre todo, en época preelectoral) y las del nuevo gobierno norteamericano que, por el contrario, tratará de abrir ventanas de oportunidad dejando de ver a Managua, Caracas y La Habana tan solo como una “troika de la tiranía” patrocinadora del terrorismo.
Más aún, el equipo de Biden (en el que sobresale un colombiano llamado Juan Sebastián González como Asesor de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental) podría llegar a sugerirle a Duque que reinicie las negociaciones con el ELN en la capital cubana que permanecen congeladas desde agosto del 2018.
Por último, no hay que olvidar que durante la campaña presidencial que llevó a Biden a la Casa Blanca, el voto latino se vio -de algún modo- relacionado con la política interna colombiana, además de que el precandidato Gustavo Petro se ufana de haber contribuido a la causa Demócrata mediante las estrechas relaciones que la izquierda ha tejido con varios congresistas que lideran las tendencias socialdemócratas en los Estados Unidos.
Sin duda, Petro y su coalición tratarán de explotar al máximo estos nexos para fortalecer su carrera hacia la Presidencia, lo que, muy probablemente, creará tensiones adicionales entre el uribismo (movimiento político colombiano, basado en el pensamiento del expresidente Álvaro Uribe) y la Casa Blanca.
Conclusiones
El gobierno de Biden basará su política exterior en el multilateralismo, la seguridad cooperativa y las metodologías de negociación y mediación. Sin lugar a dudas, un espacio de particular importancia para la reconstrucción de las relaciones será la IX Cumbre de las Américas que tendrá lugar en los Estados Unidos a mediados de este año. En este clima institucional, Washington promoverá ajustes en las relaciones hemisféricas, principalmente con gobiernos como el de Duque y Bolsonaro, los cuales fueron muy próximos a las iniciativas de Donald Trump en el área.
Aunque Colombia y los Estados Unidos preservarán intacta su alianza tradicional, el manejo de la agenda podría verse afectado por los ajustes mencionados, principalmente en lo referente a las relaciones con Cuba y Venezuela, países con los que Biden podría ensayar nuevos experimentos dialógicos. Asimismo, el nuevo Presidente podría estar interesado en reimpulsar la negociación entre el Gobierno Nacional y el ELN en La Habana, siguiendo la misma tendencia que motivó en 2012 los diálogos entre Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuestión que podría acarrear ciertas desavenencias entre el Palacio de Nariño y la Casa Blanca.
Por último, la campaña presidencial colombiana del 2022 podría verse influida de cierta manera por los vínculos cada vez más fuertes entre la oposición colombiana, liderada por Gustavo Petro, y congresistas demócratas que lideran las corrientes socialdemócratas del partido, situación que podría generar perturbaciones relativas entre los dos gobiernos.
Referencias
- Biden J, 2020a. The power of America’s example: The Biden plan for leading the democratic world to meet the challenges of the 21st century. https://joebiden.com/americanleadership/
- Biden J, 2020b. Colombia is the keystone of U.S. policy in Latin America and the Caribbean. https://www.sun-sentinel.com/opinion/commentary/fl-op-com-biden-colombia-policy-20201007-v4lt7v3twfeeticarypixsvqmm-story.html?outputType=amp
- Burns W, 2020. The United States Needs a New Foreign Policy. The global order is crumbling, domestic renewal is urgent, and America must reinvent its role in the world. https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2020/07/united-states-needs-new-foreign-policy/614110/?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=share
Nota: Burns ha sido nominado por Biden como director de la CIA.
- Colombia, Presidencia, 2020. Colombia y EE.UU. lanzan la iniciativa ‘Colombia Crece’ para combatir el delito y, al mismo tiempo, llevar inversión, desarrollo y obras a zonas rurales y comunidades vulnerables. https://idm.presidencia.gov.co/prensa/colombia-y-eeuu-lanzan-la-iniciativa-colombia-crece-para-combatir-el-delito-y-al-mismo-tiempo-llevar-inversion-200817
- Colombia, Cancillería, 2021. Perfil de las relaciones con los Estados Unidos de América. https://www.cancilleria.gov.co/estados-unidos-america
- Leijten J, 2020. Exploring the future of innovation diplomacy. European Journal of Futures Research, 5, 20 (2017). https://eujournalfuturesresearch.springeropen.com/articles/10.1007/s40309-017-0122-8
- OEA (2021) Traspaso de la presidencia del proceso de cumbres de las Américas. http://summit-americas.org/presidenciaIX.html
- PBS, 20 enero 2021. Meet Joe Biden’s cabinet picks. https://www.pbs.org/newshour/politics/meet-joe-bidens-cabinet-picks