Resumen
El artículo analiza cómo la nueva geopolítica consolida la planificación a manera de eje articulador entre la política nacional y la política exterior. En ese sentido, los estudios prospectivos, especialmente en el Sector Defensa, deben tener en cuenta las tendencias de esta disciplina de estudio, principalmente en el campo económico, tecnológico, ambiental y de desarrollo.
Palabras claves.
Poder nacional, potencial nacional, equilibrio estratégico, desarrollo económico, democracia y seguridad.
Introducción
La demanda de bienestar por parte de la población obliga al Estado a efectuar estudios para la formulación de políticas públicas. En la actualidad, la planificación estratégica es una de las herramientas que tienen como objetivo establecer metas en un mediano y largo plazo, involucrando elementos con la suficiente capacidad como para lograr el desarrollo de una nación. Por consiguiente, en esta incesante lucha por el poder, y bajo un concepto de libre mercado, globalización y bienestar general de la población, se precisa identificar el papel de la geopolítica como herramienta útil para la toma de decisiones al más alto nivel.
La teoría del poder
Los conceptos de Haushofer y Ratzel en la construcción de una teoría del poder establecen que la cantidad de metros cuadrados (el espacio vital) es determinante para obtener poder y potencial nacional. Sin embargo, en la actualidad, esta teoría puede ser fácilmente refutada por cuanto la tecnología y el desarrollo de la ciencia se han convertido en factores determinantes para evaluar el grado de influencia de un Estado sobre otro.
Bajo las consideraciones de la teoría del poder, algunos países pueden sustentar el desarrollo de una carrera armamentista, el apoyo de la población y hasta las estrategias de sus políticas de Estado. Tal y como lo manifestó Clausewitz (“la guerra no es sino la continuación de la actividad de la política con otros medios”), estos elementos son claves para obtener el éxito en la guerra, alcanzando los objetivos del Estado. Por consiguiente, es imperativo reconocer que cualquier Estado podrá desarrollar estrategias en donde los objetivos deseados se puedan alcanzar sin la confrontación de sus fuerzas militares. A lo largo de la historia, existen muy buenas evidencias y resultados de este tipo de estrategias.
Realidad geopolítica
La actual realidad geopolítica impone nuevos retos y oportunidades para resolver conflictos de interés mediante la cooperación internacional, sin dejar de tener una mirada estratégica o cuestionar el equilibrio de poder. Sin embargo, la incertidumbre es una constante, así como las condiciones y los actores. En este incesante deseo de superación, no se puede dejar de mencionar dos tipos de pensamientos estratégicos – geopolíticos. El primero, bajo un enfoque de realpolitik (“el enemigo de mi enemigo es mi amigo”), que facilita la construcción de alianzas. El segundo, siguiendo un enfoque estratégico y de confrontación (“la consecución o el logro de los objetivos de mi rival afectan el cumplimiento de los míos”), por lo que resulta imprescindible que el oponente no consiga sus objetivos. Consecuentemente, bajo estos dos pensamientos nace una pregunta: ¿Es esta una relación hipócrita o más bien una relación de interés?
Figura 1. El planeamiento en la relación entre el poder y el equilibrio estratégico.
Fuente: Elaboración propia
A pesar de la complejidad del ambiente estratégico, se observa que los países se encuentran cada vez más entrelazados e interdependientes, tanto por la naturaleza global de las amenazas, como por los aspectos comunes para su desarrollo. En la actualidad, se establecen bloques regionales de alta competitividad, en donde se miden los avances de la robótica, la electrónica, las comunicaciones, la biotecnología, así como sus capacidades militares y el nivel de interoperabilidad. Todo esto, marcado por un aspecto en común: la defensa de sus intereses.
Tendencias geopolíticas
Dentro de este contexto, todo indica que la geopolítica, en el siglo XXI, estará marcada por los siguientes aspectos: 1) El impacto de la economía en un mercado que no tiene bandera ni nacionalidad, 2) la tecnología como variable determinante, 3) la sustitución de la rivalidad por la cooperación, 4) el desarrollo sustentable o sostenible dentro de una política supranacional del cuidado del medio ambiente y 5) el fomento de la democracia con seguridad como elemento primordial para el desarrollo y el bienestar.
Con relación al primero de estos aspectos, el libre mercado puede ser definido como el modelo económico predominante a nivel mundial, con excepción de algunas actividades consideradas propias del Estado, como son las leyes, el mantenimiento del orden público, o la defensa nacional, entre otras. En este sentido, al referirse al libre mercado, se consideran aquellas actividades y transacciones económicas dependientes exclusivamente de la libre iniciativa de los individuos. Esta interacción se genera en un entorno en el cual los individuos son libres de obtener sus metas y maximizar sus ganancias sin la intervención del Estado. No obstante, existen ciertas discrepancias entre las actividades que – de alguna u otra forma- deben ser controladas por el Estado y las que deben ser de libre iniciativa. Por ello, la generación de riqueza sin ningún tipo de control, a través de la explotación de recursos esenciales para la vida y el desarrollo de un Estado, resulta compleja y controversial desde un enfoque nacionalista y fiscalizador. Al respecto, una mirada retrospectiva al Perú de inicios del Siglo XX, muestra que el arribo de capitales extranjeros puso en marcha una política económica de exportaciones, beneficiosa para un grupo determinado. Sin embargo, esta situación no permitió el incremento del poder y del potencial nacional, debido a que estos grupos de poder tienen un concepto abstracto de lo que significa la patria y el Estado. En muchos casos, estos conceptos simplemente no se encuentran dentro de su imaginario.
¿Cómo podemos cuantificar el poder de un Estado? Para dar respuesta a esta pregunta, los modelos econométricos facilitan la determinación del poder y potencial nacional, tomando como principal variable la cantidad de kilómetros cuadrados que posee un Estado. Es decir, a mayor cantidad de territorio, mayor poder.[1] Sin embargo, en la actualidad esta variable puede perder valor, si un Estado no posee los adecuados avances tecnológicos para su desarrollo. Consecuentemente, los principios y las teorías geopolíticas que responden a un estudio cualitativo que pretenden ser expresados cuantitativamente por herramientas matemáticas, resultan bastante relativos.
El segundo aspecto está relacionado con el avance tecnológico. Al respecto, en el dominio del ciberespacio, la inexistencia de un marco normativo internacional facilita el entendimiento de los peligros a los que los Estados – y por ende, las personas- se encuentran expuestos. Esta situación se refleja en acciones que van desde el robo de identidad, los delitos financieros, o la manipulación de armas de destrucción masiva, entre otras. Por otro lado, el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN), como ente rector de la planificación en el Perú y basado en una visión prospectiva, ha presentado un documento de gestión para la creación de políticas y planes. Estos escenarios permiten analizar cómo el aumento de la tecnología y la mecanización pueden llegar a tener un impacto radical sobre los patrones de producción global, así como sobre los costos de producción y la reducción de la mano de obra. Bajo este enfoque, los países que dominen el campo de la tecnología (ya sea por iniciativa propia o por la exportación de esta para su empleo) marcarán la pauta en la generación de poder y potencial nacional.
El tercer aspecto hace referencia a la forma en que se puede superar la rivalidad entre dos Estados que en determinado momento tuvieron que disputar controversias territoriales por medio del uso de las armas. Más aún, si este contexto bélico no se realizó por voluntad propia, sino por intereses de terceros. No obstante, en la actualidad, la cooperación internacional y diversas organizaciones, como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA) marcan la pauta para la construcción de nuevos espacios de diálogo y de comercio entre los países. Al respecto, el modelo de resolución de conflictos e intereses de Harvard-fisher presenta criterios y diversas alternativas en donde las partes en conflicto resultan equitativamente beneficiadas.[2]
El cuarto aspecto, el desarrollo sustentable o sostenible, como base del desarrollo de las nuevas generaciones, es un compromiso no sólo con la población del país, sino también con la población mundial.[3] En un país como el Perú, en donde su fuente de riqueza se basa en las exportaciones de materias primas, resulta importante articular los objetivos y las metas de las instituciones públicas y privadas para lograr un desarrollo sostenido en lo económico, lo político, lo social y lo ambiental. Por consiguiente, un país responsable es un país reconocido e integrado a la comunidad internacional.
Figura 2. Actores en la gestión pública
Fuente: Elaboración propia
El fomento de la democracia con seguridad, como elemento primordial para el desarrollo y el bienestar, es el quinto y último aspecto. Sin lugar a duda, este es un elemento de obligatorio cumplimiento para la gobernabilidad y la gobernanza de cualquier Estado. Consecuentemente, lo que se busca establecer es la forma de como una doctrina política que preconiza una política económica que no se ubica en el contexto internacional, puede causar el desequilibrio económico social de un país. Por ende, un Estado en democracia con las dos variables (gobernabilidad y gobernanza) en equilibrio, es un Estado que promueve el desarrollo.
Figura 3. Poder y potencial nacional
Fuente: Elaboración propia
Conclusión
La nueva perspectiva de la geopolítica conlleva a una nueva mirada en las relaciones de interés y seguridad multidimensional a nivel global. Asimismo, una planificación estratégica en la que los objetivos nacionales sean internalizados por todos los niveles de Gobierno y se encuentren, además, acordes con el contexto internacional facilitará el camino del desarrollo de un Estado. Por otro lado, la oportunidad que tienen los Estados de integrarse a organismos supranacionales y las oportunidades de comercio exterior fortalecen las potencialidades y el poder nacional. En este sentido, resulta necesario recordar que los Estados -dentro de un contexto internacional- no tienen amigos, sino intereses comunes donde los instrumentos del poder nacional se complementan mutuamente para tener peso y capacidad de negociación. Consecuentemente, se debe entender a la geopolítica como el método de estudio que permite mover estratégicamente las piezas claves de un Estado, dentro del gran tablero internacional.
Referencias:
- La econometría se basa en el desarrollo de métodos estadísticos que se utilizan para estimar relaciones económicas, probar teorías económicas y evaluar e implementar políticas públicas y de negocios. La aplicación más común de la economía es el pronóstico de variables macroeconómicas tan importantes como la tasa de interés, de inflación y producto interno bruto.
- Metodología diseñada por Roger Fisher y Bruce Patton y William Ury, toman en cuantos siete aspectos para llegar a un acuerdo: intereses, alternativas, opciones, criterios legítimos, compromiso, comunicación y relación.
- El desarrollo sostenible es un concepto definido en el informe Brundtland en 1987, se refiere al desarrollo de las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de la generación futura de satisfacer sus propias necesidades.
Bibliografía:
- Edgardo Mercado Jarrin. “Geopolítica en el tercer milenio”
- Manuel Mindreau Montero. “Introducción a la teoría de relaciones internacionales”
- Manfred Enrique Grautff y Fernando Chaparro Miranda. “Geopolítica, poder y capacidad nacional: una aproximación econométrica”
- Centro Nacional de Planeamiento Estratégico. “Escenarios contextuales”
- Jeffrey M. Wooldridge. “Introducción a la Econometría “