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Resumen
México, el vecino con el que Estados Unidos está más directamente vinculado a través de fronteras compartidas, comercio, inversión y lazos familiares, atraviesa problemas cada vez más graves que afectan profundamente tanto a su población como a los intereses estratégicos fundamentales de Estados Unidos. La violenta lucha que México ha venido librando contra los grupos criminales, particularmente durante los dos sexenios anteriores de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, corre peligro de disiparse. Existen múltiples indicios de que los cárteles criminales mexicanos han comprometido partes clave del actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en medio de un aparato de seguridad plagado de problemas que -según la política de «abrazos, no balas» del gobierno de AMLO- solo realiza esfuerzos superficiales para combatirlos.
Para ser claros, Estados Unidos comparte un grado de responsabilidad por la difícil situación actual de México. Los problemas estadounidenses no resueltos continúan perjudicando a México, incluida la significativa y persistente demanda de drogas y el reingreso del dinero proveniente de la venta de drogas en Estados Unidos, lo que profundiza la corrupción de las instituciones mexicanas. De manera similar, las armas de fuego compradas legalmente en Estados Unidos y contrabandeadas a México por actores criminales contribuyen a la muerte de mexicanos. Asimismo, el flujo de inmigrantes a través del territorio mexicano con destino a Estados Unidos, alimenta innumerables actividades delictivas, incluido el transporte ilícito de esos inmigrantes, a quienes roban, extorsionan y explotan.