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En inglés las “fake news” no caducan

Resumen

La insularidad cultural del público lector de habla inglesa es un factor que provoca una reducida presencia de obras traducidas de otros idiomas en el mercado editorial angloparlante. Incluso después del 11 de septiembre, todavía algunas personas siguen pensando que la historia de los pueblos de habla inglesa es la historia de la humanidad, siendo todo lo demás solo una curiosidad antropológica. El resultado es que en el mundo angloparlante se escribe más sobre Iberoamérica de lo que se lee a los Iberoamericanos. Los estadounidenses conocen a los iberoamericanos a través de especialistas de su misma nacionalidad, sin tener acceso directo a las voces y realidades de la región.

En un mundo globalizado en inglés la proyección del mundo hispano depende en gran medida del trabajo que se haga por conquistar el mercado editorial de los Estados Unidos. Lograrlo ayudaría a desprenderse del peso de la leyenda negra y de los estereotipos que hunden a los iberoamericanos en la desconfianza y el desapego por su legado. Los iberoamericanos han renunciado a interpretar su realidad e identidad desde su propia perspectiva y esta mala costumbre les empequeñece. El resultado es que los españoles de ambos hemisferios han apostatado de ellos mismos. Aun todavía, les queda su lengua común, el español, cuidarlo y estimarlo puede ser una forma de preservar la herencia del pequeño resto que espera paciente el momento de recomenzar juntos a vivir en un espacio iberoamericano conscientemente integrado.

En inglés, las fake news no caducan, pero se transforman según el ritmo que marca lo que al perecer para ellos permanece, sus intereses. Una vez descubierto el juego solo hay que esperar a que el tiempo abra la ventana de oportunidad del idioma español en los Estados Unidos.

Palabras clave

Traducciones, libros, editores, idioma español, leyenda negra, Estados Unidos, Iberoamérica.

Una pequeña historia no contada de los pueblos de habla inglesa

En los Estados Unidos, las publicaciones de libros traducidos de otros idiomas representan solamente un 3 %, en el Reino Unido bastante menos. Además, de los pocos libros elegidos por los editores estadounidenses para ser traducidos al inglés y publicados en su país, solo una pequeña minoría logran la suficiente relevancia y publicidad para tener la oportunidad de llamar la atención de los lectores. Prácticamente solo los autores de renombre tienen alguna posibilidad de que sus publicaciones lleguen al gran público.[1]

Asimismo, en los Estados Unidos, el español es la lengua que, con mucho, más editoriales traducen, doblando al segundo idioma que es el francés y triplicando al chino, alemán y ruso.[2] A nivel mundial, como cabía esperar, el idioma en el que más editoriales publican es el inglés, seguido del alemán, francés, español e italiano; estando el resto de las lenguas del mundo a mucha distancia de las cinco primeras. El inglés dobla a la suma de editoriales de los cuatro países que le siguen en la lista.[3]

Los datos pueden a veces confundir y por eso es importante elegir en que fijarse. Un 3 % es una cifra excesivamente baja de traducciones de libros en los Estados Unidos si se compara con los datos que presenta Europa continental. En 2017, en España uno de cada cinco libros era una traducción, aunque, desde entonces, la proporción se han reducido. Francia con más publicaciones que España tiene un porcentaje menor de traducción, pero se sitúa en un entorno semejante, mientras que Italia les supera con mucho.[4]

Por otra parte, más de la mitad de los libros que se traducen fuera del mundo que habla inglés se hacen precisamente de libros escritos en inglés. Existe por lo tanto un desajuste entre los libros traducidos del inglés, la gran mayoría, y los libros traducidos al inglés, los menos. El resultado es que el ritmo al que crecen los lectores que, no hablando la lengua inglesa, leen obras escritas originariamente en inglés es mucho mayor que el de lectores que, con la lengua inglesa como lengua propia, leen obras no escritas en inglés.

Por supuesto, el número de angloparlantes que directamente leen en otra lengua es muy reducido. Hablar un inglés fluido permite en muchos casos tener una vida cosmopolita sin necesidad de emplear tiempo y esfuerzo en aprender otra lengua. En Suecia, Holanda o Luxemburgo, solo por mencionar algunos ejemplos, se puede trabajar en una de las mejores compañías del mundo y relacionarse con lo más selecto de la sociedad hablando solo el inglés, sin necesidad de conocer una sola palabra de sueco, holandés, francés, alemán o luxemburgués.

El inglés es la lengua dominante y la lengua franca global. Los editores del mundo entero están atentos a las obras publicadas en los Estados Unidos y, sin duda, están dispuestos a publicar los éxitos de ventas estadounidenses y británicos. Los autores más vendidos en Estados Unidos, como John Grisham o Danielle Steel, obtienen un amplio número de lectores en todas partes. El fenómeno es parecido al del cine, en muchos países se ve más cine norteamericano que el producido en el propio país o en su entorno.

La insularidad cultural del público lector de habla inglesa y de sus editores es un factor que induce a concentrarse en lo propio. Incluso después del 11 de septiembre, es posible que algunas personas sigan pensando que la historia de los pueblos de habla inglesa es la historia de la humanidad, siendo todo lo demás solo una curiosidad antropológica. Winston Churchill, premio Nobel de Literatura, terminaba su largo estudio sobre la historia de los pueblos de habla inglesa, que comenzó a escribir con 30 años y terminó a los 80, afirmando que «no podemos conocer el futuro, pero el pasado debería darnos esperanza».[5]

El carácter privado, aristocrático y selecto del club de los angloparlantes puede ser una de las razones históricas que justifica la falta de interés por traducir lo que escriben otros. Como se ha comentado, esta actitud está influenciada por el dominio del inglés como lengua mundial durante el último siglo, su primacía política, científica, académica, cultural, tecnológica, militar y mediática, y, también, al hecho de que la enseñanza de idiomas en el mundo de habla inglesa suele considerarse deficiente. Consecuentemente, existe un bajo interés en leer obras de autores extranjeros y no suficiente curiosidad intelectual por otras culturas.[6]

La importancia del mercado editorial estadounidense para el mundo iberoamericano

Publicar una obra escrita originariamente en español en los países que hablan inglés no es fácil. Primero se necesita una buena traducción al inglés, que puede resultar muy cara, y luego es preciso ser famoso o amigo de un personaje que pueda introducirles en el difícil mercado editorial norteamericano. El esfuerzo puede ser excesivo, pero tener éxito en el mercado norteamericano abre las puertas de los demás mercados del mundo. La importancia de una buena traducción es un paso imprescindible.

En los Estados Unidos, se publican al año unos 200 000 libros en inglés. Entre 1992 y 1994, solo 24 obras literarias nuevas escritas en español por autores iberoamericanos fueron elegidas para competir, traducidas al inglés, en el mercado literario estadounidense. Mientras tanto, la gran mayoría de las publicaciones en Iberoamérica de todas las disciplinas científicas, técnicas y académicas están escritas en inglés o, en caso de estar escritas en español, sus referencias son trabajos originales en inglés.[7]

En 2018, se alcanzó la cifra de 632 libros de ficción y poesía traducidos por primera vez al inglés del resto de las lenguas del mundo, acumulando el quinto año consecutivo con más de 600 traducciones. Toda una verdadera hazaña, sobre todo, si se considera que a finales de la primera década de siglo XXI no se llegaba a los 400. Sin embargo, la mayoría de las traducciones proceden de solo unos pocos países. Francia, Alemania y España son los principales países que surten el mercado. Es además preocupante que la proporción de libros que procede solo de estos tres países tiende a crecer.[8]

El resultado es que en el mundo angloparlante se escribe más sobre Iberoamérica de lo que se lee a los iberoamericanos. Consecuentemente, los estadounidenses más preparados conocen a Iberoamérica a través de especialistas de su misma nacionalidad, sin tener acceso directo a las voces y realidades de la región. En no pocos casos, para incluso el sector más educado de la población norteamericana es difícil distinguir la diversidad de un continente que habla español o portugués y muchas veces los hechos se interpreta con solamente con unas pocas lentes, a veces con demasiados filtros.

En el campo de la literatura esta situación es singularmente compleja porque cada país hispano tiene su forma de hablar y muchas veces formas muy particulares de entender su propia realidad, aunque todos piensen y hablen en español. Son pocos los buenos traductores en los Estados Unidos que pueden trabajar con las obras de los grandes autores iberoamericanos. Además, la traducción de Octavio Paz o de Mario Vargas Llosa o de Jorge Luis Borges o de Camilo José Cela o Gabriel García Márquez requiere una adaptación particular al mundo hispano de cada uno de ellos. Por supuesto, la forma que cada autor se expresa en español es diferente, aunque el contexto de cada uno puede serlo más. Sería muy atrevido pedir a un traductor que estuviese en disposición de trasladar los libros escritos por cualquiera de los geniales escritores iberoamericanos, tan llenas de particularismos y diversidad.

Durante mucho tiempo en los Estados Unidos al publicar un libro traducido no se citaba el nombre del traductor, esta mala práctica está poco a poco corrigiéndose. El traductor de una obra, especialmente literaria, es también un intérprete del desconocido mundo que traslada a otro idioma. Esta labor de interpretación no puede suponer una alteración sustancial del mensaje ni de la forma. La tarea no es fácil y no siempre se valora suficientemente el trabajo del traductor. Su competencia es clave para sostener la verdadera tensión de la obra y al mismo tiempo hacerla inteligible a un público que habla un idioma distinto al original. Los libros y sus autores viajan gracias a los traductores, pero también el resultado del viaje depende de la calidad de la traducción.

Intentar abarcar la literatura hispanoamericana como una sola entidad que puede abordarse por el trabajo de un mismo traductor sería ignorar un hecho importante, Iberoamérica es un mundo compuesto por muchas singularidades. La tarea sería imposible si además se estuviese hablando de poesía. Solo una buena traducción permite descubrir a otros de forma directa en la propia lengua y con los propios parámetros. Por otra parte, existen fronteras políticas, lingüísticas y económicas que estructuran el mercado angloparlante a la hora de elegir las obras y lenguas que interesa traducir. Estas restricciones y límites están interconectados y relacionados. Por lo tanto, la penetración del español y su literatura en el mercado bibliográfico estadounidense es una tarea que requiere una estrategia integral de aproximación y desarrollo.

En un mundo globalizado en inglés, la proyección y la penetración de la cultura, el idioma, la idiosincrasia y la diversidad de lo que se piensa, siente y cree en español y portugués depende en gran medida del trabajo que se haga por conquistar el mercado editorial de los Estados Unidos. Sin duda esta tarea requiere una estrategia. Una forma de comenzar es disponiendo de buenos traductores e intérpretes de la literatura iberoamericana capaces de trasladar al inglés toda su riqueza.

Casi todo lo que llega de los iberoamericanos a los norteamericanos y angloparlantes en general lo hace a través de uno pocos intermediarios. Sin duda, los traductores, intérpretes, analistas y expertos angloparlantes han alcanzado notables cualificaciones para algunas cosas, pero es muy difícil que puedan alcanzar todos los matices. La investigación sobre los asuntos iberoamericanos, en la mayoría de los casos en el mundo que no habla español, no se apoya en las fuentes primarias escritas en español o en portugués. El inglés lo domina todo y los que piensan en inglés son los que traducen e interpretan a los iberoamericanos, no pocas veces desde el estereotipo, la superficialidad y la arrogancia. Desde luego, habrá que decir que con destacadas excepciones.

El boom de la literatura iberoamericana, en los años 60 y 70 del pasado siglo, muchos lo entendieron solo como un éxito comercial, provocado por la atracción depredadora de los Estados Unidos por su patio trasero del sur. Desde este punto de vista, el éxito de la novela hispanoamericana en los Estados Unidos era en gran parte consecuencia de una apetito caníbal por lo exótico, lo mágico y por el misterio incomprensible de un sur geográficamente próximo, pero culturalmente ignorado, distante, ajeno y sin aparente interés, más allá de lo folclórico. No pocos identificaron el boom de la literatura hispanoamericana como un fenómeno provocado por la traducción al inglés de la novela de García Márquez Cien años de soledad. Consecuentemente, el éxito de ventas de la novela puso en marcha una fiebre por traducir otras obras de escritores de la región. La traducción en sí misma constituía el llamado boom.

Realmente resulta extravagante, pero pocos entendieron que el boom literario hispanoamericano y la traducción al inglés y desde el inglés a muchas otras lenguas de novelistas de la región era un signo de la madurez de la cultura hispana en América. Convencer a los estadounidenses de la madurez cultural del mundo hispano se puede conseguir con el pequeño empujón de un selecto equipo de traductores y una preparada puesta en escena.

La rentabilidad del esfuerzo no solo tendría que ver con la cultura y la mejor percepción, juicio, evolución y decisión de los distintos agentes estadounidenses respecto a las Españas de ambos hemisferios. En paralelo, sin estridencias, paso a paso, se lograría conquistar el respeto y el afecto por lo mucho que de valor se ha construido. Consecuentemente, la relación entre el español y el inglés, entre los hispanos o latinos y los que no lo son en los Estados Unidos, se normalizaría, facilitando una progresiva superación de los prejuicios, la desconfianza y el desinterés. En unos cuantos lustros sería posible que gran parte de los anglosajones dejaran de mirar sin ver a los hispanos.

El Occidente menguado por el inglés

El absoluto dominio del idioma inglés y de los filtros establecidos por sus analistas, está relacionado con una natural inclinación a colocar en el centro a un Occidente menguado, que percibe y piensa todo desde la óptica anglosajona y mantiene fuera del foco todo lo que le resulta ajeno o han decidido considerar marginal. El centro del mundo está debajo de unos pies que hablan, sienten y piensan en inglés pero que confían en saber lo suficiente sobre la compleja realidad de todo un continente al sur de Rio Grande solo porque algunos de ellos hablan español y son capaces de traducirles e interpretarles según sus propios parámetros. Inevitablemente en no pocas ocasiones su percepción se sostiene en fundamentos distorsionados por su punto de vista y su aproximación cultural a una realidad diferente y marcada por la diversidad. Los medios de comunicación agravan la situación. Decía Chesterton que «la gran debilidad del periodismo, como pintura de nuestra existencia moderna, proviene de ser pintura formada enteramente de excepciones».[9]

Es muy sensato reconocer que pocas cosas son más difíciles de conocer que un país extranjero. Siendo siempre difícil, el grado de dificultad es creciente con la distancia cultural y tecnológica. La acumulación de datos no suple nunca la impresión directa, la vivencia de una forma de vida. Un pueblo es un sistema también de secretos que no pueden ser descubiertos sin más desde fuera. El secreto y el misterio de repente se convierten en la clave que abre el entendimiento, posibilitando la relación sobre una acertada interpretación de las percepciones y de sus significados. Una nación es un sistema de secretos.[10]

A la dificultad señalada se puede sumar la fuerza de los estereotipos y la insuficiente penetración de una interpretación más equilibrada de la identidad e historia de los pueblos hispanos. La historiografía española esta mermada y disminuida por los perversos efectos de la leyenda negra y también por su incapacidad o desinterés en desmontarla. Todavía en 1921 decía Ortega, en su obra España invertebrada, que «hablar de la historia de España es hablar de lo desconocido».[11] Julián Marías, su destacado discípulo, más de sesenta años después, recuerda que desde el siglo XVIII los españoles de ambos hemisferios han asumido el relato de sus enemigos sobre su historia, su carácter, su condición y su destino.[12]

Un español parece inclinado, de forma natural, a dar crédito a un historiador norteamericano, doctorado en Harvard, cuando escribe una historia de México. Cuando, precisamente, lo más sensato sería poner en cuestión esa historia mexicana precisamente por ser escrita por un estadounidense, formado en una universidad de su país y con acceso fundamentalmente a fuentes estadounidenses o escritas en inglés. No es sensato otorgar autoridad a un norteamericano, solo por ser doctor en Harvard, sobre la historia de México o de las Filipinas o de Cuba o de Puerto Rico y podríamos seguir. Especialmente, si consideramos que más de la mitad del territorio mexicano fue arrebatado por los Estados Unidos después de la guerra que terminó con el tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, que permitió la expropiación de Texas, California, Arizona, Arkansas, Nuevo México, Nevada y parte de Oregón. No parece que existan muchos argumentos para ceder sin más a la percepción de un historiador de la Nueva Inglaterra.

¿Sabemos si se sabe?

Pensando en el amado Perú, fue Juan Francisco de la Bodega y Quadra, criollo limeño y oficial de la armada de Su Majestad Católica Carlos III, quien partiendo del puerto mexicano de San Blas exploró toda la costa noroeste de América por el océano Pacífico hasta Alaska. En su viaje se cartografió toda la costa de los Estados Unidos y parte de la Columbia Británica. Más adelante fue enviado al sur de Canadá para establecer los límites acordados con el Reino Unido en las Convenciones de Nutka.

Quadra se reunió con el oficial de la mariana británica George Vancouver, al mando del barco HMS Discovery. Sin llegar a un acuerdo definitivo, ambos comandantes adoptaron la amistosa decisión de nombrar la isla principal como Isla de Quadra y Vancouver.[13] El tiempo termino por dejar en el olvido el nombre del comandante limeño de la armada española pero no del todo, en la ciudad de Vancouver todavía existe un distrito, donde se encuentra la universidad de la Columbia Británica, que lleva el nombre de Quadra y en la costa norteamericana una bahía también lleva su nombre. Aun todavía, mirando más al norte, en el estado de Alaska, encontramos las ciudades de Valdez y Cordova[14] fundadas por navegantes españoles que partieron también del puerto mexicano de San Blas.

Es solo un ejemplo que ayuda a ilustrar lo poco que se sabe de las grandes hazañas que ha visto el mundo protagonizadas por los hijos del Cid. Mientras tanto, el presidente mexicano Manuel Andrés López Obrador, no pierde ocasión en reiterar a su Santidad el Papa y al rey de España que pidan disculpas por la liberación de los pueblos indígenas, liderara por Hernán Cortés, de la tiranía mexica. Al presidente, sin embargo, se le olvida exigir explicaciones a los Estados Unidos de América por la ocupación del 60 % del territorio de virreinato de Nueva España. En 1791, cuando se organiza el primer censo de los Estados Unidos de América, Nueva York y Washington juntas tenían la mitad de población que la ciudad de México.

Mirando al comercio, la primera divisa global fue el doblón de a ocho español, acuñado en la casas de la moneda de México y Lima. Fue esta moneda, el dólar español, en 1803, la primera moneda oficial de los Estados Unidos de América, de curso legal hasta 1857, y la única aceptada en los lejanos mercados asiáticos de la China, Japón e Indochina.

Respecto a los complejos relacionados con, al parecer, el atraso secular en el mundo académico y cultural un poco de memoria es suficiente. En los Estados Unidos, no se ponen de acuerdo en identificar cuál es su primera universidad. Harvard presume de ser «la institución de educación superior más antigua de los Estados Unidos», fundada en 1636. La Universidad de Pensilvania se otorga el título de primera universidad de los Estados Unidos, fundada en 1740 y la primera en tener facultad de medicina en 1765.

Aceptando que fuese Harvard una universidad en 1636, cuestión controvertida para los propios norteamericanos, se podría decir que en Hispanoamérica había ese año funcionando al menos 15 universidades. La primera de ellas, la de Santo Domingo, fue fundada un siglo antes que Harvard comenzara a ensañar algo. En el caso de que fuese Pensilvania la primera, entonces, se tendría que señalar que había en Hispanoamérica 24 Universidades enseñando antes. Nadie pone en duda que la universidad más antigua de todo el continente americano, con funcionamiento continuado desde su fundación hasta nuestros días, es la Real y Pontificia Universidad de San Marcos, en Lima, donde por cierto estudio el marino español Bodega y Quadra del que se ha hablado.

Otro interesante asunto es la relación con las culturas precolombinas. La Universidad de San Marcos empezó a funcionar en 1551 y menos de 30 años después, antes de la llegada de los primeros colonos británicos a Virginia, se instituyó la cátedra de la Lengua General de los indios. El primer catedrático de la Lengua Quechua fue el Canónigo de la catedral de Lima Juan de Balboa. Actualmente, entre ocho y diez millones de personas hablan el quechua en Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Ecuador y Colombia. Por cierto, para completar un poco el panorama, en la Universidad Real y Pontificia de Lima, la facultad de medicina empezó a funcionar en 1620, casi un siglo y medio antes que la primera facultad de medicina de los Estados Unidos.

Fray Andrés de Olmos misionero franciscano y filólogo, nacido en Burgos, llegó a Nueva España en 1528, poco después de la victoria de Hernán Cortés y sus aliados indios contra el imperio mexica. Escribió la primera gramática del náhuatl, el idioma de los mexicas, en 1547. Continuó con las gramáticas del huasteco y del totonaco, convirtiéndose en el primer gramático de tres lenguas del Nuevo Mundo y posiblemente del Viejo.[15]

Domingo de Santo Tomás, sacerdote, misionero, dominico, lingüista y obispo de Charcas, que llegó al Perú en 1540, poco después de la conquista, publicó en 1560 la primera gramática y el primer vocabulario de la lengua quechua.[16] Mientras tanto, el inglés no contaría con su propia gramática hasta 1586, que William Bullokar publicaría con el gracioso título de Panfleto de gramática. Entonces, los españoles habían publicado, varias décadas antes, al menos cuatro gramáticas de lenguas nativas de América.

El náhuatl lo hablan en la actualidad unos dos millones y medio de personas. Es la lengua de los mexicas o aztecas que dominaron una gran parte de México, favoreciendo que su idioma se convirtiera en una lengua franca en la región antes de la llegada de los españoles. La preponderancia del náhuatl invitó a los franciscanos a proponerla a Felipe II como lengua oficial del Virreinato de Nueva España. Su Majestad Católica, Felipe II, por Real Cédula de 1570 estableció el náhuatl como lengua oficial para el virreinato, con el propósito de favorecer la evangelización.[17] Después de 300 años de virreinato, en 1820, aproximadamente entre el 65 y 70 % de la población hablaba una lengua indígena; el náhuatl era el más conocido. Ahora, después de 200 años de independencia, solamente el 6,5 % de la población habla una lengua precolombina.[18]

Mientras tanto, en los Estados Unidos la lengua indígena más hablada es el navajo, superando las 150 000 personas. El navajo fue utilizado por las fuerzas armadas de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial para transmitir mensajes orales encriptados, entonces no había ningún diccionario de navajo con otra lengua. El código navajo fue desclasificado en 1968 y ha sido el único código militar radio telefónico que nunca pudo descifrarse.[19] No resulta casual que precisamente la nación navajo se concentre en Nuevo México, Arizona y Utah, territorios bajo control del virreinato de Nueva España hasta la independencia mexicana y que se incorporaron a la Unión en el siglo XX.

Después de todo lo dicho, sería prudente analizar quienes son los protagonistas de la mayor fake news de la historia para descubrir que conecta a sus protagonistas. Los ingleses, holandeses y alemanes, que inicialmente construyeron y posteriormente fueron alimentando la leyenda negra, eran protestantes enemigos de la Iglesia Católica. La masonería, el comunismo y el capitalismo desmedido del prosperity gospel, norteamericano y evangelista, son casualmente también enemigos declarados de la Iglesia católica.

El libro de Vittorio Messori, Leyendas negras de la Iglesia, presenta un prefacio escrito por el cardenal Giacomo Biffi, entonces arzobispo de Bolonia, que comienza diciendo: «Cuando un muchacho, educado cristianamente por la familia y la comunidad parroquial, a tenor de los asertos apodícticos de algún profesor o algún texto empieza a sentir vergüenza por la historia de su Iglesia, se encuentra objetivamente en el grave peligro de perder la fe. Es una observación lamentable, pero indiscutible».[20]

La reflexión inicial del cardenal aplicada a la Iglesia puede trasladarse sin más al mundo hispano. La correlación sugerida se confirma con la lectura del libro de Messori. No debería sorprender, pero lo cierto es que puede resultar curioso para muchos que leer las leyendas negras de la Iglesia católica es descubrir que fundamentalmente son las leyendas negras de España.

Conclusiones

Después de lo dicho, a primera vista, se podría pensar que la leyenda negra es más un mecanismo propagandístico defensivo que un esfuerzo por destruir el prestigio del primer imperio global de la historia, destinada más a ocultar lo que de extraordinario hicieron los españoles que a resaltar los excesos que pudieron cometer. Desmontarla es por lo tanto fácil, solo bastaría poner en valor lo que hicieron los que les precedieron.

Sin embargo, el peso de la leyenda negra les hunde en la desconfianza y el desapego por su legado. Entre las posibles razones para entender este extraño comportamiento respecto a su propia identidad puede estar su insuficiente autoestima. Se ha renunciado a interpretar su realidad e identidad desde su propia perspectiva y esta mala costumbre les empequeñece. El resultado es que los españoles de ambos hemisferios han apostatado de ellos mismos.

La memoria de lo que les une como hispanos se ha perdido. Por lo tanto, es muy difícil que se pueda considerar su valor. Las brechas que se han abierto entre ellos son consecuencia de una imposición; de una guerra psicológica de siglos que han terminado ganando los que no les aprecian. La falsedad que en gran medida cubre la percepción de su identidad, fuera y desgraciadamente dentro de casa, se impone y se consolida. Los dos pasados siglos de guerras internas tienen que ver, no poco, con los complejos que el resentimiento de otros ha sembrado para disolverles.

En el camino han ido perdido su libertad interior, la identidad de su conciencia y el afecto por su historia. La hispanidad es uno de los más sublimes frutos de la civilización europea. Permitió crear un espacio único donde el Viejo y el Nuevo Mundo eran parte de un mismo sentir, pensar y creer. Donde cada uno miraba a los demás desde un cielo de libertad y de igualdad, por supuesto insuficientemente completas en el tiempo, pero reconocidas disfrazadas en las subidas y bajadas de lo cotidiano solo con mirar al Plus Ultra que nunca termina y del que se sentían ya participes. Aun todavía, nos queda la lengua común, el español, cuidarlo y estimarlo puede ser una forma de preservar la herencia del pequeño resto que espera paciente el momento de recomenzar juntos a vivir en un espacio iberoamericano conscientemente integrado.

En inglés, las fake news no caducan, pero se transforman según el ritmo que marca lo que al perecer para ellos permanece, sus intereses. «No tenemos aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestra obligación es vigilarlos».[21] Una vez descubierto el juego solo hay que esperar a que el tiempo abra la ventana de oportunidad del idioma español en los Estados Unidos.[22]

«Actualmente, la comunidad hispana es el principal motor del crecimiento demográfico de Estados Unidos. Solo en 2018, el aumento de la población hispana supuso más de la mitad del crecimiento de la población total de país. Según las proyecciones realizadas por la Oficina del Censo de los Estados Unidos, el número de hispanos superará los 111 millones en 2060. Eso supondrá que el 27,5 % de la población, casi uno de cada tres estadounidenses, será de origen hispano».[23]

Notas Finales

  1. Maria Diment, “Why Are So Few Translated Books Published in America?,” Alta (30 de Junio de 2019), https://www.altalang.com/beyond-words/why-are-so-few-translated-books-published-in-america/
  2. Publisher global, “United States: List of American Publishers,” Publisher global, https://www.publishersglobal.com/directory/united-states/publishers-in-united-states
  3. Publisher global, “Languages in Publishers Directory,” Publisher global, https://www.publishersglobal.com/directory/list-languages
  4. Europapress, “Las traducciones en España suponen el 21% de la producción editorial en España, con 14.000 libros de media al año,” Europapress (23 de mayo de 2018), https://www.europapress.es/cultura/libros-00132/noticia-traducciones-espana-suponen-21-produccion-editorial-espana-14000-libros-media-ano-20180523185107.html
  5. Wiston Chruchill, La historia de los pueblos de habla inglesa (Madrid: La Esfera de los libros, 2007)
  6. El número de libros en español (de España o Latino América)traducidos en el Reino Unido ha incrementado, de acuerdo al Director de Nuevos Libros en español, en un 50% de 62 en 2004 a 93 en 2007; de estos libros 26 son “clásicos” y 67 son “trabajo contemporáneo”, véase Cristina Fuentes de la Roche, “Literature in Translation: Why is it so Difficult to Enter the Anglo-American Market?,” Real Instituto Elcano (Madrid: 2008), http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_en/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_in/zonas_in/spanish+language+culture/ari124-2008
  7. Steven F. White, “Translation and Teaching: the Dangers of Representing Latin America for Students in the United States,” Cadernos de Tradução (Florianópolis: Universidade Federal de Santa Catarina, 1997)
  8. Dan Kopf, “Half of all translated books in the US come from just nine countries,”, Quartz (6 de junio de 2019), https://qz.com/quartzy/1634382/which-countries-do-books-translated-for-the-us-come-from/
  9. Gilbert Keith Chesterton, La esfera y la cruz (Madrid: Valdemar, 2005)
  10. Julian Marias, España inteligible; Razón histórica de las Españas (Madird: Lavel, 1985)
  11. Jose Ortega y Gasset, España invertebrada, http://juango.es/files/Ortega-Y-Gasset—Espana-Invertebrada.pdf
  12. MARíAS , España Inteligible
  13. Juan Francisco de la Bodega y Quadra, El descubrimiento del fin del mundo (1775-1792) (Madrid: Alianza Editorial, 1990)
  14. La ortografía es la que usan los estadounidenses para referirse a estas dos ciudades.
  15. Pilar Máynes, “Ascensión y Miguel León-Portilla, Las primeras gramáticas del Nuevo Mundo,” SciELO (Mexico: fondo de Cultura Economica, 2009), http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0071-16752010000100022
  16. Domingo de Santo Tomás publicó en Valladolid las dos primeras obras en quechua, la Gramática o arte de la lengua general de los indios de los reinos del Perú, y el Lexicón o vocabulario de la lengua general del Perú. Posteriormente regresaría a Perú donde sería nombrado obispo de Charcas en el alto Perú, actualmente en Bolivia.
  17. En julio de 1570, Felipe II promulgó la Real Cedula en la que declaro el náhuatl como lengua oficial para la cristianización de los indios de Nueva España, véase Icíar Alonso Araguás, Intérpretes de Indias. La mediación lingüística y cultural en los viajes de exploración y conquista: Antillas, Caribe y Golfo de México (1492-1540) (Salamanca: Universidad de Salamanca, Facultad de Traducción y Documentación, Departamento de Traducción e Interpretación,2005), tesis doctoral,https://gredos.usal.es/bitstream/handle/10366/116145/DTI_AlonsoIciar_InterpretesIndias.pdf;jsessionid=75A6A3CC7582F391610C82D3CC2EEC5B?sequence=2
  18. Carlos Heras, “Más allá del español: 500 lenguas corren peligro en América Latina,” El País (15 de abril de 2019), https://elpais.com/elpais/2019/03/29/planeta_futuro/1553860893_490810.html
  19. Margalit Fox, “Chester Nez, 93, Dies; Navajo Words washed from Mouth helped win war,” The New York Times (5 de junio 2014), https://www.nytimes.com/2014/06/06/us/chester-nez-dies-at-93-his-native-tongue-helped-to-win-a-war-of-words.html?_r=1
  20. Vittorio Messori, Leyendas negras de la Iglesia (Barcelona: Planeta, 2004).
  21. Cita de Lord Palmerston, primer ministro de Su Graciosa Majestad Británica.
  22. Más de 62 millones de estadounidenses, el 18,7 % de la población total del país, son de origen hispano. El 71 % de los hispanos utilizan el español en el entorno familiar. El español es, con mucha diferencia, el idioma extranjero más estudiado en todos los niveles educativos de Estados Unidos. Las elecciones presidenciales de 2020 fueron las primeras en las que los hispanos conformarán la minoría étnica más numerosa. En las últimas cinco décadas, la población hispana casi se ha multiplicado por siete y su peso relativo se ha cuadruplicado. En el ámbito de la educación superior, el número de alumnos matriculados en cursos de español supera al número total de alumnos matriculados en cursos de otras lenguas, véase Instituto Cervantes Centro Virtual Cervantes, “El Español una lengua viva,” CVC (2020),informe, 4, https://cvc.cervantes.es/lengua/anuario/anuario_20/informes_ic/p04.htm
  23. Ibíd.

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