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Putumayo: Puerta posterior del narcotráfico en el Nororiente peruano

Resumen

En el Perú, los diferentes gobiernos de turno han aplicado políticas de desarrollo centralistas que han dejado grandes extensiones de territorio descuidadas, sin presencia efectiva del Estado. La zona del Putumayo, que delimita la frontera con Colombia a través del rio del mismo nombre, es uno de estos lugares en donde vienen proliferando el narcotráfico y otros delitos conexos, y en donde organizaciones criminales no solo afectan la seguridad y la soberanía nacional, sino que también perjudican el desarrollo de la región. En ese sentido, resulta indispensable que el Gobierno establezca políticas claras de accionar multisectorial para incrementar la presencia del Estado en estas regiones; de lo contrario, se corre el riesgo de que cuando se quiera intervenir ya sea demasiado tarde. En este artículo se analiza la situación existente en el Putumayo, evidenciándose la urgente necesidad de que el Estado peruano adopte acciones inmediatas y contundentes para evitar nuevos frentes de lucha para las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú, lo que conllevaría a la inevitable pérdida de vidas humanas.

Palabras Clave: FARC, Guerrilla, Putumayo, GAOR, narcotráfico.

Introducción

El Perú ocupa el puesto 19° entre los países con mayor extensión geográfica del planeta y el 3° en Sudamérica, con una extensión total de 1’285, 216 Km2 (sin considerar la extensión de su mar territorial), con una ubicación geográfica estratégica en la parte central y occidental del continente sudamericano. Asimismo, Perú es un país amazónico que limita con otros cinco países y que se proyecta al Océano Pacífico, presentando una gran variedad territorial y climática, y una de las biodiversidades más grandes del mundo.[1] Sin embargo, esa gran diversidad incluye también grandes extensiones de cordilleras, desiertos y selvas de muy difícil acceso.

La provincia de Putumayo, en la región Loreto, a pesar de su amplia biodiversidad y potenciales lugares turísticos, posee uno de los más altos niveles de pobreza en el país debido a su aislamiento geográfico, la falta de presencia del Estado, y bajo desarrollo económico, siendo la corrupción y el narcotráfico factores que agravan dicha situación. Al respecto, el narcotráfico en el área de Putumayo viene siendo impulsado por organizaciones criminales extranjeras, en su mayoría de origen colombiano, y disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que operan en la frontera peruano-colombiana y que han instalado sus campamentos de operaciones en territorio peruano, apoyadas por las comunidades rivereñas peruanas que trabajan en el cultivo de las hojas de coca y de marihuana.

Estas organizaciones criminales se han dividido el dominio y el control de ciertas zonas en Colombia, en donde cultivan, producen y comercializan distintos tipos de estupefacientes que les generan cuantiosas ganancias. Algunas de estas organizaciones son conocidas como Grupos Armados Organizados Remanentes (GAOR) porque sus miembros son ex integrantes de las FARC. La presencia de los GAOR en territorio peruano es una amenaza no solo para la seguridad nacional, sino también para la estabilidad regional; por lo tanto, debe ser controlada en el más corto plazo para evitar su proliferación y fortalecimiento. Sin lugar a duda, la expansión de cultivos de hoja de coca en el área de Putumayo, así como el incremento de delitos conexos relacionados al Tráfico Ilícito Drogas (TID) son serios indicativos que deben ser analizados y deben llamar la urgente atención de las autoridades, antes de que el hecho de enfrentar estas amenazas se convierta en una labor de tiempo completo para el Estado, en especial para las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú. Se estima que el mayor número de muertes violentas en la región del Putumayo se debe a la guerra abierta entre los GAOR que operan en la zona.[2] En ese sentido, lo que viene ocurriendo en los Valles de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) muestra la complejidad del problema, lo laborioso que es contenerlo y lo costoso que puede ser erradicarlo.

Haciendo un símil entre cómo se inicia y se desarrolla el narcoterrorismo en el VRAEM, y los actuales inicios del narcotráfico en el Putumayo se puede formular una hipótesis muy válida: el Putumayo podría convertirse en el próximo VRAEM del Perú, si es que ya no lo es. En este artículo se analiza la situación en la región del Putumayo para llamar la atención de la sociedad y de las principales autoridades del Estado peruano, adoptándose medidas urgentes que combatan las amenazas existentes en esta región del país, antes de que sea demasiado tarde.

Análisis

Un claro ejemplo de la estrecha relación que existe entre el narcotráfico y las organizaciones terroristas que ven en esta actividad ilícita una buena forma de financiamiento son las FARC. Para fines del año 1975, esta organización terrorista contaba con cinco frentes mal armados, poco organizados y con una logística deficiente; sin embargo, todo cambiaría en los años ochenta con el dinero proveniente del narcotráfico, multiplicando sus recursos y modernizando su armamento, lo que aceleró la creación de un mayor número de frentes de lucha. En ese sentido, en el año 1982, las FARC ya contaban con 24 frentes de lucha y antes de concluir esa década el número creció a 48. [3]

Tras intentos fallidos por buscar el diálogo con las FARC y la paz en Colombia, el presidente Andrés Pastrana (1998 – 2002) firmó el “Plan Colombia”, obteniendo financiamiento y asistencia militar por parte de los Estados Unidos con el propósito de modernizar las Fuerzas Armadas colombianas y combatir de manera más efectiva a las FARC. Es así que durante el gobierno de Juan Manuel Santos (2010 – 2018) se realizaron contundentes operativos contra esta organización terrorista, sentando las bases y las condiciones para el inicio de un proceso de diálogo tendiente a buscar la paz en Colombia, la cual se materializó con el “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”. No obstante, en los primeros meses del año 2018, se detectó la presencia de dos GAOR que operaban en los poblados contiguos a lo largo del río Putumayo, los cuales -aprovechándose de la escasa presencia del Estado y de las características geográficas de la zona- vienen ingresando a territorio peruano para realizar actividades ilícitas conexas al narcotráfico, como el tráfico de armas y municiones, el cobro de cupos, o el reclutamiento forzoso, entre otros delitos, poniendo en riesgo la seguridad de la población peruana de la zona.

Al respecto, Adriana Chica, periodista y politóloga colombiana, menciona que durante la reestructuración de los grupos armados en Colombia tras la desmovilización de las FARC, las células de ex militantes disidentes de esta organización se convirtieron rápidamente en uno de los principales actores de la nueva dinámica de la criminalidad. Para ellos, han sido capaces de reconstruir viejas alianzas y construir otras, habiéndose fortalecido con el único interés del negocio del narcotráfico.[4] En ese sentido, los GAOR apostadas en la zona fronteriza del Putumayo (lado Colombiano) centran sus actividades en el TID, mostrándose interesados en la expansión de su área de injerencia a lo largo del río Putumayo, lo cual les permitiría asegurar un corredor de movilidad hacia Brasil para controlar los cultivos de plantaciones de coca y la producción de droga en toda la frontera entre Perú y Colombia, incluyendo el “Alto Putumayo”, el “Bajo Putumayo” y la zona del «Trapecio Amazónico».

Por una parte, desde inicios del año 2020, la zona del «Alto Putumayo» (frontera Perú – Colombia) se mantiene en alerta constante ante la presencia esporádica de miembros de los GAOR, principalmente en los puertos de ambos países, donde pretenden consolidar su presencia para lograr el monopolio de las actividades ligadas al TID. En ese sentido, el GAOR predominante en la zona del “Alto Putumayo” cuenta con aproximadamente 200 integrantes armados, distribuidos en nueve comisiones y un coordinador financiero. Este GAOR también es conocido como “los Sinaloa» (debido a su abatido líder Pedro Oberman Goyes «Sinaloa») y se autodenominan “La Mafia», «Águilas del Sur» o «Comandos de la Frontera», siendo este último seudónimo el utilizado en las localidades del municipio de Puerto Leguízamo (Departamento de Putumayo – Colombia) y en sus zonas de influencia en la frontera entre Colombia, Ecuador y Perú. Adicionalmente, los “Comandos de la Frontera” han optado por captar informantes en la mayoría de poblados y comunidades ubicadas en ambas orillas del río Putumayo, como parte de sus medidas de seguridad para el desplazamiento de sus comisiones y el traslado de sus cargamentos (droga y armamento) a lo largo de este río, evidenciándose la captación de jóvenes y niños, en algunos casos armados. Asimismo, utilizan Vehículos Aéreos no Tripulados con los cuales vigilan las actividades de las Bases Militares, Puestos de Control de las Fuerzas del Orden y las unidades fluviales que transitan en el río Putumayo.

Por otra parte, en el área que comprende el «Bajo Putumayo» (lado Peruano) se observa el incremento en la cantidad de integrantes de los GAOR, dedicados a la siembra de plantaciones de coca, la construcción de laboratorios rústicos clandestinos para el procesamiento de Pasta Básica de Cocaína, así como al tráfico y distribución de insumos logísticos. Por esta razón, en el año 2020, se incrementaron los desplazamientos de los GAOR a las comunidades nativas para utilizarlas como zonas de descanso y realizar actividades de abastecimiento de víveres, coordinación de acciones relacionadas al TID (incentivar el cultivo de plantaciones de coca), y realizar extorsiones a los dueños de embarcaciones que cruzan por el río Putumayo. Igualmente, intentan obtener información sobre la presencia de otros grupos de narcotraficantes que transiten por el área que aún no se hayan acogido a sus disposiciones, y sobre las Fuerzas del Orden presentes en la zona; asimismo, pagan a los pobladores para que trabajen para ellos como colaboradores e informantes.

El GAOR predominante en la zona del “Bajo Putumayo” se autodenomina Frente «Carolina Ramírez». Este GAOR concentra generalmente sus actividades en territorio colombiano, al sur del departamento de Caquetá. Sin embargo, en la frontera con Perú, hacen presencia en las localidades ubicadas en la ribera del río Putumayo, constituyendo una amenaza creciente y preocupante debido a que sus actividades están ligadas al TID, tráfico de armas, extorsión, entre otros, buscando con ello consolidar su dominio sobre las referidas actividades en los sectores donde predominan los «Comandos de la Frontera». Este hecho ha creado un escenario de continuo enfrentamiento entre dichos grupos, perturbando la tranquilidad en ambas riberas del rio Putumayo.

En ese contexto, la presencia de estas organizaciones delincuenciales en territorio peruano se debe a las limitadas acciones de prevención por parte del Estado, así como a una débil cultura de paz, al escaso diálogo Estado – población, a la reducida capacidad operativa de los Gobiernos Locales y Regionales para cerrar brechas criticas (como el déficit de recursos humanos, recursos tecnológicos y logísticos), a las limitaciones de los operadores de justicia y al inadecuado marco normativo.

El Sistema de Información de Control de Drogas (SISCOD) de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) informó que, al 31 de diciembre de 2017, la extensión total ocupada por cultivos de hoja de coca en la zona del Putumayo se incrementó en un 13,7% con respecto al año 2016. No obstante, las mayores extensiones de cultivos de hoja de coca aún se concentran en la zona del VRAEM, con 21,657 hectáreas, y en La Convención y Lares, con 10,479 hectáreas. En ese sentido, la zona del Putumayo representa menos del 10% de los cultivos de hoja de coca existentes en el Perú, motivo por el cual DEVIDA -quien asigna los presupuestos para combatir el TID a nivel nacional- desestima la zona del Putumayo como un área de preocupación.

Conclusiones

Las operaciones militares en apoyo a la Policía Nacional del Perú necesarias para cubrir la totalidad del territorio que abarca la región del Putumayo requieren de un presupuesto considerable, pero absolutamente necesario. El hecho de no actuar con prontitud, eficacia y contundencia posibilitará que estos grupos delincuenciales crezcan y que –posiblemente- hagan la transición a narcoterrorismo, convirtiéndose en una serie amenaza para el Estado peruano y un problema igual o mayor al que se presenta actualmente en el VRAEM.

Este es el momento de tomar decisiones con visión de futuro, pensando en los peruanos que viven en esa zona alejada del país, así como de facilitar el desarrollo de las zonas fronterizas y de evidenciar las buenas relaciones internacionales que existen con Colombia. Asimismo, es momento de trabajar de manera coordinada entre los sectores del Gobierno y los poderes del Estado, demostrándole a la población que el Estado peruano está presente en donde se le necesite.

Notas finales:

  1. Alex Dibey Guerrero Milian, Andrés Fabián Gutiérrez Gutiérrez y Máximo Jesús Martínez Coronel, Planeamiento Estratégico para la Provincia Putumayo-Loreto, Tesis para obtener el grado de Magíster en Administración Estratégica de Empresas otorgado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, (Santiago de Surco, Setiembre de 2018), https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/20.500.12404/12628/GUERRERO_GUTIERREZ_PLANEAMIENTO_PUTUMAYO.pdf?sequence=1&isAllowed=y, (Consultado el 7 de julio de 2021).
  2. Ricardo León, “Fuego cruzado en el Putumayo”, https://especiales.elcomercio.pe/?q=especiales/fuego-cruzado-en-la-frontera-del-putumayo-ecpm/index.html, (Consultado el 9 de julio de 2021), 1.
  3. Daniel Pécaut, “Las FARC: ¿Una guerrilla sin fin o sin fines?” Editorial NORMA (1 de enero de 2000), 3.
  4. Adriana Chica García, “Quiénes son los disidentes de las FARC que tomaron el control del narcotráfico en Colombia”, Infobae, (Bogotá – Colombia: 8 de setiembre de 2021), https://www.infobae.com/america/colombia/2018/09/08/quienes-son-los-disidentes-de-las-farc-que-tomaron-el-control-del-narcotrafico-en-colombia/ (Consultado el 7 de julio del 2021), 1.

 

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Las ideas contenidas en este análisis son responsabilidad exclusiva del autor, sin que refleje necesariamente el pensamiento del CEEEP ni del Ejército del Perú

Imagen: CEEEP

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