El Conflicto en Ucrania: Guerra Híbrida e Intervención Militar Convencional

Este artículo ha sido publicado inicialmente en la Revista Seguridad y Poder Terrestre
Vol. 1 N.° 1 (2022): Julio – Setiembre
DOI: https://doi.org/10.56221/spt.v1i1.7


Resumen

La guerra entre Rusia y Ucrania representa uno de los desafíos más significativos del Kremlin en su historia reciente. Sin duda, uno de los principales objetivos del juego de poder de Moscú es ocupar espacios geográficos en su frontera occidental para repeler toda acción que contravenga a sus intereses geopolíticos. El uso de medios militares y no militares por parte de Rusia -cuyas acciones se definen como una “guerra híbrida”- se convierten en la estrategia principal para enfrentar cualquier avance de Occidente en sus fronteras próximas. El análisis de la guerra en Ucrania debe abordarse, por tanto, no solo desde la perspectiva militar, sino también desde la perspectiva de la estrategia comunicacional, en donde la propaganda y la desinformación se convierten en herramientas útiles para las tácticas contemporáneas. Por lo tanto, las “guerras híbridas» van más allá del terreno militar y se complementan con ataques en el ciberespacio para desestabilizar a los gobiernos, como lo acontecido en Ucrania.

Palabras clave: Estados Unidos, guerra convencional, guerra híbrida, OTAN, Rusia, Ucrania, Unión Europea.

Introducción

El desarrollo de una guerra híbrida -en el contexto del conflicto armado entre Rusia y Ucrania- evidencia que el empleo de la fuerza militar y de otros medios (como los ciberataques) altera la seguridad colectiva europea y contraviene el “orden mundial” establecido tras la Segunda Guerra Mundial. En ese sentido, el empleo de medios estratégicos que contribuye a la disuasión y la desinformación, así como los ciberataques, denota un claro eje de acción de Rusia para emprender su proyección militar en Ucrania. Por ende, las nuevas formas de guerra, más allá de lo convencional, se convierten en el eslabón que prima en los conflictos del siglo XXI.

El pensamiento estratégico de Rusia reconoce que la guerra híbrida es la base -o la nueva forma- para enfrentar al adversario en detrimento de sus intereses, convirtiéndose en la línea primigenia para la ampliación de la maniobra militar. Sin duda, el objetivo de la guerra híbrida rusa implementada en Ucrania, más allá de la fusión de medios convencionales y no convencionales, busca evitar la confrontación militar directa con Occidente. Si –como mencionó Clausewitz- “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, es de resaltar que esos “otros medios” se han transformado en una arquitectura digital que contribuye a que nuevas modalidades -como los ciberataques- sean las herramientas preferidas en la actualidad. Del mismo modo, las sanciones económicas y financieras forman parte de una nueva modalidad de guerra híbrida, generando contrapesos a los objetivos de Moscú en Europa del Este, particularmente en Ucrania.

Comprendiendo la guerra hibrida

Para comprender la realidad de la permanente crisis entre Ucrania y Rusia a lo largo de los últimos años, se debe analizar primero el concepto de “guerra híbrida”. Según este concepto, Rusia interviene en Ucrania mediante dos tipos de fuerzas: por un lado, a través de los grupos armados no convencionales (el servicio de espionaje) y, por el otro, a través de las fuerzas militares.[1] La popularización del término “guerra híbrida” se puede atribuir al teórico militar estadounidense Frank Hoffman, quien en su famosa obra “Conflicto en el siglo XXI” hizo un intento de conceptualizar la evolución del entorno del campo de batalla que trasciende la comúnmente división lineal aceptada entre tipos regulares e irregulares de guerra.[2] Según explica Ofer Fridman, en su libro Russian ‘Hybrid Warfare’: Resurgence and Politicisation”, en su interpretación original, la guerra hibrida era un concepto táctico-operativo destinado a mejorar el desempeño de las unidades militares en el complejo entorno del campo de batalla del siglo XXI.[3]

Sin embargo, con el tiempo, esta teoría fue reconceptualizada, abarcando dimensiones adicionales a las contempladas en el concepto original. El primer intento integral de reconceptualizar la guerra híbrida fue realizado por la OTAN en su Bi-Strategic Command Capstone Concept” del año 2010, que establecía que “las amenazas híbridas son aquellas que plantean los adversarios, con la capacidad de emplear simultáneamente medios convencionales y no convencionales de forma adaptativa en la búsqueda de sus objetivos.” Adicionalmente, en este documento se señalaba que “Las amenazas híbridas están compuestas y operan a través de múltiples sistemas/subsistemas (incluyendo económico/financiero, legal, política, social y militar/de seguridad) simultáneamente.”[4]

Por lo tanto, llama la atención que la guerra híbrida, con la adopción de nuevas formas bélicas y una serie de acciones para desestabilizar a un país, muestra una estrategia rusa capaz de disuadir a cualquier país Occidental para intervenir e involucrarse directamente en la guerra en Ucrania. En ese sentido, la Doctrina Gerasimov sustenta el concepto de guerra híbrida aplicado por Rusia y muestra una visión estratégica muy particular. El concepto operativo se desarrolla mediante lo que Makotczenko determina como “la adopción de medidas militares y no militares.” Por una parte, las medidas militares son las mismas que se aplican en una guerra convencional, basándose en el poder combativo relativo de una nación. Por otra parte, las medidas no militares se muestran operativamente a través de acciones en forma de coalición y formación de la presión política y diplomática, sanciones económicas, bloqueo económico, cese de relaciones diplomáticas y búsqueda del apoyo de los medios informativos, entre otras.[5] No obstante, la mayor crítica procede de los que temen que la guerra híbrida corra el riesgo de perder su valor explicativo al haberse popularizado para comprender las intervenciones rusas en Crimea y en el este de Ucrania, argumentando que se trata simplemente de la plasmación de la doctrina Gerasimov o que Moscú ha adoptado los preceptos de la guerra híbrida.[6]

Contextualizar la forma cómo ha ido evolucionando el conflicto en Ucrania pone de manifiesto aquellos escenarios bélicos que no se visualizaban de manera inmediata. El discurso por parte del Gobierno de Vladímir Putin manifestando que un ataque a Ucrania no era posible fue, sin embargo, la táctica para emprender una de las estrategias geopolíticas más arriesgadas de la post guerra fría en Europa. El inicio de las operaciones ofensivas del 24 de febrero de 2022 puso en evidencia la intención del Kremlin de seguir manteniendo su esfera de influencia en el corazón del continente europeo, en detrimento de cualquier concepción de soberanía e integridad territorial. De esa manera, la guerra híbrida se veía acompañada de una intervención militar, considerando –finalmente- que la tradicional estrategia militar es la que permite ganar terreno. En ese sentido, el ataque con misiles a instalaciones militares ucranianas, la guerra electrónica y la desinformación hicieron que la agresión fuera la forma de demostrar el poder real de Rusia en Ucrania.

La visión imperial del presidente Putin, en su afán de revivir a Rusia como potencia global, fomentó el uso de la geopolítica clásica. Las acciones bélicas rusas muestran el deseo de Moscú para que Ucrania continúe siendo un Estado tapón (buffer) que impida la expansión de la OTAN hacia Europa del Este y hacia sus fronteras. Sin embargo, a pesar de la aspiración ucraniana, lo cierto es que fue Estados Unidos quien rechazó en su momento la integración de Ucrania a la OTAN, y lo hizo –precisamente- por su falta de interés tanto para detener la guerra híbrida en curso, como de implicarse en aquella región de Europa Oriental.[7] Mientras tanto, cuando las tropas rusas iniciaron sus acciones ofensivas en la madrugada del 24 de febrero, simultáneamente se realizaron ciberataques contra Ucrania, dañando sitios webs gubernamentales importantes, como el del Ministerio de Asuntos Exteriores, Infraestructura, entre otros.

Según Mason Clark, analista del Instituto para el Estudio de la Guerra, “Rusia se ve a sí misma librando una guerra híbrida en curso contra Estados Unidos y está moldeando sus herramientas militares y no militares de poder estatal para ganar esta guerra.”[8] En septiembre de 2020, Clark manifestó que el ejército ruso estaba enfocando activamente su preparación para incrementar sus capacidades a fin de ganar guerras híbridas en futuros conflictos.[9]

Involucramiento de actores internacionales

No obstante, ambos bandos enfrentados tienen sus propias tácticas de guerra híbrida. Por una parte, desde inicios de febrero de 2022, se evidenciaron ataques cibernéticos por parte de Rusia contra el Ministerio de Defensa ucraniano y dos de las instituciones crediticias más grandes de Ucrania, PrivatBank y Oschadbank. Asimismo, el 21 de febrero de 2022, el presidente Putin reconoció a las dos autoproclamadas republica independientes de la región del Dombás, Donetsk y Luhansk. Por otra parte, el canciller alemán, Olaf Scholz, suspendió la autorización de la operación del gasoducto Nord Stream 2, haciendo eco a las sanciones impuestas por países Occidentales contra Rusia. En el mismo contexto, al presidente estadounidense, Joe Biden, se le presentaron opciones para definir medidas de bloqueo tecnológico a Rusia (como obstaculizar la conexión a internet, cortar el suministro eléctrico y colapsar el sistema ferroviario, entre otras), mientras que se anunciaba que el G7 había acordado “paquetes de sanciones devastadoras» contra Rusia. Adicionalmente, el primer ministro británico, Boris Johnson, dispuso la exclusión de los bancos rusos del sistema bancario de su país, afectando de esta manera la obtención de deuda soberana por parte de Rusia en el mercado británico. Del mismo modo, Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá decidieron cerrar su espacio aéreo a los vuelos comerciales procedentes de Rusia, por lo que Moscú no se quedó atrás y, por reciprocidad, aplicó la misma medida.

Aun así, no se descarta que en la guerra híbrida se empleen métodos más convencionales de corte militar, como los bombardeos y la intervención en Ucrania. Al respecto, el 28 de febrero de 2022, el Ministerio de Defensa ruso anunció victorias en los ejes de Crimea y Dombás, así como afirmó que Rusia había logrado superioridad aérea sobre Ucrania, lo que reforzó las percepciones engañosas de una operación militar fácil en Ucrania para el público ruso. Los canales de televisión estatales rusos afirmaron que el ejército ruso ya no podía retroceder, especialmente después de obtener el control del espacio aéreo ucraniano, lo que ha resultado engañoso y ha mostrado la narrativa de información para futuras escaladas rusas en Ucrania.[10] Además de las tácticas militares por parte de Rusia, el Kremlin congeló en gran medida el comercio de divisas y elevó las tasas de interés para detener la caída libre del rublo, el cual –al 28 de febrero- ya había caído 30% frete al dólar. Por su parte, Estados Unidos y sus aliados europeos impusieron nuevas sanciones contra el Banco Central de Rusia, lo que estrangula su capacidad para apuntalar el rublo. Los paraísos fiscales Suiza y Mónaco se unieron a las sanciones de la Unión Europea, rompiendo la tradición suiza de neutralidad.[11]

En el marco de la ONU, el 2 de marzo de 2022, la Asamblea General aprobó la condena a Rusia y pidió el cese de las hostilidades contra Ucrania. La resolución contó con el aval de 141 de los 193 Estados miembros de la organización, en conformidad con la integridad territorial y los efectos humanitarios que la guerra está generando a los ucranianos. Días antes, el 26 de febrero de 2022, Finlandia y Suecia habían manifestado su derecho soberano de decidir integrarse a la OTAN, a pesar de las amenazas de Rusia. Dicho anuncio provocó la molestia del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, advirtiendo que una adhesión de Finlandia o de Suecia a la OTAN «tendría repercusiones militares y políticas graves.» En efecto, la convergencia de factores de la actual guerra híbrida, desde la disuasión por parte de Rusia hasta la puesta en marcha de sanciones económicas por parte de Occidente, presenta graves implicaciones y altera el “orden mundial” establecido después de la Segunda Guerra Mundial.

Un nuevo orden mundial

La creación de la OTAN, en el año 1949, implicó el establecimiento de un vínculo militar y político entre Estados Unidos y Europa Occidental, cuyos espacios vitales se definieron para repeler toda influencia de Moscú en el continente europeo. En ese sentido, el anillo de seguridad extensivo de la OTAN -cercano a las fronteras de Rusia- le genera grandes fricciones al Kremlin, considerando que en la década de los 90 la OTAN contaba con 16 miembros, mientras que ahora cuenta con 30. Es evidente que la escalada del conflicto armado en Ucrania y el involucramiento de los principales actores internacionales generan una distorsión o, al menos, un viraje al “orden mundial” establecido.

Al respecto, la politóloga argentina Natalia Peritore afirma que antes de ahondar en el tema, primero es conveniente definir el concepto “orden mundial”. En ese sentido, podría decirse que el “orden mundial” es un conjunto de reglas de juego, principios e instituciones pactados entre las potencias dominantes, los cuales rigen las relaciones entre los diversos actores del escenario internacional. En términos formales, Rusia -al invadir Ucrania- violó normas internacionales. Sin embargo, ¿ha sido Rusia el único Estado en hacerlo en las últimas décadas? La respuesta es ciertamente no, siendo Estados Unidos un claro ejemplo de ello. Por lo tanto, la supuesta igualdad jurídica de los Estados (soberanos e independientes) resulta ser, muchas veces, una ficción. Entonces, ¿sería preciso cambiar las reglas de juego del orden mundial establecido? Sin duda, ante en una eventual victoria rusa, se encenderían luces de alarma con respecto a la estructura que viene gobernando al mundo desde fines de la Segunda Guerra Mundial.[12]

Sin embargo, en estas circunstancias, ¿cuál sería el costo de una victoria rusa? En este mundo tan globalizado e interdependiente ser considerado un “paria” (al actuar fuera de las normas internacionales de comportamiento) no sería una opción viable para Rusia. En este contexto, algunos analistas sostienen que la República Popular China (RPC) podría “ganar” a partir de esta contienda, al verse fortalecida su relación con Rusia, dadas las fuertes sanciones económicas impuestas sobre Moscú. No obstante, es necesario entender que la RPC no se encuentra en una posición cómoda, ya que sus intereses económicos superan la relación que mantiene con Rusia. Es aquí donde entran en juego los Estados europeos, dado el peso significativo de su relación comercial con China. Son estos mismos Estados los que también deberían analizar su arquitectura de seguridad con y sin Estados Unidos, país que desde hace ya algunos años se enfoca intensamente en la región del Asia-Pacífico.[13]

En ese sentido, Irma Argüello, presidente de la Fundación NPSGlobal, afirma que la verdadera puja mundial es entre Oriente y Occidente, pero considera que el actor que representa a Oriente es la RPC. China es un actor que hay que tener muy en cuenta, porque pretende la expansión global por otros medios. El expansionismo de la RPC no comulga con el expansionismo militar ruso, lo cual ha quedado evidenciado a través de la abstención de China en las votaciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de la ONU. La RPC se ha dado cuenta de que no le conviene ir por el camino bélico, sino por el expansionismo económico. Entonces, por más que no se pueda mostrar concretamente, esta situación representa cierta fractura con Oriente, al menos con la decisión tomada por el presidente Putin de invadir Ucrania.[14]

La perspectiva rusa

El conflicto ruso–ucraniano conjuga múltiples aristas que involucran a actores relevantes de las relaciones internacionales, generando así contrapesos en la opinión pública internacional. Desde hace ocho años, Rusia culpa a Ucrania por el desenlace de esta situación, a través de una mezcla de noticias falsas, acompañadas del revisionismo histórico de la extinta Unión Soviética. La narrativa rusa justifica sus acciones debido al supuesto genocidio ucraniano en el Dombás y al constante avance de la OTAN sobre Moscú. Hechos que han servido de pretexto para que el presidente Putin justifique una invasión a Ucrania en “legítima defensa”.

El presidente ruso manifiesta que Ucrania es parte inseparable de Rusia. Por lo tanto, lo que piense la mayoría de los ucranianos le tiene sin cuidado, ya que lo único que importa es la grandeza de Rusia y su lugar en el mundo. Sin embargo, el objetivo del presidente Putin trasciende a Ucrania. Su guerra apunta a la totalidad del sistema europeo, el cual se basa en la inviolabilidad de las fronteras. Con su intento de redibujar el mapa por la fuerza, Putin aspira a revertir el proyecto europeo y restablecer a Rusia como la principal potencia, al menos en Europa Oriental. Se trata de borrar las humillaciones de los años noventa y de que Rusia vuelva a ser una potencia global, a la par de Estados Unidos y de la RPC.[15]

Además de las acciones geopolíticas, militares y económicas alrededor del conflicto en Ucrania, se debe resaltar la manera en que la estrategia comunicacional acapara toda la atención mundial. La guerra de la desinformación viene a ser uno de los objetivos principales del conflicto. El juego de la guerra híbrida y la puesta en marcha de una potente lingüística denotan un carácter que a veces no es subjetivo, sino que apela al poder de la conquista que Rusia viene anhelando. El 21 de febrero de 2022, el presidente ruso afirmó que Ucrania era un “Estado fallido”, culpando al nacionalismo ucraniano de los problemas del país. Posteriormente, el 24 de febrero de 2022, Putin ordenó el inicio de las operaciones ofensivas por parte de las fuerzas militares rusas contra Ucrania, ocasionando la mayor invasión en la historia europea de la posguerra. Según el presidente ruso, el objetivo oficial del ataque es «desnazificar» a Ucrania y detener el «genocidio en curso de los rusófonos» en el país.[16]

Por otra parte, el anuncio de que las fuerzas nucleares estratégicas rusas serían elevadas a un estado de alerta más alto fue un claro intento de disuadir la acción militar occidental directa. Pero, aunque los políticos tienen razón al tomar en serio la escalada nuclear, no deberían descartar los riesgos de una guerra convencional entre la OTAN y Rusia. De hecho, si el daño económico en Rusia se vuelve lo suficientemente severo, Putin puede decidir que vale la pena tomar represalias a través de medios no militares, como los ataques cibernéticos. Asimismo, el presidente ruso podría apreciar que las cosas están lo suficientemente mal como para que valga la pena renunciar a los ingresos por energía y cerrar algunos gasoductos a Europa, lo que dispararía los precios de la energía.

Presumiblemente, Rusia emplearía estas acciones para ganar influencia sobre la política occidental, pero los ataques cibernéticos fácilmente podrían resultar contraproducentes, desencadenando consultas en virtud del artículo 5 del tratado fundacional de la OTAN, que establece que un ataque contra un Estado miembro se considerará un ataque contra todos ellos. Esta situación podría generar ataques cibernéticos de represalia contra Rusia y un escalamiento de la tensión.[17] Sin embargo, la opinión pública en Estados Unidos ve los ataques cibernéticos como un medio muy diferente al empleado en una guerra convencional. Por ende, se podría vaticinar que Estados Unidos y los países europeos involucrados en el conflicto ucraniano resistirían a cierto nivel de daño causado por un ataque cibernético ruso, alejando la posibilidad de un enfrentamiento convencional directo.

Conclusión

La guerra en Ucrania altera la estabilidad no solo de Europa, sino también del “orden mundial” establecido tras la Segunda Guerra Mundial. Por una parte, el uso de estrategias en el contexto de una guerra híbrida muestra formas de una guerra no lineal, a través del empleo de las fuerzas militares en campos de batalla convencionales, así como el empleo de los otros instrumentos del poder nacional ruso en diferentes escenarios geopolíticos, por medio de la Doctrina Gerasimov. Por otra parte, las sanciones Occidentales contra Rusia se convierten en una herramienta de contrapeso -mediante el poder no militar- para impedir el logro de los objetivos estratégicos rusos.

Los desafíos militares, económicos, tecnológicos y diplomáticos que enfrentan Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN -durante el conflicto en Ucrania- desconfiguran el estatus quo Occidental frente a las guerras no convencionales, las cuales se vuelven más competitivas y en donde la ciberguerra se convierte en el paso previo a la ofensiva militar. En ese sentido, la puesta en marcha de estrategias militares y no militares es un juego que Moscú ha sabido adaptar para mantener su poder e influencia en sus fronteras próximas. La desinformación constituye la principal herramienta del Kremlin para justificar su expansión en términos militares convencionales en Ucrania. Sin embargo, en todos los demás frentes (político, económico, financiero, mediático, digital, cultural, entre otros) se ha convertido en una guerra mundial implementada por Rusia tras su intervención en Ucrania y cuyos efectos se vienen percibiendo en todos los campos de la actividad humana.

Notas finales

  1. Silvia Marcu, “La crisis Rusia-Ucrania: entre la ‘guerra híbrida’ y los anhelos de integración atlántica. Algunas reflexiones geopolíticas”, Asociación Española de Geografía (España: 9 de abril de 2021). https://www.age-geografia.es/site/la-crisis-rusia-ucrania-entre-la-guerra-hibrida-y-los-anhelos-de-integracion-atlantica-algunas-reflexiones-geopoliticas-por-silvia-marcu/
  2. “El manual bélico de Vladímir Putin: qué es la ‘guerra híbrida’, y por qué se cree que podría ser la estrategia rusa en Ucrania”, Infobae (24 de febrero de 2022), https://www.infobae.com/america/mundo/2022/02/24/guerra-rusia-ucrania-el-manual-belico-de-vladimir-putin-que-es-la-guerra-hibrida-y-por-que-se-cree-que-podria-ser-la-estrategia-rusa-en-ucrania/
  3. Ibíd.
  4. Ibíd.
  5. Alberto Castro Villa, “La Cancillería y la Guerra Híbrida: El caso Lavrov en los conflictos rusos del Siglo XXI”, Centro de Estudios Estratégicos del Ejército del Perú CEEEP (Perú: 5 de mayo de 2021), https://ceeep.mil.pe/2021/05/05/la-cancilleria-y-la-guerra-hibrida-el-caso-lavrov-en-los-conflictos-rusos-del-siglo-xxi/; Miguel Makotczenko, “Una nueva visión de la estrategia militar en la concepción del general de la Federación Rusa, Valery Gerasimov,” Escuela Superior de Guerra Conjunta de las Fuerzas Armadas Argentina (Revista Visión Conjunta año 11, n.° 21: diciembre de 2009), http://190.12.101.91/jspui/bitstream/1847939/1336/1/VC%2021-%202019%20Makotczenko.pdf.
  6. Guillém Colom Piella, “La Doctrina Gerasimov y el Pensamiento Estratégico Ruso Contemporáneo” Ejército de Tierra Español (Revista Ejército año LXXIX, n.° 933: diciembre 2018), https://ejercito.defensa.gob.es/Galerias/multimedia/revista-ejercito/2019/933/accesible/Revista_Ejercito_Accesible.pdf
  7. George Chaya, “La encrucijada de Ucrania ante la guerra híbrida: la Alianza Atlántica o enfrentar la anexión de facto de Rusia”, Infobae (29 de enero de 2022), https://www.infobae.com/america/mundo/2022/01/29/la-encrucijada-de-ucrania-ante-la-guerra-hibrida-la-alianza-atlantica-o-enfrentar-la-anexion-de-facto-de-rusia/
  8. Ibíd.
  9. Ibíd.
  10. “Ukraine conflict update 11”, Instituto para el Estudio de la Guerra – Equipo de Rusia (28 de febrero de 2022), https://understandingwar.org/backgrounder/ukraine-conflict-update-11
  11. Ibíd.
  12. Lucía Sol Miguel, “Rusia-Ucrania: ¿Es posible una guerra nuclear? Las respuestas de expertos a las preguntas sobre el futuro del conflicto”, La Nación (5 de marzo de 2022), https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/rusia-ucrania-es-posible-una-guerra-nuclear-las-respuestas-de-expertos-a-las-preguntas-sobre-el-nid05032022/
  13. Ibíd.
  14. Ibíd.
  15. Joschka Fischer, “El futuro robado de Rusia”, Política Exterior (28 de febrero de 2022), https://www.politicaexterior.com/el-futuro-robado-de-rusia/
  16. Tomasz Kamusella, “Democracy and Putin’s obsession with a “nazi anti-Russia” Ukraine”, New Eastern Europe (7 de marzo de 2022), https://neweasterneurope.eu/2022/03/07/democracy-and-putins-obsession-with-a-nazi-anti-russia-ukraine/
  17. Emma Ashford y Joshua Shifrinson, “How the War in Ukraine Could Get Much Worse”, Foreign Affairs (8 de marzo de 2022), https://www.foreignaffairs.com/articles/ukraine/2022-03-08/how-war-ukraine-could-get-much-worse

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