Este artículo ha sido publicado inicialmente en la Revista Seguridad y Poder Terrestre
Vol. 1 N.° 1 (2022): Julio – Setiembre
DOI: https://doi.org/10.56221/spt.v1i1.10
Resumen
A lo largo de la historia, la mujer ha tenido una marcada presencia en el quehacer de las diferentes organizaciones militares existentes en el Perú, así como en las acciones castrenses habidas en todo tiempo. No obstante, es a partir del año 1996 cuando -gracias a la promulgación de la Ley 26628 que amplió el acceso de la mujer a las Escuelas de Oficiales y Suboficiales de las Fuerzas Armadas- se producen importantes cambios que permiten reforzar el significativo rol de la mujer peruana en el ámbito militar. Tras 25 años de promulgada esta Ley, el Ejército del Perú cuenta en la actualidad con más de dos mil mujeres en el servicio activo, quienes se encuentran desplegadas a lo largo del territorio nacional asumiendo diferentes funciones, destacando en capacitaciones en el extranjero, o mostrando una notoria participación y desempeño en misiones de paz de las Naciones Unidas, alcanzado ascensos y distinciones al igual que sus compañeros varones. En tal sentido, en este artículo se muestra el importante aporte de la mujer en la historia castrense del Perú, así como los avances y retos en su proceso de incorporación al Ejército.
Palabras clave: Mujer militar, Ejército del Perú, incorporación de la mujer al Ejército, inclusión.
Introducción
En el Perú, la participación de la mujer en el ámbito castrense ha mostrado importantes avances, lográndose su incorporación paulatina en un mundo tradicionalmente masculino. Sin embargo, las dificultades siguen siendo significativas, reflejándose, por ejemplo, en la ausencia de adecuada infraestructura, así como en la falta de procesos de construcción de igualdad de oportunidades, al persistir restricciones basadas en género para formar parte de ciertas Armas y especialidades en el Ejército. Para comprender los avances y dificultades de la incorporación de la mujer a la vida militar es, por tanto, necesario conocer cómo ha sido su evolución, cómo se percibe y cómo se proyecta la presencia femenina en el Ejército. Asimismo, resulta necesario comprender los diversos factores que determinan su participación y el modo en que éstos influyen en el incremento del número de mujeres en las instituciones militares.
La Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las Mujeres, la Paz y la Seguridad constituye un importante aporte al brindar un marco de referencia para las políticas de integración de género en las fuerzas armadas y en las distintas misiones militares internacionales. A través de este documento, se reconoce la importancia de garantizar el respeto de la igualdad de derechos de las mujeres y se reafirma el significativo rol que desempeñan las mujeres -en igualdad de condiciones con los hombres- en la prevención y solución de los conflictos y en la consolidación de la paz a todos los niveles.[1] En el marco de este importante aporte normativo se reconoce, igualmente, el impulso que se debe dar al liderazgo de las mujeres, como factor indefectible para lograr la paz.
La presencia de la mujer en la historia castrense
Al hablar de la mujer a lo largo de la historia marcial del Perú, se debe hacer referencia a la Sinchi Chañan Cori Coca y a su participación -acompañando al príncipe Cusi Yupanqui (luego Inca Pachacútec)- en la defensa de su pueblo ante el ataque de los aguerridos Chancas.[2] Otra destacada mujer que ha dejado muestra de su valor es María Micaela Bastidas Puyucahua, precursora de la independencia hispanoamericana, quien con el grado militar de capitán general, fue esposa y principal asesora del cacique José Gabriel Condorcanqui Noguera, Túpac Amaru II. Esta aguerrida mujer se encargaba del aprovisionamiento de las tropas, lo que incluía conseguir y distribuir dinero, alimentos, vestuario y armas, así como de expedir los salvoconductos para facilitar el movimiento de quienes viajaban en el territorio.[3] Teniendo a su cargo la valiosa retaguardia de las fuerzas indígenas, Bastidas puso de manifiesto su capacidad, desarrollando un eficiente sistema de comunicaciones que incluía un servicio de mensajeros a caballo.[4]
Asimismo, no se debe dejar de citar a otras valientes mujeres, como Brígida Silva de Ochoa, quien arriesgó su vida al cumplir el rol de informante de los insurgentes independentistas, y María Parado de Bellido, cuya labor como espía en la sierra central permitió que los patriotas se adelantaran a la acción enemiga, siendo fusilada al negarse a dar información sobre las acciones de los independentistas. Hablar de mujeres heroicas, es referirse también a Cleofé Ramos y a sus hijas María e Higinia Toledo, tres valientes mujeres quienes, por amor a la patria, cortaron en 1821 las amarras del puente colgante sobre el caudaloso río Mantaro para impedir que las tropas realistas continuasen la persecución de los patriotas. Por su liderazgo y valentía fueron reconocidas por el general José de San Martín con la Medalla de Vencedoras. Incluso, hoy en día, un distrito en la Concepción se denomina “Heroínas Toledo” en su homenaje.[5]
Estos ejemplos constituyen, tan solo, una muestra de los innumerables actos de liderazgo, amor y entrega a la patria de incontables mujeres, resultando en un legado e inspiración para las siguientes generaciones. El sacrificio por sus ideales y el amor por su patria son muestras del valor de la mujer peruana a largo de la historia, siendo indispensable difundir estas acciones a través de la educación para evitar su olvido.
Hitos importantes en el Perú
En el año 1955, el presidente Manuel Odría promulgó la histórica Ley 12391, mediante la cual se aprobó el sufragio femenino en el Perú, al otorgar a las mujeres mayores de edad y alfabetizadas su derecho al voto. No obstante, en la práctica, no fue hasta las elecciones de 1980 que las peruanas en su conjunto pudieron votar y participar en la elección presidencial, ejerciendo así uno de sus principales derechos como ciudadanas.[6] Un aspecto a resaltar es que la ley del año 1955 excluía a las mujeres iletradas a ejercer su derecho al voto, mostrando los fuertes conceptos discriminatorios de la época, necesitándose 24 años para lograr una ley más inclusiva y justa.
Con respecto a la participación de la mujer en el ámbito castrense, esta se da de manera progresiva a partir del año 1983, al promulgarse el Decreto Legislativo Nº 264 (Ley del Servicio Militar Obligatorio) que disponía la obligatoriedad de las jóvenes peruanas a servir y cumplir labores administrativas paralelas a su formación militar. Posteriormente, en el año 1996, se crea la Compañía de Servicio Activo no Acuartelado Femenino (CIA SANAF), unidad militar en la cual las mujeres realizaban su servicio militar cumpliendo labores de apoyo en administración, contabilidad, secretariado, y -de acuerdo a su capacitación- en enfermería y sanidad. Tres años después, en el año 1999, al aprobarse el Decreto Legislativo Nº 27178 (Ley del Servicio Militar Voluntario) las jóvenes fueron llamadas al servicio militar de manera voluntaria.
En este contexto, se destaca la aprobación de la Ley N° 26628, en el año 1996, por la cual se permite a las mujeres el acceso a las Escuelas de formación de Oficiales y de Suboficiales de las Fuerzas Armadas. Ese mismo año, el Ejército del Perú asume el reto e inicia el proceso de admisión de la primera promoción de 12 oficiales mujeres instructoras, quienes se graduaron en el año1997. Tras su graduación, la Escuela Militar de Chorrillos “Coronel Francisco Bolognesi” dio inicio al proceso de admisión de la primera promoción de cadetes que incluía a 50 mujeres. Después de cinco años de formación, 37 de ellas lograron graduarse como oficiales del Arma de Comunicaciones, del Servicio de Material de Guerra y del Servicio de Intendencia. Lo propio hizo el Instituto de Educación Superior Tecnológico del Ejército “Sargento 2do Fernando Lores Tenazoa”, donde, en el año 1998, ingresó una primera promoción de 50 alumnas, logrando graduarse 40 de ellas -en el año 2000- como sub oficiales de las especialidades de Auxiliar de Estado Mayor, Operador de Comunicaciones y Auxiliar de Informática. Asimismo, cabe destacar que, en el año 2013, luego de 115 años de existencia de la Escuela Militar de Chorrillos, la Subteniente Vanessa Torres Sullca fue la primera mujer en graduarse como Espada de Honor, al ocupar el primer puesto en el cuadro general de egreso de su promoción, integrada por 262 oficiales.
Cada vez se cuenta con mayor presencia de personal femenino en el Ejército del Perú, llegando a representar, en la actualidad, el 11% del total del personal militar de la institución. En este momento, las oficiales mujeres integran la mayor parte de las Armas y Servicios existentes en la institución; sin embargo, aún no se les permite el acceso a las Armas de Infantería, Caballería y Artillería. En el caso de técnicos y sub oficiales mujeres la situación es muy similar; es decir, no se les permite el acceso a todas las especialidades existentes en el Ejército. No obstante, la mujer en el Ejército se viene preparando de manera permanente e integral en las mismas condiciones que sus compañeros varones, postulando a cursos de especialización y participando en diferentes procesos de admisión como el que se realiza para acceder a la maestría en Ciencia Miliares (Curso de Comando y Estado Mayor) en la Escuela Superior de Guerra del Ejército, en la que desde el año 2009 se han graduado 38 oficiales mujeres.
Las mujeres en las Fuerzas Armadas
En algunos países, se han eliminado las restricciones legales para el acceso femenino a tareas operacionales o de combate y se han establecido e implementado políticas inclusivas que permiten el acceso de las mujeres a distintos cargos y al ejercicio de funciones operacionales en áreas como la infantería, el pilotaje de combate o las unidades submarinas. Tal es el caso de Noruega que, años atrás, habilitó la presencia de mujeres en submarinos y llegó a contar con una mujer como comandante de esa unidad naval.
Por una parte, la incorporación de la mujer en las Fuerzas Armadas del Perú trajo consigo retos por enfrentar y necesidades por satisfacer. No obstante, se aprecian significativos avances en la modificación de infraestructuras, superando progresivamente problemas logísticos, como la falta de alojamientos, aseos, e instalaciones para mujeres. Por otra parte, los varones vienen adecuándose cada vez con mayor normalidad, desarrollándose labores conjuntas en las diferentes unidades y dependencias castrenses.
Con respecto a la presencia de mujeres en el Ejército del Perú, en el año 2021 la institución contaba con 737 oficiales, así como con 1475 técnicos y sub oficiales mujeres. A lo largo de estos años, y gracias a su desempeño en diversos campos, las mujeres castrenses peruanas han llegado a tener presencia a nivel internacional, tanto en expediciones antárticas como en misiones de paz, entre otros ámbitos. Al respecto, desde el año 2004, las mujeres vienen participando como Observadores Militares, así como integrantes del Estado Mayor y de contingentes desplegados en diversas misiones de Naciones Unidas, representando el 12.2% del total de efectivos que el Ejército mantiene en operaciones de paz.[7]
En el Ejército, las mujeres se preparan y capacitan constantemente, al igual que sus compañeros hombres en todo tipo de entrenamiento especializado, incluyendo paracaidistas, maestros de salto y caída libre. Asimismo, muchas otras han logrado ser Comandante de Unidad, piloto en la Aviación del Ejército, o destacar en cursos de blindados y anfibios, así como en investigación, ciencia y tecnología.
Conclusión
La historia del Perú se encuentra llena de valerosas y heroicas mujeres que no dudaron en abrirse paso y enfrentar exitosamente contextos que desafiaban sus roles tradicionales. El ámbito castrense no es ajeno a estas acciones, evidenciándose significativos avances y destacados logros de la mujer en las Fuerzas Armadas, más aún al cumplirse 25 años de la promulgación de la Ley Nº 26628, que permitió su acceso a las Escuelas de formación de las Instituciones Armadas del Perú. Sin embargo, quedan por enfrentar fuertes desafíos para lograr la completa y equitativa integración de la mujer en el Ejército del Perú, requiriéndose nuevas regulaciones, cambios en infraestructura, equipamiento y uniformes adaptados a las necesidades de la mujer, el cambio de mentalidad de los varones que integran esta Institución, y la aplicación de estándares que brinden la posibilidad de acceso a la mujer a tradicionales Armas de combate, entre otros muchos aspectos.
En el marco del reciente bicentenario de la independencia nacional, la mujer peruana ha demostrado y está demostrando una significativa entrega e identificación con la vida militar, al ser madres, esposas, hermanas e hijas que sirven a la nación, anteponiendo el bienestar de la sociedad al suyo propio. Sin duda, su presencia no solo es una fuente de motivación para otras muchas mujeres, sino un vector de cambio hacia unas Fuerzas Armadas cada vez más profesionales, modernas e inclusivas.
Notas Finales
- Carmen Magallón, “Mujer, paz y seguridad: un balance de la Resolución 1325”, (Anuario CEIPAZ, ISSN 2174-3665, n.° 2: 2009), 64. ↑
- Enrique Gargurevich, “Peruanos y soldados en la Independencia”, Editorial Artgraphics (Lima: 2017), 7. ↑
- Manuel Bados, citado por Enrique Gargurevich, “Peruanos y soldados en la Independencia”, Editorial Artgraphics (Lima: 2017),18. ↑
- Schlesinger Arthur, citado por Enrique Gargurevich, “Peruanos y soldados en la Independencia”, Editorial Artgraphics (Lima: 2017), 23. ↑
- Exposición documental, “Mujeres Heroicas de la Independencia del Perú”, Congreso de la República del Perú (2020), https://www.congreso.gob.pe/mujeresheroicas/historia (Consultado el 19 de julio del 2021). ↑
- Sara Beatriz Guardia, “Historia de las mujeres en América Latina”, Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina CEMHAL, (Segunda edición, Editum: Febrero 2002), 245. ↑
- Declaraciones del viceministro de Políticas para la Defensa, Hernán Flores Ayala, durante la 25ª Conferencia Anual de la Asociación Internacional de Centros de Entrenamiento para el Mantenimiento de la Paz (Lima: 2019). ↑