Cambio Climático: Relación Intrínseca con la Seguridad y la Defensa

Este artículo ha sido publicado inicialmente en la Revista Seguridad y Poder Terrestre
Vol. 2 N.° 1 (2023): Enero – Marzo
DOI: https://doi.org/10.56221/spt.v2i1.19


Resumen:

Considerando lo que John Kingdon denomina “ventana de oportunidad,” en este artículo se analiza la participación de las Fuerzas Armadas del Perú, particularmente del Ejército, en el desarrollo y la protección de la Amazonía y el ambiente a fin de fortalecer la capacidad estatal en beneficio de los más vulnerables. En ese sentido, el compromiso del Estado en la prevención de emergencias, el fortalecimiento de la paz social y el desarrollo proporciona una base sólida para abordar -institucionalmente- los impactos climáticos y explotar sinergias. Solo a través de una articulación transversal de las estrategias de protección del clima y el ambiente, de Seguridad y de Defensa Nacional se obtendrá un impacto significativo.

Palabras clave: Ventana de Oportunidad, Seguridad, Defensa, Cambio Climático, Brigada de Protección de la Amazonía, Multisectorial.

Introducción: Conceptos Clave sobre el Cambio Climático

El cambio climático se manifiesta a través del incremento de la temperatura media mundial, la variación en el modelo de las precipitaciones, el incremento del nivel de los océanos y la disminución de la criosfera, entre otros aspectos. Asimismo, el cambio climático se ve impulsado por los gases de efecto invernadero (GEI), principalmente aquellos que se generan de la ignición de los combustibles fósiles. Esta transformación climática genera efectos económicos, sociales y ambientales significativos. Por consiguiente, los impactos del cambio climático están presentes en todas las actividades del ser humano, afectando -particularmente- a los más vulnerables. Lamentablemente, pese a los esfuerzos, las acciones de adaptación y mitigación al cambio climático resultan insignificantes. Sin embargo, se espera que los líderes de los países tomen conciencia del peligro existente y adopten acciones inmediatas.

El Acuerdo Climático de Glasgow ha definitivo a la década de 2020 como el decenio decisivo para frenar el cambio climático y limitar el incremento del calor global a 1.5 ºC. No obstante, las esperanzas son muy remotas debido a la falta de interés en la ejecución de las estrategias de mitigación y adaptación. A pesar de ello, el Acuerdo de Glasgow ha generado resultados políticos positivos, tales como el Acuerdo Mundial sobre el Metano y la declaración de líderes sobre el uso de la tierra y los bosques, entre otros. Estas decisiones se deben a un cambio fundamental de perspectiva que ahora se acepta, pero que aún no se ejecuta. Por ello, la protección del clima y los sistemas naturales debería constituir el eje de las políticas y acciones gubernamentales.

Por su parte, el Acuerdo de París, a pesar de todas sus fallas, propició un mecanismo original y, potencialmente, efectivo de obligaciones procesales, que deja espacio para elecciones nacionales sustantivas, pero que -una vez hechas las elecciones- les da un cierto grado de obligación. El desafío ambiental global del cambio climático requiere políticas específicas para reducir la emisión de carbono. En ese sentido, son los principales líderes y políticos mundiales quienes deben involucrarse para reducir los efectos del cambio climático. El desafío que se enfrenta implica -marginalmente- políticas ambientales tanto industriales como económicas y sociales.[1]

La crisis climática probablemente despojará a millones de personas de sus recursos de subsistencia. Muchos ya están tratando de adaptarse a esta situación mediante la migración y la adopción de nuevos medios de vida. La mayoría de los migrantes climáticos encuentran refugio en sus propios países, pero un gran porcentaje de ellos emigra al extranjero. A partir del siglo XXII, el sistema mundial posiblemente no resista el acelerado crecimiento económico y demográfico. Al respecto, un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts realizó un estudio sobre las implicancias del crecimiento mundial continuo. Los científicos examinaron los siguientes cinco factores básicos que determinan y, en sus interacciones, limitan el crecimiento en este planeta: el incremento de la población, la producción agrícola, la extenuación de los recursos no renovables, la producción industrial y la generación de contaminación.

Sin duda, el ser humano puede vivir de manera indefinida en la tierra si se impone límites a sí mismo y a su producción de bienes materiales, logrando un estado de equilibrio global. Sin embargo, ¿Qué pasa si las sociedades continúan a un ritmo similar al actual?, ¿Cruzará la Tierra puntos de inflexión irreversibles para las generaciones futuras?, ¿La desigualdad creará más inestabilidades sociales?, ¿Se estabilizará la Tierra?, ¿Se podrá sacar a todos de la pobreza y alimentar a 10 mil millones de personas con una dieta saludable?, ¿Cooperarán más las sociedades para resolver los desafíos globales? Por consiguiente, para asegurar la supervivencia del ser humano, se debe comprender la situación actual de la naturaleza y la crisis que se enfrenta.

Las actuales políticas de seguridad se formulan bajo un enfoque holístico, generando sinergia entre las dimensiones económica, social, política, ambiental y militar. Por ello, en la generación de conflictos y en el diseño de estrategias de seguridad para evitarlos, el cambio climático constituye un factor clave para diversos actores en diferentes escenarios. A nivel global, algunos expertos vienen señalando que las fuerzas armadas de todos los países deberían involucrarse en actividades de mitigación y adaptación a fin de conseguir la ralentización de la temperatura media planetaria. En este sentido, se espera que en la próxima reunión de la COP 28 (del año 2023) los líderes mundiales presenten iniciativas para involucrar a las fuerzas armadas en estas labores, considerando sus capacidades y que “está permitida la participación [de las fuerzas armadas] en el apoyo al desarrollo y ante la posibilidad de situaciones de emergencia, de acuerdo a lo que regule su Constitución.”[2]

Al respecto, el ex Secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger, durante su discurso en la Organización de Naciones Unidas, manifestó que “a pesar de que el mundo se ha reducido, las naciones no se han aproximado.”[3] Por lo tanto, aunque los problemas tienden a ser globales, las soluciones siguen siendo predominantemente nacionales, tal como lo ocurrido durante la pandemia de la COVID – 19.

Seguridad – Defensa Nacional y su Correlación con el Cambio Climático

Para alcanzar la seguridad y la paz se debe buscar una asociación o un pacto que sea más fuerte que un simple convenio de apoyo mutuo. Un pacto en el cual las personas sometan sus voluntades y concedan toda su fuerza a un único poder común y soberano: el Estado. En ese contexto, se puede afirmar que la seguridad es un bien público que el Estado suministra como consecuencia de un contrato social existente. Por lo tanto, para garantizar su propia supervivencia, los Estados buscan acumular poder, almacenando recursos ante el peligro de escasez. Lamentablemente, esta situación genera desigualdad y conflictos. En los últimos siglos, el referente de la seguridad ha sido el Estado. Sin embargo, en el ocaso del siglo XX, el concepto comenzó a alcanzar un carácter multidimensional:

La seguridad nacional viene a ser la condición que alcanza el Estado garantizando la soberanía, independencia e integridad territorial, el Estado constitucional de derecho, la paz social y los intereses nacionales; así como la protección de la persona humana y los derechos humanos, mediante acciones de naturaleza diversa y carácter multidimensional, que permitan hacer frente a las amenazas y las preocupaciones, con la finalidad de crear las condiciones propicias para el bienestar general.[4]

Las amenazas ambientales son aquellos iniciadores de la degradación ambiental y el colapso de los recursos naturales, que incrementan los conflictos interestatales o la desestabilización en territorios donde existe un interés estratégico por los recursos naturales existentes. Aunque la globalización ha innovado todas las esferas del trabajo humano,[5] también ha influido en la visión que todo Estado tiene en relación a amenazas tradicionales o amenazas emergentes, imponiéndoles transformaciones o regulaciones que contribuyan a garantizar la Seguridad que debe tener todo Estado. Las nuevas amenazas son problemas que requieren respuestas multidimensionales por parte de diferentes actores, estatales o internacionales, de acuerdo a los principios legales que rigen a todo Estado.

El reto del Estado y del Sistema de Seguridad y Defensa Nacional es garantizar la Seguridad de la Nación a fin de alcanzar el bienestar de la sociedad, considerando los objetivos de desarrollo sostenible.[6] Por consiguiente, la Seguridad y la Defensa son imprescindibles para el desarrollo sostenible y el bienestar común, ya que no existe bienestar sin seguridad ni seguridad sin bienestar. La Seguridad Nacional está influenciada por diversos factores y variables que -inadecuadamente gestionados- generan problemas políticos y sociales, los cuales demandarán recursos y acciones para enfrentarlos.[7] En ese contexto, el cambio climático se ha transformado en una verdadera amenaza para la seguridad y supervivencia del planeta, pudiendo convertirse en un “multiplicador de amenazas” que desafía la paz, seguridad, estabilidad y prosperidad de los países. Consecuentemente, resulta imprescindible que este tema se incorpore prioritariamente en la agenda nacional.

Por una parte, las temperaturas más altas crearán entornos con condiciones severas en las operaciones militares debido a las configuraciones geográficas de cada país, afectando tanto la operatividad y durabilidad del equipo militar, como la salud de las tropas. El incremento de los desastres naturales viene obligando a las autoridades a emplear a las fuerzas armadas en misiones subsidiarias de apoyo a la población como rescate y socorro. Por otra parte, el cambio climático ocasionará conflictos internos debido al acelerado aumento del costo de los alimentos, socavando la cohesión social y generando conflictos entre países por el acceso a recursos naturales.

El cambio climático impacta no solo a la seguridad nacional, sino también a la seguridad humana. En ese sentido, resulta imprescindible sensibilizar a la clase política para que adopten medidas urgentes tendientes a ralentizar el calentamiento global, antes que sea demasiado tarde. La variación climática ha existido siempre; sin embargo, en la actualidad, el mundo se enfrenta a un cambio climático sin precedentes. La sociedad científica coincide en que las variaciones climáticas son inducidas -en algunos casos- por el hombre, exponiendo a la humanidad a catástrofes, a veces, mal llamadas “naturales.”

Los impactos climáticos no solo son relevantes para la Seguridad y la Defensa, sino también para todos los campos de la actividad humana. En este escenario, la orientación pasa de la seguridad clásica del Estado a la seguridad humana, la protección del ambiente y la sostenibilidad económica. Esta perspectiva resalta la protección de grupos más vulnerables en zonas especialmente afectadas. En estos temas, las fuerzas armadas, particularmente los ejércitos, tienen la suficiente preparación, organización, capacidad logística y conocimiento del territorio para desplegarse en las distintas áreas geográficas.

La Seguridad del Planeta

El objetivo global es poner un límite a la evolución del cambio climático a través de la disminución de emisiones, dentro de un escenario predecible. Debido a los riesgos ocasionados por el calentamiento global y los peligros que acarrea en los puntos de inflexión del sistema terrestre, la preeminencia de estos temas es fundamental para la seguridad humana. Por lo tanto, los impactos ambientales y la seguridad del planeta constituyen suficientes argumentos para buscar la articulación de los objetivos de la política del cambio climático y sus estrategias con la Seguridad y la Defensa. Sin embargo, resulta imprescindible aclarar algunos problemas conceptuales ya que la seguridad y los impactos ambientales no pueden abordarse por separado.

Por ejemplo, limitar el empleo de combustibles fósiles por parte de las fuerzas armadas es de interés particular para la seguridad ya que reduce costos a mediano y largo plazo. Asimismo, el empleo de energía renovable reduciría la dependencia de las frágiles infraestructuras energéticas existentes, principalmente en regiones donde existen dificultades naturales a causa de los efectos del cambio climático. Si no se protege el medio ambiente, ninguna economía podría subsistir por mucho tiempo. A medida que se presenten conflictos climáticos y los ecosistemas empiecen a colapsar, las acciones que se realicen para proteger a la población más vulnerable fracasará. Cualquier metodología empleada para el manejo y negociación de conflictos no podrá aliviar las tensiones presentadas, considerando que los recursos naturales están disminuyendo a un ritmo vertiginoso. Sin duda, la crisis planetaria amenaza la base del desarrollo humano, incluyendo la soberanía y la seguridad de cada Estado.

En ese sentido, todo punto de inicio a considerar para la seguridad nacional es la protección a la seguridad del planeta y los bienes comunes. La reducción de emisiones globales debe considerarse como de interés para la seguridad y la geopolítica. Por lo tanto, el presupuesto de cada nación debe variarse a fin de considerar los costos de los impactos climáticos o de la transgresión de los derechos humanos.

La amenaza climática emergente se encuentra estrechamente relacionada con los desafíos de cada Estado, tales como la desaparición de la biodiversidad y la inseguridad alimentaria. El compromiso del Estado en la prevención de emergencias, el fortalecimiento de la paz social y el desarrollo proporciona la solidez para impulsar las sinergias y afrontar -institucionalmente- los impactos climáticos. Solo a través de una articulación transversal de las estrategias de protección del clima y el ambiente, de Seguridad y de Defensa Nacional se obtendrá un impacto de largo tiempo. En ese contexto, la consecuencia más dañina del cambio climático tiene que ver con el hecho de que desestabiliza a toda nación, principalmente a aquellas con débiles democracias y plagadas de corrupción. Estos países corren el riesgo de ser atrapados en un ciclo funesto que relaciona el cambio climático con el Estado fallido y el subdesarrollo.

Cambio Climático: ¿Ventana de Oportunidad Intrínseca para el Ejército del Perú?

Para el Estado es muy importante la legibilidad para facilitar la implementación del orden social, ya que le permite controlar de manera efectiva el comportamiento privado y hacer cumplir las normas y reglamentos.[8] En ese sentido, la “legibilidad” se refiere a la amplitud y profundidad del conocimiento del Estado sobre sus ciudadanos y sus actividades. En un nivel básico, la legibilidad requiere que el Estado seleccione información sobre la sociedad que pretende gobernar. No obstante, la capacidad del Estado para ejercer estas funciones se ve comprometida si las prácticas sociales son ilegibles para los funcionarios del gobierno central.

Los Estados que presentan una débil institucionalidad son más proclives a enfrentar diversos infortunios. Por ello, se deben optimizar los recursos e instrumentos para enfrentar los desafíos que perturban a la población, tales como el “terrorismo ambiental.”[9] Sin duda, uno de estos instrumentos son las fuerzas armadas, ya que poseen experiencia, logística, disciplina y conocimiento de la geografía nacional. Estas capacidades permiten identificar una “ventana de oportunidad,” a fin de proporcionar valor público y mejorar la calidad de vida de las poblaciones más vulnerables. Al respecto, John Kingdon señala que una “ventana de oportunidad” continuará abierta durante un determinado tiempo, pero que si no es utilizada se tendrá que esperar a que aparezca otra ventana en un escenario distinto.[10]

En el caso del Perú, el Ejército cumple un rol muy importante en el desarrollo sostenible del país, en concordancia con la Constitución Política del Perú,[11] el Decreto Legislativo 1137 (Ley del Ejército del Perú),[12] así como con las Políticas de Estado N° 9 y N° 19 del Acuerdo Nacional.[13] En este contexto, el Ejército del Perú, consecuente con los avances tecnológicos y la sostenibilidad del planeta, se encuentra inmerso en un proceso de transformación para hacer frente a los retos y amenazas emergentes, aprovechando alguna “ventana de oportunidad.”[14] Sin embargo, si bien el Ejército del Perú viene impulsando algunas iniciativas con los ministerios responsables de la Amazonía peruana, estas iniciativas distan mucho de la realidad y de la funcionalidad de la estructura programática del Estado.

El “Plan de Transformación Institucional” constituye el Plan Estratégico de Desarrollo del Ejército al 2051, previsto en dos fases. La primera fase de este Plan concibe un horizonte de tiempo de 15 años (al 2034), siendo uno de sus objetivos estratégicos: “Fortalecer la participación del Ejército en apoyo al Desarrollo Sostenible del País.” Una de las acciones estratégicas para alcanzar este objetivo es “Gestionar la participación de las unidades militares en zonas afectadas por impactos ambientales negativos.” Para ello, se prevén: (1) Acciones preventivas para sensibilizar y concientizar sobre los impactos ambientales negativos significativos, (2) Acciones de monitoreo y generación de información ambiental, (3) Acciones de prevención, vigilancia y rehabilitación de incidentes y emergencias ambientales, y (4) Acciones de mitigación y rehabilitación de zonas degradadas.[15]

Adicionalmente, otra de las acciones estratégicas para alcanzar el mencionado objetivo es “Gestionar la intervención del Ejército del Perú en los programas de desarrollo e integración fronteriza realizadas por las unidades de frontera y los Batallones de Apoyo al Desarrollo e Integración Fronteriza (BADIF).” Para ello, se requieren acciones de desarrollo socio-economico y productivo de las poblaciones ubicacadas en la zona de frontera (especialmente en las denominadas áreas críticas), estableciendo núcleos poblacionales formados por migrantes nativos comprometidos con el empleo racional e integral de los recursos naturales, garantizando el equilibrio ambiental y el afianzamiento de la soberanía y seguridad nacional.

En este sentido, la “ventana de oportunidad” que se presenta para optimizar el desarrollo de la Amazonía, se da a través de los Batallones de Selva y los BADIF, distribuidos a lo largo de la Amazonía peruana. No obstante, se requiere una adecuada preparación y mejora de sus capacidades para intervenir en la protección del ambiente y el desarrollo fronterizo.

La misión de los Batallones de Selva se encuentra enmarcado en diferentes escenarios, considerando las características especiales disponibles para su participación en guerra convencional, guerra no convencional, guerra híbrida y otras amenazas, encontrándose en condiciones de activar inmediatamente el funcionamiento del sistema de vigilancia de fronteras.[16]

Para que los Batallones de Selva puedan realizar estas actividades, requieren contar con personal capacitado y equipado para ejecutar actividades de mitigación de impactos ambientales, vigilancia y monitoreo, derrames de petróleo, contaminación de ríos, remediación de áreas degradadas, entre otros. Consecuentemente, se requiere de una sinergia multisectorial, complementada con una adecuada inserción a los diferentes programas presupuestales.

En el año 2019, el Ejército del Perú crea la Brigada de Protección de la Amazonía, como una unidad piloto, con la finalidad de intervenir -mediante acciones militares- en aquellas áreas donde se cometen actos que atentan contra el ambiente, ocasionando impactos ambientales negativos. El área elegida para su intervención fue “La Pampa” (Madre de Dios), en donde la minería ilegal había deforestado la zona y generado una fuerte contaminación geológica e hídrica, impulsando otras actividades ilícitas conexas. Pese a enfrentar serias limitaciones logísticas, el accionar de la Brigada de Protección de la Amazonia fue beneficiosa para la región. Sin embargo, a esta Brigada no se le ha dado la importancia del caso, ya que aún no se le proporciona equipamiento, ni capacitación especializada a su personal.

Aunque la Constitución Política del Perú permite la participación de las fuerzas armadas en el desarrollo socio económico del país, no se han formulado políticas públicas que incentiven su involucramiento en la protección de la Amazonía y el ambiente, demostrando que estos temas no son prioritarios en la agenda política del país. Sin duda, para sacar del ostracismo a la región Amazónica, se requiere la ejecución de acciones multisectoriales e integradas,[17] que articulen y creen una sinergia multisectorial entre actores involucrados (administración pública, sector privado, organismos no gubernamentales, academia y fuerzas armadas).

Por consiguiente, resulta fundamental crear e implementar el Sistema de Protección y Desarrollo de la Amazonía y Ambiente (SPDAA) para promover la participación multisectorial y reducir las brechas de acceso a los servicios básicos en la Amazonía. Para ello, se debe considerar la efectividad del gasto social y buscar sinergias con el sector privado y la cooperación internacional, teniendo como referencia la ley N° 29158.[18] El SPDAA estará conformado por los diferentes ministerios, los cuales se articularán a través de la Comisión Nacional de Desarrollo, Protección de la Amazonía y Ambiente (CONADEPAA). Esta Comisión establecerá los objetivos y metas de la política y del gasto social, así como priorizará políticas de Estado para conseguir el desarrollo de la Amazonía y cumplir con los compromisos internacionales de desarrollo socio económico asumidos por el Estado Peruano. Asimismo, la CONADEPAA impulsará la articulación multisectorial con los gobiernos regionales y locales, los organismos no gubernamentales y la academia a fin de incentivar el desarrollo sostenible de la Amazonía, considerando las políticas públicas nacionales, sectoriales e internacionales.

El SPDAA estará organizado por niveles.[19] En el primer nivel se encontrará la CONADEPAA, la cual articulará las decisiones a nivel estratégico y las políticas públicas para el desarrollo de la Amazonía, impulsando los programas presupuestales por resultados y estableciendo sinergias operacionales con el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. En el segundo nivel se encontrarán las Comisiones Regionales de Desarrollo y Protección de la Amazonía y Ambiente, las mismas que articularán la toma de decisiones, la optimización de los recursos y la sistematización de capacidades de gestión de las diferentes instituciones regionales, estableciendo una sinergia operacional con las Divisiones de Ejército correspondientes. Finalmente, en el tercer nivel se encontrarán las Comisiones Locales de Desarrollo y Protección de la Amazonía y Ambiente, las cuales articularán la toma de decisiones, la optimización de recursos y las capacidades de gestión local en una determinada área geográfica, estableciendo una sinergia operacional con las Brigadas del Ejército correspondientes. En ese sentido, se debe buscar la implementación del sistema único de información a fin de conseguir la “trazabilidad” de las acciones integradas y el monitoreo en tiempo real, empleando para ello la Red Dorsal Nacional de Fibra óptica (RDNFO) y la Red Nacional del Estado (REDNACE).

En ese contexto, el SPDAA es una ventana de oportunidad para el Ejército del Perú ya que le permite reforzar la capacidad del Estado en la Amazonía, beneficiando a la población más vulnerable de la zona. Para aprovechar esta ventana de oportunidad, el Ejército dispone de la Brigada de Protección de la Amazonía, la cual cumple su misión a través de los Batallones de Selva que la conforman. Con una adecuada logística, capacitación técnica y equipamiento, los Batallones de Selva podrán ejecutar proyectos de desarrollo y de adaptación climática, abordando desafíos en los diferentes entornos amazónicos, integrando medidas climáticamente inteligentes en la planificación, conservación y conectividad ecológica de los hábitats, así como incrementando la resiliencia de las comunidades al cambio climático.

La articulación multisectorial -a través del CONADEPAA- es imprescindible ya que permitirá la generación de una sinergia con las diferentes autoridades regionales y locales. Asimismo, esta articulación promoverá una relación de buenas prácticas interculturales mediante el diálogo, orientadas a respetar y apreciar la diversidad cultural y la cosmovisión de los pueblos indígenas u originarios de la Amazonía, principalmente de las cinco reservas indígenas que existen a nivel nacional (Isconahua, Mashco Piro, Murunahua y Kugapakori, Nagua, y Nanti) y aquellas poblaciones en estado de aislamiento.[20]

Conclusiones

Por una parte, el Ejército del Perú es uno de los principales protagonistas del desarrollo sostenible del país, mediante acciones militares que se ejecutan en cumplimiento de los roles asignados por el Estado peruano y en beneficio de las poblaciones más vulnerables de la Amazonía. Por otra parte, los riesgos climáticos emergentes están estrechamente relacionados con los desafíos locales, nacionales y globales, tales como la pérdida de biodiversidad y la inseguridad alimentaria. En ese sentido, el compromiso del Estado en la prevención de cualquier emergencia, la consolidación de la paz y la contribución para el desarrollo sostenible proporciona una solidez para abordar -institucionalmente- los impactos climáticos y explotar sinergias multisectoriales. Por consiguiente, la Estrategia de Seguridad Nacional tendrá un impacto duradero solo a través de una maniobra transversal de protección del clima y el ambiente.

Sin duda, el cambio climático proyecta serias amenazas a la seguridad nacional, requiriéndose una discusión pública sobre este tema. Para ello, se debe llamar la atención de la clase política para que tomen medidas urgentes y concretas a fin de limitar el calentamiento global. A menos que el cambio climático se convierta en la prioridad de los líderes políticos, cualquier acción que realicen las instituciones públicas, personas bien intencionadas, empresas y grupos de la sociedad civil no será suficiente para salvar a la Amazonía peruana.

Notas finales:

  1. A. Marieni, El Cambio Climático e Italia Mirando hacia otro lado, (Italia: 2022).
  2. Marcelo Mesalleras, Las Fuerzas Armadas en la Constitución: Experiencia de países de la OCDE y Sudamérica, (Chile: AthenaLab, 2021).
  3. Oscar Medeiros Filho, Mudanca Climática Soberanía e Seguranca: Cenarios futuros, (Brasil: Instituto para Reforma das Relações entre Estado e Empresa IREE, 2021).
  4. Secretaría de Seguridad y Defensa Nacional, Cultura de Paz y Seguridad Nacional, (Lima: SEDENA, 2015).
  5. CAEN, Planteamientos Doctrinarios y Metodológicos del Desarrollo de la Seguridad y la Defensa Nacional, (Perú: Centro de Altos Estudios Nacionales, 2007).
  6. ONU, “Objetivos de Desarrollo Sostenible”, Naciones Unidas (2015), https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/
  7. Víctor Miranda, Defensa Nacional, Seguridad y su relación con el cambio climático, (Perú: Revista de la Escuela Conjunta de las Fuerzas Armadas del Perú, Año 4, n.º 2, 2016).
  8. M. Lee, La legibilidad y los fundamentos informativos de la capacidad estatal, (Nueva York: Jstor, 2021).
  9. Víctor Miranda, “Ventana de oportunidad para las Fuerzas Armadas en las estrategias de adaptación y mitigación”, Pontificia Universidad Católica del Perú (Lima: 2021) https://repositorio.pucp.edu.pe/index/handle/123456789/184481
  10. J. W. Kingdon, Agendas, Alternatives, and Public Policies, (Boston: Little, Brown & Co., 1984).
  11. Artículo 171 (Fuerzas Armadas, Policía Nacional y el desarrollo del país): Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional participan en el desarrollo económico y social del país, y en la defensa civil de acuerdo a ley.
  12. Funciones: Participar en la ejecución de las políticas de Estado en materia de desarrollo económico y social del país, defensa civil, ciencia y tecnología, objetos arqueológicos e históricos, asuntos antárticos, asuntos amazónicos y de protección del medio ambiente, de acuerdo con la normatividad legal vigente.
  13. Nos comprometemos a mantener una política de seguridad nacional que garantice la independencia, soberanía, integridad territorial y la salvaguarda de los intereses nacionales. Consideramos que ésta es una tarea que involucra a la sociedad en su conjunto, a los organismos de conducción del Estado, en especial a las Fuerzas Armadas, en el marco de la Constitución y las leyes. En tal sentido, nos comprometemos a prevenir y afrontar cualquier amenaza externa o interna que ponga en peligro la paz social, la seguridad integral y el bienestar general. Con este objetivo, el Estado fomentará la participación activa en la protección de la Antártida, el medio ambiente, el desarrollo de la Amazonía y la integración nacional”.
  14. Victor Miranda, Desafios y perspectivas de la situación ambiental en el Perú, (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2022).
  15. Ibíd.
  16. Ibíd.
  17. Acción integrada: Empleo (por una sola cadena de mando) de las capacidades militares y de otras aportadas por los instrumentos de poder del Estado, de la sociedad, o de aliados para alcanzar un objetivo compartido. Ver: Glosario de terminología de uso conjunto, “Acción integrada”, Estado Mayor de la Defensa España (2019), https://elconfidencialdigital.opennemas.com/media/elconfidencialdigital/files/2020/07/16/GLOSARIO%202019.pdf
  18. Ley orgánica del Poder Ejecutivo, Artículo 20 (Comité Interministerial de Asuntos Sociales – CIAS).
  19. Miranda, Desafios y perspectivas de la situación ambiental en el Perú.
  20. Diradne, Guía de Buenas Prácticas Ambientales, (Perú: Ejército del Perú, 2020).

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Las ideas contenidas en este análisis son responsabilidad exclusiva del autor, sin que refleje necesariamente el pensamiento del CEEEP ni del Ejército del Perú

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