Este artículo ha sido publicado inicialmente en la Revista Seguridad y Poder Terrestre
Vol. 2 N.° 3 (2023): Julio – Septiembre
https://doi.org/10.56221/yspt.v2i3.35
Resumen
La formación y desarrollo de los militares se basa en los valores que definen su ética y conducta, tanto en el ámbito militar como en el ciudadano. Estas virtudes, como el honor, la lealtad, el respeto, la disciplina y la responsabilidad forjan la identidad y el carácter de estos profesionales. Por otro lado, deben estar siempre preparados para enfrentar situaciones de mucha exigencia y cumplir con los requerimientos que la patria impone, de acuerdo con la misión institucional. Un ejemplo de esto es el heroísmo de los soldados que participaron en la guerra del Pacífico, quienes demostraron su compromiso y sacrificio por la defensa nacional. En este sentido, la mística militar es otra área importante para los integrantes de las Fuerzas Armadas (FF. AA.), ya que promueve el sentido de pertenencia y compromiso con la organización alineado con sus objetivos. Esta se refiere a ese conjunto de valores, creencias, costumbres y tradiciones que son propias de las FF. AA., y contribuyen al fortalecimiento de la unidad en la organización. Asimismo, fomenta el orgullo y el respeto por los símbolos patrios, como la bandera, el himno y el escudo nacional. Finalmente, el liderazgo militar es una habilidad fundamental para tomar decisiones, guiar equipos en situaciones de adversidad y poseer un alto sentido de responsabilidad. También impulsa la innovación y el cambio en la organización, lo que mejora su eficiencia y efectividad. Por lo tanto, la mística castrense, la ética y la moral son elementos clave del liderazgo militar, cuya importancia se vislumbra a la hora de implementar decisiones, a fin de lograr el éxito, tanto en el campo operativo como en la ejecución de acciones.
Palabras clave: Fuerzas Armadas, Mística Militar, Liderazgo, Ética, Moral, Renuncia, Defensa Nacional, Patria.
Introducción
Desde tiempos inmemoriales, la disciplina, el honor y la moral han sido principios fundamentales para las fuerzas militares que luchan por los intereses de su nación y su pueblo. La historia muestra, en diferentes acontecimientos históricos, cómo estos fueron esenciales para alcanzar la victoria en el campo de batalla y cómo constituyeron la base para la creación de grandes imperios. El sentido del honor de los guerreros samuráis les impulsó a defender su código de conducta y su lealtad al señor feudal. El valor hasta el sacrificio de los espartanos les hizo resistir heroicamente ante un ejército muy superior en número. La devoción y fe de los cruzados les motivó a emprender largas y peligrosas expediciones para recuperar Tierra Santa. Y el liderazgo inspirador de Napoleón, así como su capacidad para tomar decisiones críticas en momentos clave, le convirtió en uno de los generales más exitosos de la historia. Estos son solo algunos ejemplos de cómo estos principios conformaron la columna vertebral de la mayoría de las grandes fuerzas militares del mundo. Sin embargo, no solo son importantes para la guerra, sino para la vida en sociedad.
Cabe destacar que la disciplina y el honor son fundamentales para mantener el orden y la justicia en cualquier ámbito. Del mismo modo, la moral es la base para la toma de decisiones correctas y éticas en cualquier situación. Según Ostrovski, “la disciplina no es solo hacer lo que se debe hacer, es hacerlo con excelencia y compromiso. Es la clave para alcanzar cualquier meta”.[1] En el caso de las FF. AA., estos principios adquieren una importancia aún mayor, pues la disciplina y la moral combativa son esenciales para el éxito en operaciones y acciones militares, tanto como lo es el liderazgo inspirador, el cual es fundamental para motivar a las tropas y tomar decisiones críticas en momentos de crisis.
En este sentido, es importante que durante el proceso de formación militar se inculque a los integrantes del Ejército el concepto de justicia como se conoce en los términos kantianos. En su obra “La metafísica de las costumbres”, Kant afirma que “la justicia no es más que la virtud de respetar los derechos de los demás y, por lo tanto, no se puede ceder a otra persona lo que uno mismo tiene derecho a exigir”.[2] Es decir, la justicia requiere que tratemos a los demás como sujetos autónomos y que no los utilicemos como medios para nuestros propios fines. Este escenario o planteamiento no es parte de la vida militar. En su lugar, se les enseña que su vida es sinónimo de entrega, renuncia, aceptación y compromiso con los intereses de la institución y la patria.
En consecuencia, este artículo centra su eje temático en la mística castrense, la ética y la moral como elementos clave del liderazgo militar, y su importancia en la toma de decisiones adecuada. Se analizará cómo la moral combativa y el compromiso de los líderes son elementos fundamentales para el éxito en operaciones y acciones militares, y cómo la toma de decisiones es esencial para el proceso de transformación institucional en el Ejército del Perú (EP). Todo esto con el objetivo de reflexionar sobre la importancia de estos principios y valores en el contexto actual, y cómo pueden contribuir a forjar una fuerza terrestre más fuerte, efectiva y comprometida con la preservación de los intereses nacionales.
El Desarrollo de la Mística Castrense y el Principio Clave que la Guía
En el ámbito militar, la disciplina, el honor y la moral combativa son elementos primordiales para lograr el éxito en operaciones y acciones militares. Los valores forman parte de lo que se conoce como “mística castrense”, la cual se desarrolla permanentemente a lo largo del tiempo en los integrantes de las FF. AA., a través de su etapa de formación y el entrenamiento de las tropas.[3]
De la misma manera, el general vietnamita Vo Nguyen Giap concibió que «la moral es la principal fuerza que guía a las tropas en la guerra. El líder que entiende y utiliza esta fuerza con eficacia es el que gana”.[4] Por ende, si los soldados no tienen una moral alta y no están comprometidos con la causa, es probable que su rendimiento en el combate se vea perjudicado. Por ello, el comandante militar debe infundir mística a sus tropas para lograr la victoria. En este proceso de formación, uno de los principios clave es el de la dimisión, la cual según Ostrovski “no es solo abandonar algo, sino renunciar a uno mismo, es dejar atrás el egoísmo y trabajar por un bien mayor”.[5] Dicho de otro modo, esta descripción consiste en el sacrificio personal en beneficio del conjunto constituido por la patria y su población. Mediante este principio, el soldado aprende a dejar de lado el egoísmo para convertirse en parte de un conjunto mayor, el Ejército, a fin de servirle a la patria.[6]
Asimismo, la internalización de este principio en los integrantes de las instituciones castrenses forma parte de la cultura organizacional. A través de esta, se logra forjar la cohesión y la unidad necesarias para enfrentar los desafíos que se presentan en el campo de batalla y en la vida en guarnición.[7] Es decir, los hombres que adoptan la profesión de las armas se someten por su propia y libre voluntad a una ley de perpetuas limitaciones o restricciones, sostiene De Gaulle.[8] Es importante destacar que este valor se extiende a la vida en sociedad y en la labor cotidiana de los soldados, en donde el sentido de pertenencia y compromiso con el bien común son fundamentales.
Además, Ostrovski expuso que “la mística no es solo un conocimiento intelectual, es una experiencia espiritual; es sentir la presencia divina en todas las cosas”.[9] Entonces, esta no se limita a un conocimiento teórico, sino a una vivencia espiritual en la que se percibe la presencia divina en todo lo que nos rodea. Por ende, se convierte en una experiencia que trasciende la comprensión racional e implica una conexión profunda con lo divino y lo sagrado en el mundo. Se transforma en un conjunto de principios que guían la formación y el entrenamiento de los soldados, lo cual se refleja en la capacidad de las FF. AA. para cumplir con su misión en defensa de los intereses nacionales. En este sentido, se convierte en un principio rector de la actuación del Ejército y, mediante su internalización, se logra la moral y disciplina necesarias para alcanzar el éxito en la misión.
El Rol del Liderazgo en la Vida Militar
Para que una operación militar sea exitosa se requiere que los comandantes del Ejército tengan las capacidades y cualidades necesarias para liderar a sus subordinados de forma eficaz. Por eso, desde que un soldado entra a la institución, empieza a aprender el concepto de liderazgo por medio de sus instructores.[10] Los actos, el ejemplo, la actitud y el comportamiento de estos irán calando y desarrollando en el futuro líder militar todas aquellas características que le permitirán destacar sobre sus compañeros.[11]
Por su lado, Powell señala que el líder militar no se define solo por su grado, título o cargo, sino por su capacidad de influir, modificar, motivar, transformar, conducir y hacer crecer en sus tropas todas aquellas capacidades que hagan que cada soldado posea las características necesarias para cumplir con sus deberes. Además, indica que el líder debe tener la madurez emocional necesaria para tomar decisiones y asumir responsabilidades, siendo capaz de llevar a sus subordinados a entregar la vida si fuera necesario.[12] Por eso, especialmente en el Ejército, debe inspirar y motivar más que ordenar; debe tener la habilidad de infundir valor y confianza; además debe comprender sus necesidades y preocupaciones, y actuar en consecuencia; también debe ser proactivo y tomar decisiones oportunas y eficientes en situaciones de alta incertidumbre y estrés.
Asimismo, Curtis plantea que el liderazgo militar implica promover la cohesión y el trabajo en equipo, creando un clima de confianza y camaradería entre los integrantes de la unidad. En este sentido, los líderes deben asegurarse que todos se sientan valorados y reconocidos por su contribución, fomentando la colaboración y cooperación entre ellos.[13] Por su lado, Kouzes y Posner proponen que “la confianza es la base del liderazgo en cualquier organización, sin ella, las relaciones personales y profesionales se debilitan, y la eficacia del líder se ve comprometida. Los líderes deben ganar la confianza de los miembros del equipo a través de su comportamiento, habilidades y conocimientos. La confianza es un requisito previo para la colaboración efectiva, la toma de decisiones y el logro de objetivos compartidos”.[14] Implica también que el líder asegure a sus seguidores que sus actos, decisiones e intenciones estarán alineados con los objetivos del conjunto procurando su beneficio, tal como lo manifiesta Powell.[15] Se hace referencia a una entrega total que involucra la disposición de entregar la vida, si es necesario, como un acto de honor y compromiso con la causa.
En consecuencia, los líderes militares deben transmitir y fomentar los valores y principios que guíen la organización, siendo capaces de inculcar en su personal un sentido de orgullo y pertenencia hacia su unidad y país.
El Honor como Base del Espíritu del Soldado
El honor es un valor esencial en la formación y desarrollo de los militares, ya que es uno de los fundamentos que orienta su desempeño ético y profesional. Según el soldado “…el honor no es solo una palabra, es una forma de vida, es la regla que guía todas nuestras acciones”, señala Ostrovski.[16] Para establecer una analogía, si el sacerdocio se consagra a Dios, a través de la vida en la iglesia, el militar se consagra a la patria, a través del ejército, y ambos comparten la idea de la dedicación total a una causa mayor que uno mismo.
El espíritu militar se caracteriza por una dedicación completa a un propósito, la cual se hace por amor y devoción a la patria y sus símbolos; por esta razón, los valores y principios son fundamentales en la formación militar y su capacidad para cumplir con sus deberes de manera efectiva, y el honor es una parte esencial de ello. Un ejemplo es la doctrina y formación del samurái. Nitobe asevera que “un verdadero líder es leal ante todo a sí mismo y siempre mantiene su palabra, sin importar las consecuencias que deba enfrentar”.[17] Entonces, un verdadero líder debe ser fiel a sus propios valores y principios, y ser capaz de mantener sus promesas incluso si esto significa enfrentar consecuencias negativas. Debe ser honesto, coherente y comprometido con sus propias convicciones y demostrar esta integridad en todas las áreas de su vida.
Cuando un soldado pierde su moral, disciplina, ética o comete un error, sentirá una profunda vergüenza por haber fallado al espíritu militar. Esta es un catalizador importante que lo guía para no cometer acciones que sean contrarias a sus principios. Asimismo, realizando una aproximación a la ética militar en el Ejército, Eduardo manifiesta “que en muchas ocasiones el empleo de la ética enseñada y aprendida en el campo militar se vea contrastada por otros intereses más humanos que pueda tener el hombre como acumular bienes o ejercer poder. En este escenario, el juicio crítico de un líder se hace de vital importancia para salir airoso de dichas contradicciones”.[18] Así, la relevancia en la formación del soldado radica en inculcar valores y principios sólidos desde el inicio de su carrera para que puedan actuar con honor y ser verdaderos modelos de integridad, compromiso y lealtad hacia la patria.
Importancia de la Toma de Decisiones para el Proceso de Transformación Institucional
La toma de decisiones es clave para la transformación institucional del Ejército, lo que supone una adaptación y modernización para afrontar los retos actuales y futuros. Es importante señalar que, para conseguirlo, los líderes militares deben tomar decisiones adecuadas y eficientes, basadas en información objetiva y actualizada, comenta Lazo.[19] Esto permitirá tener una visión precisa de la situación presente y futura, así como de las posibles opciones de acción. Por ello, de acuerdo con Kiyosaki, es fundamental contar con sistemas de información y análisis que faciliten la recogida, procesamiento y análisis de datos relevantes para la toma de decisiones.[20]
Por consiguiente, la transformación institucional requiere un cambio en la forma de pensar y actuar, liderado y gestionado por el actual y futuro alto mando institucional. En este contexto, todos los integrantes del Ejército deben participar en la identificación de desafíos y oportunidades de mejora, así como en la definición de estrategias y acciones para alcanzar los objetivos planteados.[21] Incluso el mismo autor explica que “los líderes militares deben tener una mentalidad de ‘misión primero, tropas siempre’ para tomar decisiones difíciles y mantener la confianza de sus subordinados”.[22] De lo que se deduce que un proceso metódico de toma de decisiones no solo es una habilidad, sino una cuestión de valores y principios. Por ende, los líderes militares deben transmitir su espíritu y mística a sus subordinados para que confíen en las decisiones tomadas y estén dispuestos a seguirlas hasta el final.
La Moral Combativa y el Compromiso de los Líderes en Operaciones y Acciones Militares
El fin supremo de las FF. AA. está descrito dentro de sus roles estratégicos, los cuales se resumen en la protección de la nación, su población y el aseguramiento de sus recursos para su sobrevivencia. Por este motivo, los decisores políticos deben estar pendientes de que las capacidades siempre estén acordes a este deber sagrado, recalca Freedman.[23] La intención militar siempre debe estar en sintonía con los objetivos políticos que marcan los preceptos para la preservación de los intereses nacionales. En palabras de Winston Churchill (1940): “Se me pregunta: ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo contestar con una palabra: Es la victoria. La victoria a toda costa, la victoria a pesar de todos los terrores, la victoria, por largo y duro que pueda ser el camino, porque sin victoria no hay supervivencia”.[24]
El EP se encuentra en un momento de cambio y transformación, donde el compromiso de sus líderes y la moral combativa de sus tropas son fundamentales para ser consecuentes con sus roles estratégicos. Cabe indicar que, para lograr esto, es necesario que los líderes militares estén comprometidos con la formación y entrenamiento de sus tropas, fomentando una cultura de excelencia y compromiso con la misión (CCFFAA, 2011).[25] En consecuencia, el soldado “…tiene que ser un luchador, debiendo luchar por su vida, por su felicidad, por su éxito y por sus sueños; y la disciplina es la herramienta para la lucha…”, recalca Ostrovski.[26]
Asimismo, es importante que los comandantes del EP, en todos sus niveles, sean capaces de transmitir su espíritu y mística militar a sus subordinados, lo que permitirá que confíen en ellos y en las decisiones que se tomen. Esto se plantea en consideración de que la moral combativa es esencial para mantener la cohesión y la motivación de las tropas, lo que se traduce en una mayor eficacia y eficiencia en las operaciones militares.[27] Entonces, la moral combativa es un factor crítico en la cohesión y motivación de las tropas, lo que -a su vez- se traduce en una mayor eficacia y eficiencia en las operaciones militares. En otras palabras, la moral combativa es esencial para el éxito militar.
En esta línea, por un lado, para fomentar esta moral combativa y compromiso de los líderes, es necesario invertir en la formación y entrenamiento de las tropas, así como en el desarrollo del liderazgo y valores en los militares. Según el Ministerio de Defensa (MINDEF),[28] la moral combativa se define como “el conjunto de valores y principios éticos que poseen los miembros de las FF. AA. para afrontar con valor, firmeza y decisión las situaciones más difíciles”.[29] Incluso, en palabras de Churchill (1940),“dormimos seguros por la noche porque nuestras tropas están listas para responder con ímpetu a aquellos que nos harían daño”.[30] De lo que se entiende que la moral combativa es necesaria para que los soldados puedan mantener su motivación y compromiso con la misión y con sus compañeros en situaciones extremas y de alta presión.
Por otro lado, es fundamental que los líderes tengan una clara visión y estrategia definida en cuanto a la mitigación de todo tipo de amenazas y la protección de nuestros recursos naturales, a fin de preservar el futuro de las nuevas generaciones. Por consiguiente, según Eduardo, “para dicho fin habrá de contar con las Fuerzas Armadas que, al ser la “carta estratégica” del Estado peruano, permitirá enfrentar las posibles crisis”.[31] De la misma manera, Lazo asevera que “la moral combativa, la capacidad de liderazgo y la habilidad para tomar decisiones acertadas son elementos críticos para el éxito militar”.[32]
Finalmente, la moral combativa, combinada con un liderazgo efectivo, ayuda a mantener la disciplina y el respeto a la cadena de mando, lo que mejora la capacidad de las FF. AA. para cumplir sus objetivos. Cabe indicar que, cuando la moral combativa se debilita puede tener consecuencias negativas para eficacia del ejército. Según el Comando Conjunto de las FF. AA., «la falta de moral combativa puede llevar a una disminución en la eficacia y la eficiencia en las operaciones, así como a la falta de cohesión y motivación en las tropas».[33] Por lo tanto, es esencial para mantener la cohesión, la motivación y el compromiso de los soldados con la misión y con sus compañeros, así como para la formación de líderes militares efectivos.
Conclusión
La disciplina, el honor y la moral son pilares fundamentales en las FF. AA. y han sido cruciales para lograr victorias en el campo de batalla y para la formación de grandes imperios. Estos valores no solo son importantes en tiempos de guerra, sino en la vida cotidiana. La disciplina y el honor son necesarios para mantener el orden y la justicia en cualquier situación, mientras que la moral es esencial para tomar decisiones éticas y correctas en cualquier circunstancia con el objetivo de proteger los intereses nacionales. En este sentido, dentro de la cultura militar, la ética y la moral son componentes clave del liderazgo militar. Es importante destacar la necesidad de fomentar, durante el entrenamiento militar, el concepto de justicia y respeto por los derechos de los demás.
El liderazgo militar es un elemento crítico para el éxito de cualquier ejército. Los líderes militares no solo toman decisiones que pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte, sino que también tienen un impacto directo en el bienestar y calidad de vida de sus subordinados. El liderazgo militar implica tomar decisiones críticas en situaciones de alta presión con riesgos significativos. Los líderes militares deben tener una tenacidad equilibrada con flexibilidad para adaptarse a situaciones cambiantes. Finalmente, un liderazgo fuerte proyecta confianza, lo que es esencial para inspirar a los subordinados a enfrentar desafíos difíciles.
Notas finales:
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