Este artículo ha sido publicado inicialmente en la Revista Seguridad y Poder Terrestre
Vol. 2 Núm. 3 (2023): Julio a Septiembre
https://doi.org/10.56221/spt.v2i3.37
Resumen
Colombia es un país con una superficie de 1 141 748 km², ubicado en el extremo norte de Sudamérica. Su geografía está determinada por bosques y montañas tropicales y es el tercer país con mayor población, con cerca de 52 318 261 millones de habitantes; después de Brasil y México. Estas características influyen en el desempeño operativo de las Fuerzas Militares (FFMM) en general y del Ejército Nacional de Colombia (EJC), en particular. De esta manera, el EJC conduce operaciones militares orientadas a defender la soberanía, independencia e integridad territorial, así como proteger a la población civil, los recursos privados y estatales, a fin de generar un ambiente de paz, seguridad y desarrollo que garantice el orden constitucional de la nación. En este contexto, la pandemia de la COVID-19 demandó al Estado una respuesta rápida y efectiva para contener el contagio, responsabilidad que recayó en las FFMM, en específico del Ejército, cuya labor sigue siendo fundamental como primera respuesta ante los riesgos de desastre y para neutralizar a los grupos armados diversos que operan en el territorio nacional. En este artículo, se analizan las ventanas de oportunidad que se forjan al cumplir los roles (frente interno y emergencia sanitaria) en simultáneo con resultados positivos de impacto, la relevancia de las operaciones logísticas militares de transporte, logística inversa y desintegración física, replanteando -a través de las buenas prácticas- la gestión tradicional por procesos.
Palabras clave: Operaciones Logísticas Militares, Transportes, Abastecimiento, Logística Inversa, Responsabilidad Ambiental.
Introducción
El EJC es uno de los más grandes de América Latina, con más de 200 000 efectivos entre personal militar y civil, para dar cumplimiento a la misión Institucional. Este se halla presente en todo el territorio nacional, obligando a tener una gran organización, en términos de logística, para poder garantizar y asegurar el sostenimiento de las tropas que se encuentran en las áreas de operaciones combatiendo los grupos armados al margen de la ley donde su principal accionar se caracteriza por la guerra de guerrillas y el narcotráfico. Entre estos grupos destacan: las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Clan del Golfo, los Grupos Armados Organizados (GAO), entre otros, dotando a los soldados con el material y equipo necesarios para el cumplimento de la misión. Actualmente, el EJC cuenta con una estructura logística constituida bajo el modelo AMPLIASTE (Adquisición, Mantenimiento, Producción, Logística Inversa, Almacenamiento, Sanidad en Campaña, Transportes y Entrega), el cual garantiza el 100 % de estas nueve operaciones.[1]
Las operaciones logísticas actúan de manera simultánea en los diferentes niveles del mando estratégico, operativo y táctico para el planeamiento y la ejecución, iniciando una cadena de suministro de alto nivel, definida por las capacidades en cada una de las especialidades. Estas se desarrollan en dos líneas estratégicas: la de nivel administrativo a través de dos procesos: el planeamiento logístico y el proceso de adquisición de bienes y servicios, y la de operaciones logísticas que despliega actividades propias como el mantenimiento, producción, almacenamiento, transporte, servicio de campaña, logística inversa y entrega. Todo esto con el fin de contribuir a mejorar la capacidad en la toma de decisiones, aumentar la eficiencia en el uso de los medios y reducir los costos para garantizar la seguridad de las tropas.[2]
Asimismo, el EJC cuenta con un comando logístico compuesto por tres brigadas: una en apoyo general y dos en apoyo directo. Este, como parte de su estructura, cuenta con 14 batallones técnicos. Además, el EJC tiene 25 batallones de apoyo y sostenimiento para el combate, ubicados a lo largo y ancho del territorio nacional, y una Escuela Logística de entrenamiento y capacitación. También, cuenta con personal altamente especializado en el campo de la administración logística y la adquisición de bienes, tal es el caso de los técnicos expertos en mantenimiento de segundo y tercer nivel, tales como: programadores en sistemas, ingenieros industriales y trabajadores oficiales. Incluso estas unidades tienen a su disposición sistemas y herramientas avanzadas de comunicación y gestión de datos como el Sistema de Información Logística (SAP), el cual permite mantener un seguimiento constante de las actividades y el rendimiento en la gestión de inventarios.[3]
En el año 2021, Colombia y el mundo entero se vio afectado por la pandemia de la COVID-19, lo que generó un gran desafío para las operaciones logísticas de todas las empresas privadas y públicas, en particular, del EJC; ya que, a pesar de las políticas de bioseguridad y distanciamiento social ordenadas por el Gobierno Nacional, existía la obligación de continuar con el funcionamiento de las plantas de producción, mantenimiento y almacenamiento, a fin de continuar garantizando a las tropas toda su logística, la cual es necesaria estratégicamente para el cumplimiento de la misión constitucional. El enfoque se basó en tres grandes planes: (1) protección del personal, los recursos naturales y medio ambiente; (2) la optimización de los recursos; y (3) la depuración de la obsolescencia de los inventarios a nivel nacional.
Operación Logística de Transportes
Desde la campaña presidencial «Colombia está contigo: Un millón de familias», el EJC apoyó a las poblaciones vulnerables por la pandemia de la COVID-19. El Ministerio de Defensa Nacional (Mindefensa), las Fuerzas Militares (FFMM) y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ponen en funcionamiento la “Operación San Roque”. Este despliegue se desarrolló a través de cuatro líneas de esfuerzo: (1) preservar la Fuerza, fundamental para mantenernos sanos, fuertes y cumplir con la misión acatando todas las medidas de bioseguridad ordenadas por el Gobierno Nacional y el Ministerio de Salud (Minisalud); (2) mantener las capacidades intactas, continuando con un acuartelamiento para el alistamiento del personal militar las 24 horas del día; (3) continuar con las operaciones; y (4) trabajar en apoyo a la autoridad civil, colocando sus capacidades militares al servicio de la ciudadanía en todas las regiones del país en pro del cumplimiento de las medidas pedagógicas y restrictivas emanadas por el Gobierno Nacional.[4]
Desde el Comando del EJC, se impartieron los lineamientos correspondientes, según el “Plan de contingencia para responder ante la emergencia por la COVID-19”.[5] Las fases fueron las siguientes: (1) fase de planeamiento de las ayudas humanitarias, (2) fase de ejecución con las diferentes entidades del Estado y (3) fase de evaluación del desarrollo del programa de la ayuda humanitaria. Esto con el fin de reducir el daño que esta pandemia pudiera ocasionar.
El EJC, a través de la operación “San Roque” y el Comando Logístico, planeó la aplicación de estrategias, tales como: análisis de rutas, situación operacional militar, simulación de costos-beneficios, mediciones de mantenimiento y disponibilidad de la flota. Utilizando sus capacidades terrestres, se desplegó 745 vehículos entre tracto camiones con una capacidad de carga de 36 toneladas y tipo camión con capacidad de carga 7 a 12 toneladas. El personal militar recorrió un total de 726 014 km y llegaron a 42 municipios (Buenaventura, Tumaco, Quibdó, Arauca, Florencia, entre otros) transportando 6 564 toneladas en alimentos básicos y suministros médicos adicionales: mascarillas, guantes y equipos de protección personal (EPP). Se gastó un total 88 912 galones de combustible. Ello permitió conseguir un mejor desempeño logístico, evidenciado la disminución en el uso de la flota tercerizada (las cuales suspendieron operaciones a raíz de la pandemia), tiempos de entrega con la eliminación de intermediarios, costos de transporte y optimización del capital humano en el descenso de accidentes, contagios, siniestros, multas, entre otros, logrando como resultado un valor agregado a la cadena de suministros.[6]
Operación de Logística Inversa con Responsabilidad Ambiental (LIRA)
LIRA tiene como objetivo el crecimiento sostenible y el cumplimiento de la Operación Artemisa, cuyo propósito es contribuir a la regeneración del medio ambiente y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los efectos negativos de la disposición de residuos sólidos. Para lograr esto, se adoptan buenas prácticas ambientales y se orientan las políticas para proteger el patrimonio natural.
En 2022, se estableció un convenio interinstitucional con la empresa FABRICATO S.A. siendo pioneros en América del Sur en el proceso de depuración y destrucción de uniformes camuflados, material de campaña y prendas militares que cumplieron su vida útil. Esto representa una oportunidad cultural para la Fuerza al aprovechar los residuos mediante investigación e innovación. La empresa cumple rigurosamente con la normativa ambiental vigente, preserva áreas ecológicamente importantes y promueve la educación ambiental, planificando el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales para garantizar su desarrollo sostenible. A través de la industria, se transforman fibras militares descontaminadas y se reincorporan nuevas fibras utilizadas para impermeabilizar techos de edificios y crear telas, generando una economía circular. En 2022, el Ejército Nacional inició la destrucción de aproximadamente 1 296 596 uniformes camuflados, lo que equivale a unas 1296 toneladas, generando un ahorro de $ 64 529 531 USD por concepto de destrucción de material físico militar y originando cambios sostenibles con impacto ambiental estratégico.
Además, con la suscripción de este convenio, se reduce la pérdida y fuga de material de intendencia de uso privativo del EJC, ya que dicho proceso se lleva a cabo previa verificación de los cargos en el Programa de Aplicación Estándar (SAP). El Comando Logístico implementa diversas estrategias utilizando instrumentos innovadores para minimizar riesgos ambientales y evitar inestabilidades por impactos negativos en el entorno.[7]
Proceso de Chatarrización (Desintegración Física de Vehículos)
Asimismo, dentro la LIRA se considera los procesos de Chatarrización y Desintegración Física de Vehículos. Al respecto daremos a conocer brevemente algunos alcances:
La depuración por término de vida útil y obsolescencia de tecnologías de los diferentes vehículos tácticos y administrativos utilizados por el EJC, en las dos últimas décadas, permite adelantar el proceso de chatarrización (desintegración física), desarrollado en cuatro fases: (1) entrega de documentación para efectuar el proceso de chatarrización (desintegración física total), (2) proceso de planeación y contratación para seleccionar la entidad desintegradora, chatarrización, corte y desintegración física de los vehículos, (3) cancelación de matrícula-elaboración, aprobación y (4) publicación del acto administrativo que avala y autoriza la baja definitiva de los bienes.
Como resultado, las operaciones logísticas dieron gestión al manejo de residuos sólidos aprovechando los 796 262 kilogramos por un valor de USD $76 312,649 para la inversión en nuevos vehículos, atendiendo los estándares ambientales.[8] En este contexto, se logró evitar la emisión de CO2 al dejar de circular 536 vehículos para el aprovechamiento de diferentes metales, un cambio de paradigma en la fuerza y la depuración de inventarios en los sistemas de control.
El EJC es el impulsor de acciones compensatorias con el medio ambiente y, a través de la integración de procesos, logra un aporte significativo y una ventana de oportunidad en el aprovechamiento de residuos, limitación de gastos, prevención en la contaminación del entorno y la materialización de los esfuerzos en la reducción a los impactos ambientales.
Conclusiones
Las operaciones logísticas del EJC son una herramienta crucial y fundamental para el cumplimiento de los objetivos estratégicos del país. A lo largo de la historia, estas operaciones han sido utilizadas para proteger los intereses nacionales, minimizando el impacto en el medio ambiente y contribuyendo de manera positiva y duradera a la institución. Además, el modelo de operaciones logísticas del EJC garantiza la efectividad en el desarrollo de misiones militares para proteger la soberanía nacional. El EJC es pionero en el desarrollo de oportunidades que brindan apoyo a la población civil y en la creación de estrategias que preservan el medio ambiente. La transformación industrial y la llegada de nuevas tecnologías permiten al Comando Logístico ser dinámico y sostenible frente a los nuevos retos del impacto global, como el consumismo desenfrenado y la utilización ilimitada de recursos, mediante la aplicación de una estrategia inclusiva con educación y acción.
Notas finales:
- Óscar Alberto Jaramillo Carrillo, “Abastecimiento, soporte para el cumplimiento de la misión de nuestros héroes bicentenarios” (Bogotá, 2022). ↑
- Gobierno de Colombia “Bases del Plan Nacional de Desarrollo. Colombia, potencial mundial de vida” (Bogotá. D.C., 2022). ↑
- Ibíd. ↑
- Juan Octavio Mejía, “Tela camuflada del Ejército” (Bogotá, 2022). ↑
- “Plan de Contingencia para Responder ante La Emergencia por Covid-19” (Bogotá, D.C., marzo de 2020), 8-9. ↑
- Ejército Nacional, Departamento de Logística, “Estudio Previo convenio de cooperación Ministerio de Defensa Nacional” (Bogotá: October, 2021) ↑
- “Desintegración Física de vehículos Administrativos” (Vol. 01. Bogotá D.C, 4 de marzo de 2022), 86. ↑
- Nelson Rubio Arenas, Carlos Mosquera Orozco y Carlos Beltrán Otálvaro, “Los desafíos que enfrenta la competitividad Logística Colombiana” (Bogotá, 2018), 25. ↑