Este texto fue publicado originalmete en el libro América Latina en la Nueva Geopolítica Global.
Resumen
La mayor parte de los indicios encontrados en el actual panorama geopolítico (caracterizado por la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) se postulan por la vuelta a la antigua geopolítica de enfrentamiento entre bloques, aunque está claro que en una distinta configuración de la existente durante la Guerra Fría del siglo XX. Durante el primer tercio del siglo XXI, se ha definido un posible camino geopolítico, denominado bipolaridad dual que, con mucha probabilidad, reúne las condiciones para instaurar la nueva era geopolítica. Es decir, se ha percibido dos concepciones diferentes de cómo se puede estructurar la nueva era geopolítica. Por un lado, la que está basada en los valores y principios de la democracia y, por otro, la que se sustenta en el autoritarismo, en la falta de libertad y en un orden represivo. En román paladino, se vislumbra una competencia geopolítica entre fuerzas geoestratégicas democráticas y fuerzas geoestratégicas autoritarias.
Palabras clave: Geopolítica, grandes dilemas geopolíticos, instrumentos de poder, tecnologías emergentes, geoestrategia.
Introducción
El panorama geopolítico está cambiando de forma acelerada. En realidad, estamos viviendo en un profundo desorden internacional. Existe una gran competencia entre las dos grandes superpotencias, Estados Unidos (EE. UU.) y la República Popular China (RPC), así como entre grandes potencias y potencias emergentes que están aplicando reglas y normas en sus propias regiones de influencia, distintas unas de otras, generando una enorme dificultad para establecer un orden global que se sujete a unas normas y criterios universales que sean aceptados por toda la comunidad internacional.
Es importante destacar que las guerras en Ucrania y en Gaza están afectando poderosamente al panorama geopolítico internacional, principalmente, por cuatro argumentos indudables: (1) por el impulso dado a la existencia de algunas organizaciones como la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en sus competencias como instrumentos de seguridad y defensa colectiva; (2) por el reposicionamiento geopolítico de superpotencias, grandes potencias y potencias emergentes; (3) por la amenaza del movimiento revisionista que pretende cambiar el actual sistema internacional de poder establecido por Occidente al finalizar la Segunda Guerra Mundial (IIGM); y (4) por la aparición del Sur Global con algunas similitudes con el Movimiento de los Países No Alineados nacido en la segunda mitad del siglo XX, pero con una diferente y más potente configuración previsible, aún no articulada.
No parece haber duda de que, en la actual visión global del mundo, identificamos a cuatro principales actores con peso propio en las relaciones internacionales de poder: (1) a EE. UU. todavía como líder internacional de Occidente en defensa de los principios y valores universales sustanciales con la democracia; (2) a la UE como actor que representa, junto con EE. UU., los valores democráticos de libertad e igualdad incuestionables; (3) a la RPC como gran potencia emergente en una competencia revisionista directa con EE. UU. por el predominio mundial; y (4) a Rusia, con ansias revisionistas del actual orden liberal occidental y que —como segunda potencia mundial nuclear— desempeña un rol clave en la arquitectura de seguridad internacional.
Otro fenómeno que nos acompaña es la contradicción entre los procesos simultáneos de fragmentación e integración. El primero conduce a una complejidad de las relaciones intraestatales e internacionales en la que resulta muy complicado establecer el diálogo y acuerdos no solo entre diferentes grupos de un mismo país con posturas opuestas y, a veces, poniendo en cuestión la propia autoridad del Estado, sino también entre los Estados y actores no estatales de difícil reconocimiento jurídico mundial.
El segundo, el proceso hacia la integración como resultado de la interconexión económica internacional con la instantaneidad de las transferencias de capital en todo el planeta, junto a la consideración de la seguridad como un entorno único mundial, potenciadas por la interconexión física, de telecomunicaciones y de información y por las tecnologías emergentes desde el internet de las cosas hasta la computación cuántica, pasando por la inteligencia artificial, la robótica, el 5G, Big Data, el metaverso, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia cognitiva, el uso del espacio ultraterrestre o la cibernética en general. Este proceso facilita la necesidad de alcanzar unas relaciones internacionales sólidas y estables que actualmente, como se ha mencionado anteriormente, no atraviesan un buen momento.
En particular, en los últimos años, las dinámicas de confrontación, fricción y competencia han prevalecido sobre las de negociación y acuerdo, lo que se ha traducido en un deterioro generalizado de las relaciones internacionales en todas sus facetas: política, económica, tecnológica, diplomática o militar. Además, el declive democrático experimentado durante los últimos años contribuye a una mayor inestabilidad y dificulta la adopción de soluciones conjuntas en un mundo interconectado.
Movimientos Políticos Mundiales Recientes
Desde hace casi un año, han sucedido un conjunto de acontecimientos internacionales cuya mera celebración supone un impacto de alto valor en el presente y futuro sistema de seguridad internacional, en especial cuando acuden líderes mundiales y toman decisiones de carácter global. En esta línea, se consideran los movimientos políticos que se mencionan a continuación.
Desde que la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) entró en vigor (en junio de 2023) hasta la Cumbre de Paz sobre Ucrania (en junio de 2024), pasando por la reunión virtual de la Organización de Cooperación de Shanghai – OCS (en julio de 2023), la Cumbre de los BRICS (en agosto de 2023), la Cumbre del G20 (en septiembre de 2023), la visita del presidente ruso a Pekín y a Pyonyang (en mayo y junio de 2024, respectivamente), la conmemoración del desembarco de Normandía (en junio de 2024), o la Cumbre del G7 (en junio de 2024), en todos estos eventos políticos a los que han asistido gran parte de los líderes mundiales, la guerra de Ucrania ha ocupado un lugar preferente.
En relación con la RCEP (organización integrada por 15 países asiáticos y liderada por la RPC), se puede afirmar que —tras su entrada en vigor el 2 de junio de 2023— representa un claro triunfo de Pekín en el Este de Asia, al constituirse en el mayor tratado de libre comercio del mundo, el cual eliminará aranceles a las importaciones por los próximos 20 años. En cuanto a la OCS, en su reunión virtual de julio de 2023, supuso —sin duda— un triunfo para la RPC ya que incluyó a Irán como nuevo miembro y mostró su apoyo a Rusia en su defensa del orden constitucional frente a la asonada del Grupo Wagner, al mismo tiempo que la RPC condenó el proteccionismo y las sanciones multilaterales.
Por una parte, la Cumbre del Grupo BRICS (celebrada en Johannesburgo, en agosto de 2023), que prioriza entre sus miembros la cooperación política y la seguridad, constituyó otro éxito para la RPC, al aprobarse la admisión en el grupo de Arabia Saudita, Argentina, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía e Irán, aunque el actual gobierno argentino renunció a dicha membresía. Por otra parte, durante la Cumbre del G20 (celebrada en Nueva Delhi, en septiembre de 2023), los gobiernos de Alemania, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, EE. UU., Francia, India, Italia y la UE firmaron un Memorando de Entendimiento para establecer el Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa, que se concibe como una red de rutas de transporte que abarcan carreteras, vías férreas y marítimas, y cuyo principal objetivo es promover el desarrollo económico, fomentando la integración entre Asia, el Golfo Arábigo y Europa. Este proyecto se inscribe en el marco de la Asociación para la Inversión en Infraestructuras Mundiales, una iniciativa liderada por los países occidentales para apoyar proyectos de infraestructura en todo el mundo, con el objetivo general de mejorar el comercio y la cooperación internacional, convirtiéndose en una alternativa viable a la Iniciativa china de la Franja y la Ruta.
Por último, y de forma sorprendente, el G20 alcanzó un consenso en relación con la guerra en Ucrania, después de una serie de discusiones y discrepancias entre los participantes, previas a la Cumbre. Por un lado, se evitó condenar a Rusia, pero destacó el sufrimiento humano causado por el conflicto. Por otro, se adoptó el principio de que los Estados no pueden usar la fuerza para la adquisición de territorio o para violar la integridad territorial y la soberanía o independencia política de otros Estados. A todo ello, es preciso añadir la inclusión de la Unión Africana en el grupo, como miembro de pleno derecho, otorgándole el mismo estatus que a la UE y a los otros 19 países que componen este Grupo. Esta reunión encumbró a India como un excelente negociador, elevando su prestigio en el escenario internacional.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, realizó una visita de Estado a la RPC, entre el 15 y el 17 de mayo de 2024, donde se reunió con su homólogo, Xi Jinping, en un momento de tensión con Occidente, debido a la guerra en Ucrania. Además de tratar temas de comercio y energía, los dos líderes abordaron el conflicto en Ucrania y la cooperación en áreas como la inteligencia artificial y las energías renovables. Con independencia de que, según la inteligencia estadounidense, Pekín está prestando un apoyo sustancial a la base industrial de defensa de Moscú (a través de máquinas-herramienta, microelectrónica y motores para drones y turborreactores, entre otros), Rusia y la RPC están intentando establecer un mundo multipolar emergente, en respuesta a lo que consideran la hegemonía estadounidense.
A la reunión de líderes mundiales que participaron en los actos de la conmemoración del Dia D, el desembarco de Normandía, que culminaron el 6 de junio de 2024, no fue invitado el presidente Vladimir Putin, por la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, sí se invitó al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, que fue apoyado por todos los asistentes. Estos eventos se celebraron con la guerra haciendo estragos en Ucrania, en las fronteras de Europa. Por ello, los actos de conmemoración de un punto de inflexión clave en la IIGM han tenido una repercusión especial. En diferentes momentos, todos los líderes manifestaron la absoluta necesidad de que Ucrania debía ser apoyada por los europeos y aliados, como Francia y los demás Estados europeos lo necesitaron para derrotar al nazismo.
En la visita de Putin a Corea del Norte (los días 18 y 19 de junio de 2024), en su búsqueda de munición para la invasión de Ucrania, se firmó un pacto entre el presidente Vladimir Putin y el líder norcoreano, Kim Jong-un, mediante el cual ambos países se comprometen a apoyarse mutuamente en una hipotética guerra. De especial importancia es el artículo 4 de dicho pacto, el cual señala que “Si una de las partes se encuentra en estado de guerra debido a un ataque armado de uno o más Estados, la otra parte le proporcionará asistencia militar con todos los medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas y las leyes de Rusia y Corea del Norte”.[1] Este pacto cambia radicalmente la situación estratégica en el Este de Asia ya que, hasta ahora, el programa nuclear de Corea del Norte ha provocado una escalada en la región y su aislamiento internacional en las dos últimas décadas, cuando la Organización de Naciones Unidas (ONU) impuso sanciones a Pionyang, respaldadas, en su momento, por Rusia y la RPC.
Actualmente, la solución al gran dilema geopolítico del Este de Asia (el cual se abordará más adelante), en el que Corea del Norte constituye un actor fundamental, será mucho más complicado toda vez que el pacto entre Moscú y Pionyang rompe la política internacional en esta región, reforzando la agresión que la RPC lleva a cabo en el Mar de China Meridional (MCM) contra los países ribereños a los que pretende quitarles parte de su soberanía en dicho mar, estableciendo bases militares en ciertas islas y atolones, una vez que ha ampliado y realizado construcciones en sus tierras emergidas.
En la Cumbre del G7 (celebrada en Italia, los días 13 y 14 de junio de 2024), los líderes del Grupo reiteraron su apoyo inquebrantable a Ucrania y condenaron la agresión de Rusia contra el país. Asimismo, se comprometieron a proporcionar aproximadamente 50.000 millones de dólares, utilizando los beneficios de los activos rusos congelados como garantía. También invitaron a la RPC y a Irán a frenar su apoyo a Rusia en la guerra contra Ucrania. Durante la firma del acuerdo de seguridad entre Washington y Kiev por diez años, en los aledaños de la reunión del G7, el presidente estadounidense, Joe Biden, afirmó que la RPC no está suministrando armas a Rusia, sino la capacidad de producir esas armas y la tecnología disponible para hacerlo por lo que, de hecho, está ayudando a Rusia.
Sobre la guerra de Gaza, el G7 apoyó la propuesta estadounidense de un alto el fuego y reiteró que será necesario asegurar la ayuda a la población de la Franja, así como garantizar la paz para Israel. En cuanto a la Inteligencia Artificial, el G7 reiteró que es uno de los desafíos más complejos e impactantes a los que se enfrenta la comunidad internacional. El objetivo del Grupo consiste en garantizar que esta tecnología permanezca controlada —en todo momento— por humanos cuando se desarrolle. En la excepcional intervención del Papa Francisco en este foro y al tratar la Inteligencia Artificial manifestó que “ninguna máquina debiera elegir quitarle la vida a un ser humano”. En su opinión, condenaríamos a la humanidad a un futuro sin esperanza si le quitamos a las personas la capacidad de tomar decisiones sobre si mismas y sus vidas, condenándolas a depender de las elecciones de las máquinas. Igualmente, añadió que los humanos no deberían dejar que algoritmos poderosos decidan su destino.
Por último, la cumbre de paz sobre Ucrania, organizada por el presidente Volodímir Zelenski (celebrada en Suiza, los días 16 y 17 de junio de 2024), que reunió a cerca de 60 líderes mundiales y representantes de algo más de 90 gobiernos, finalizó con una declaración conjunta que reclama la seguridad nuclear y de tránsito marítimo, así como de un intercambio de prisioneros de guerra, aunque no fue firmada por 12 países, entre los que se encuentran Brasil, India y Sudáfrica, que forman —junto con la RPC y Rusia— el singular grupo geopolítico de países conocido como BRICS, anteriormente citado. Si bien los asistentes han estado de acuerdo en defensa de la integridad territorial de Ucrania y que la guerra en Ucrania debiera cesar, no todos los países piensan lo mismo de cómo llegar a ese punto. Según el ejecutivo ucraniano, uno de los objetivos del encuentro era dar voz a todo tipo de opiniones.
Como se ha visto en todos estos distintos movimientos políticos, materializados en cumbres y reuniones, la guerra de Ucrania ha ocupado un lugar preponderante. Es un síntoma claro de la repercusión e impacto geopolítico que tiene esta guerra en toda la comunidad internacional, de cara a establecer ese orden geopolítico global deseado por la comunidad internacional. Sin duda, hay un antes y un después en el orden internacional como consecuencia de la guerra en Ucrania.
También es preciso resaltar las decisiones que se han tomado en las reuniones de la OCS, BRIC, G20, G7 o en las visitas efectuadas por el presidente ruso a la RPC y a Corea del Norte. Por un lado, los acuerdos tomados en dichas reuniones y visitas, especialmente por parte de la RPC, India y Rusia. Por otro lado, la no asistencia de la RPC a la reunión del G20, donde Occidente tiene un importante protagonismo, lo que parece indicar un desplante chino frente al mundo occidental democrático.
Las Dos Principales Incógnitas Geopolíticas del Siglo XXI
En el entorno geopolítico actual existen dos incógnitas o cuestiones clave al diseñar una nueva era geopolítica holística que se traduciría en el esperado orden internacional a establecerse en el primer tercio del siglo XXI. La primera incógnita se refiere a los grandes dilemas geopolíticos existentes, entendiendo por este término a una potencial situación de conflicto o crisis en una zona o área estratégica regional, cuya solución o destino definitivo tiene una fuerte repercusión en la arquitectura de seguridad internacional, capaz de influir poderosamente en la nueva era geopolítica que se avecina.
En la actualidad, se identifican cuatro grandes dilemas geopolíticos en el planeta, en los que están implicados superpotencias, grandes potencias y potencias emergentes. El primero de estos dilemas es el Intermarium, un concpeto geopolítico que se refiere al itsmo que se extiende entre el mar Báltico y el mar Negro y que se manifiesta en la pugna entre la UE y Rusia. El segundo se halla en el laberinto bélico de Oriente Medio, donde compiten actores locales, regionales e internacionales. El tercero lo conforma el Este de Asia, en el que se juntan la actitud ofensiva china por el dominio del MCM frente a los países ribereños, la crisis nuclear con Corea del Norte, además del interés de otros actores mundiales. Por último, el cuarto lo conforma el escenario del Indo-Pacífico, que encierra un foco de tensión en el marco de la rivalidad entre EE. UU. y la RPC. Estos cuatro grandes dilemas geopolíticos están impregnados de un contexto inestable, complejo e impredecible, con soluciones inciertas que pueden producir situaciones imprevisibles e incontrolables no solo para las superpotencias o grandes potencias, sino también para el actual sistema de seguridad internacional, que se encuentra ya en un precario estado de equilibrado funcionamiento.
En cuanto a África y a América Latina, se consideran como dos regiones geopolíticas periféricas en el tablero geoestratégico global, que no reúnen condiciones capitales inicialmente para influir de forma decisiva en el próximo orden internacional que se implantará a corto o medio plazo en este siglo XXI. Actualmente, se encuentran en un estado embrionario de poder constituirse en entidades geopolíticas.
La segunda incógnita se relaciona con el modelo geopolítico a implantar de cara al diseño del próximo orden global. Se ha tenido en cuenta que, desde la IIGM se han instaurado dos modelos geopolíticos. El primer modelo, denominado bipolaridad, estableció una rivalidad estratégica entre las dos grandes potencias de entonces, EE. UU. y la Unión Soviética. A este periodo también se le llamó la guerra fría y duró hasta el año 1990, cuando se disolvió la Unión Soviética. Por su parte, el segundo modelo, denominado unipolaridad, se instituyó al finalizar la bipolaridad y se extendió hasta el año 2008, cuando se produjo la guerra de Georgia, que Occidente no supo hacerla frente con la debida autoridad y decisión. Durante este periodo, en el que EE. UU. ostentó una plena hegemonía mundial, se produjeron la Guerra del Golfo, la de Bosnia-Herzegovina, la de Afganistán y la de Irak.
Por último, a partir del año 2008, cuando termina la unipolaridad, y hasta la actualidad, se ha intentado establecer una multipolaridad que aún no se ha conseguido. A lo largo de este periodo, se han producido las guerras contra Al Qaeda y contra el Estado Islámico, la guerra en Ucrania y la guerra en Gaza, y han surgido la guerra híbrida y la guerra cibernética.
Es cierto que tanto la RPC como Rusia son partidarios del mundo multipolar, pero también es verdad que el establecimiento de este nuevo sistema geopolítico multipolar resulta muy complicado por la cantidad de intereses distintos que sustentan las grandes potencias y las potencias emergentes sujetas a una profunda competencia geoestratégica regional e internacional. Por ello, se van a proponer algunos modelos que pueden encajar dentro de ese marco de la multipolaridad que se está anunciando reiteradamente.
Para hablar de los modelos geopolíticos que se perciben en este primer tercio del siglo XXI, es preciso, por una parte, tomar como apoyatura los que han existido desde los años 50 del siglo pasado (prácticamente en los últimos tres cuartos de siglo), con sus profundas y enriquecedoras experiencias, y, por otra, tener presente a un conjunto de países emergentes que van a tener un especial protagonismo en la configuración del citado nuevo orden internacional.
En esta línea, se encuentran un conjunto de países —muchos de ellos considerados emergentes— con una población cercana a los 100 millones de habitantes, cinco de ellos doblándola ampliamente, dos próximos a 1.400 millones y dos con algo más de 50 millones; todos ellos con un notable crecimiento en la última década. A este grupo se le denomina G19 y poseen —aproximadamente— el 98 % del poder nuclear mundial, el 70 % de la economía global y el 64 % de la población del planeta. Además de EE. UU., la UE, la RPC y Rusia, a este grupo pertenecen también India, Japón, Bangladesh, Brasil, Corea del Sur, Egipto, Filipinas, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Reino Unido, Turquía y Vietnam.
El número de modelos geopolíticos a considerar en los próximos años se pueden reducir a tres. El primer modelo se denomina bipolaridad dual, al disponer de dos polos rivales, cada uno de ellos compuesto de dos centros de poder. Uno representa al polo transatlántico, democrático, compuesto por EE. UU. y la UE como centros de poder, que descansa en el vínculo transatlántico. El otro es el polo asiático, autoritario-comunista, que se sustenta en la asociación estratégica chino-rusa.
El segundo modelo, con el nombre de bipolaridad simplemente, puede considerarse como una nueva Guerra Fría al estar integrado por dos polos unitarios, EE. UU. y la RPC. En este caso, cada uno de los polos pretende disponer del dominio del globo frente al otro, con un planteamiento geopolítico internacional distinto ya sea en valores, principios o normas a tener en cuenta para ejercer el poder y el liderazgo correspondiente.
Por último, el tercer modelo, denominado pentapolaridad, está formado por EE. UU., la RPC, la UE, Rusia e India. En este modelo se ha incluido como quinto polo India, país que está llamado a constituir un actor geopolítico importante en los próximos años, pudiendo ejercer de contrapeso —fundamentalmente en Asia— de la asociación autoritaria chino-rusa, al mismo tiempo que proporcionaría un sustancial apoyo a los polos estadounidense y europeo.
En estos tres modelos geopolíticos multipolares, cada polo estaría acompañado por un conjunto de países que apoyan sus planteamientos y que, a modo de satélites, orbitan a su alrededor, siguiendo sus postulados en relación con los principios y criterios universales que ha presentado ante la comunidad internacional y que, se entiende, han sido o van a ser aprobados por la citada comunidad.
Un Posible Camino Hacia una Nueva Era Geopolítica
El siglo XXI ha marcado el comienzo de una radical transformación en el escenario planetario, con sus nuevas amenazas, retos, desafíos y complejidades que exigen un cambio de paradigma a la hora de entender y aplicar el cálculo —siempre complicado y tentativo— de la era geopolítica que se aproxima. En virtud de lo expuesto hasta ahora, la configuración de la geopolítica global en este primer tercio del siglo XXI se señala a continuación.
De los tres modelos geopolíticos que se han expuesto, la bipolaridad entre EE. UU. y la RPC, no debería ser aceptada por el gigante asiático ya que la RPC ni quiere, ni le interesa establecer una rivalidad geopolítica por dos principales razones. Por un lado, no quiere presentarse ante la comunidad internacional como un superpoder, por lo que prefiere llevar a un compañero de viaje, en este caso Rusia, en su postura revisionista mundial. Por otro lado, no está en condiciones de competir con EE. UU. en solitario, teniendo presente que, en el nivel militar —especialmente en el campo nuclear— es superada ampliamente por EE. UU.
Aunque algunos analistas ven a la RPC como un candidato natural para competir con EE. UU. en el liderazgo internacional, existen distintas perspectivas sobre su apuesta estratégica. Es cierto que la RPC ha experimentado un significativo crecimiento económico en las dos últimas décadas y que su Ejército de Liberación Popular se ha modernizado considerablemente, pero también es verdad que su enfoque podría estar más en línea con el desarrollo económico que con el dominio militar.
En cuanto al modelo pentapolar, es un modelo que puede aparecer más bien a largo plazo ya que India todavía no está ni política ni estratégicamente preparada para dar el paso en el horizonte internacional. Primero debe buscar su dominio geopolítico y geoestratégico en el océano Indico y afirmar su posición regional e internacional frente a las ambiciones y expansiones territoriales de la RPC.
Sin embargo, el modelo geopolítico que tiene más posibilidades de fundar y gestionar la nueva era geopolítica es la bipolaridad dual, donde se encuentran —como principales protagonistas— los cuatro actores mundiales (EE. UU., la RPC, la UE y Rusia). Alrededor de ellos, se posicionarán como satélites el resto de los países del G19. De su posicionamiento dependerá que el nuevo orden internacional se incline hacia un mundo gobernado por normas y criterios universales defendidos por actores democráticos o por otro tipo de reglas y pautas implantadas por actores autoritarios.
En una perspectiva a corto y medio plazo del alineamiento de los integrantes del G19, se presentan —seguidamente— las primeras consideraciones al modelo de bipolaridad dual, sujetas a posibles cambios y variaciones a lo largo de los próximos años, en función de cómo evolucionen las relaciones internacionales en los campos de la geopolítica, de la economía, de la diplomacia, de la alta tecnología y de la estrategia de seguridad global.
Respecto a los cuatro instrumentos de poder (económico, militar, político y tecnológico), relacionados con los cuatro actores fundamentales integrantes del modelo de la bipolaridad dual (EE. UU., la UE, la RPC y Rusia), en el año 2023, el PIB del polo democrático suma más del doble que el PBI del polo autoritario (43.591.034 millones de dólares versus 19.563.359 millones de dólares);[2] el gasto militar es cerca de cuatro veces mayor (1.504.000 millones de dólares versus 405.000 millones de dólares);[3] la capacidad organizadora y abierta de la estructura política del polo democrático es claramente superior; y en las altas tecnologías existe un equilibrio entre EE. UU. y la RPC, mientras que la UE y Rusia se encuentran retrasados. Habiendo realizado estas comparaciones, a continuación, se expone la posición de los 15 actores restantes del G19.
India se posiciona como una potencia regional y, posteriormente, mundial, defendiendo los intereses del Sur Global y conformando la mayor democracia del mundo. Asimismo, India es miembro del foro de seguridad QUAD, junto con Australia, EE. UU. y Japón; sin embrago, mantiene una rivalidad histórica con Pakistán, materializada en varias guerras, siendo ambos países potencias nucleares. A pesar de los lazos comerciales que India posee con la RPC y la aparente actividad política, existe una tensión creciente centrada en las disputas territoriales, el Océano Índico y la influencia en el Sudeste Asiático. Igualmente, India adopta una postura equilibrada entre los dos polos, pero sin alienarse completamente con las posturas occidentales. No obstante, en caso de elección, se decantaría claramente por el polo democrático.
Japón se encuentra en una encrucijada geopolítica. Mientras que Corea del Norte continúa desarrollando su arsenal nuclear, la RPC moderniza su instrumento militar, realizando incursiones en sus aguas territoriales, y Rusia adopta una actitud cada vez más agresiva en sus fronteras septentrionales, Japón busca mantener una estrecha sintonía con EE. UU. y Corea del Sur, al mismo tiempo que involucra a otros países en la búsqueda de la desnuclearización de la península coreana. Adicionalmente, Japón sigue siendo un país influyente (con el cuarto PIB más grande del mundo), que observa a la RPC como el mayor desafío estratégico para asegurar la paz y la estabilidad en la región del Este de Asia, aspirando por un Indo-Pacífico libre y abierto, así como siendo un defensor incondicional del orden internacional liberal y apostando claramente por el polo democrático. El aumento gradual del gasto de defensa de Japón es parte de una estrategia a largo plazo para ampliar su estatus militar internacional.
Reino Unido mantiene una relación especial con EE. UU., colaborando estrechamente en asuntos de seguridad y defensa. Su salida de la UE (Brexit) ha tenido un fuerte impacto en la geopolítica británica, con desafíos actuales que afectan a su posición global. Su ubicación geográfica siempre ha influido e influye en su política exterior y comercio marítimo, siendo una potencia nuclear. A pesar de su declive como gran potencia, el Reino Unido continúa manteniendo una influencia significativa en los ámbitos económico, cultural, militar y político del entorno mundial, formando parte del polo democrático. Además de ser uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a voto, forma parte del G7 y de la OTAN. Recientemente, tras el Brexit, el 58 % de los británicos desea volver a la UE.
Irán ocupa una importante posición estratégica en la región de Oriente Medio, mientras que su poder militar y su participación en asuntos internacionales constituyen aspectos clave en su posicionamiento geopolítico, compartiendo las posturas revisionistas de la RPC y Rusia, formando parte del polo autoritario. Su opaco programa nuclear está en cuestión ante la comunidad internacional. Asimismo, la geopolítica de Irán se caracteriza por una búsqueda de soberanía nacional que se enfrenta a los intereses de Occidente, principalmente de EE. UU. y de Israel. Como potencia regional en Oriente Medio controla varias milicias armadas en países árabes vecinos de Israel. Aparte del reciente establecimiento de relaciones con Arabia Saudita, mantiene una fuerte disputa con dicho país por el control de la región y por el liderazgo en el islam.
Turquía tiene una relación con el Sur Global basada en su identidad musulmana y su posición antiimperialista. Busca equilibrios y continúa aumentando sus relaciones con la RPC y Rusia, a pesar de ser un miembro de la OTAN. Desempeña un papel crucial en la geopolítica global y su influencia se extiende tanto hacia Asia Central como al Sur Global, especialmente hacia África. Practica una diplomacia ejemplar y su posicionamiento apuesta por el polo democrático. Además, la complejidad geopolítica de Turquía está poderosamente marcada por su situación geográfica, el papel energético y las tensiones de su periferia. Su rol como puente entre Oriente y Occidente, junto a su poder militar e influencia en Oriente Medio, le hace especialmente relevante como árbitro y como pivote geopolítico en el escenario regional e internacional.
Pakistán posee armas nucleares y juega un papel central en una región fronteriza a la tierra corazón (heartland) de Mackinder que engloba a parte de la RPC, India, Irán y Afganistán. Ocupa una relevante posición estratégica en el mundo debido a su geografía, población, armas atómicas y relaciones internacionales. Su posicionamiento geopolítico se caracteriza por una ambigüedad calculada entre los dos polos, situándose entre cuatro actores clave de la política internacional: la RPC, India, Irán y Afganistán. Pakistán ha fortalecido sus lazos económicos y militares con la RPC, especialmente a través del Corredor Económico China-Pakistán. La diferencia religiosa entre el islam de Pakistán y el hinduismo de la India, continúa siendo una fuente constante de conflicto, particularmente en torno a la región de Cachemira.
Bangladesh, por su parte, busca fortalecer la amistad y mantener una política exterior de amistad para todos, maldad para nadie; no obstante, tiene roces geopolíticos y económicos con algunos vecinos. La ubicación geopolítica única de Bangladesh es esencial para las potencias regionales y mundiales. Este país tiene uno de las más altas tasas mundiales de crecimiento económico de la última década. Su posicionamiento geopolítico apuesta por la ambigüedad calculada. De acuerdo con el Comité de Políticas de Desarrollo de la ONU, Bangladesh se libraría de la onerosa etiqueta de País Menos Desarrollado en el año 2024. De hecho, ha estado registrando un índice de crecimiento que ronda el 8 %, por encima del promedio asiático. Sin embargo, según el FMI, el déficit por cuenta corriente que sufre el país se prolongará durante gran parte de esta década.
Indonesia constituye un actor fundamental en Asia-Pacífico. Es la mayor economía del Sudeste Asiático. En caso de conflicto podría desempeñar un papel importante para bloquear el comercio chino. Ejerce un rol relevante en la economía global y en las relaciones internacionales. La visión común India-Indonesia de la cooperación marítima Indo-Pacífico constituye un baluarte democrático en dicha región. La política exterior dinámica y equilibrada de Indonesia la convierte en una potencia regional en el entorno del Indo-Pacífico. Alberga la mayor población musulmana del mundo y su ubicación (enclavada entre los océanos Pacífico e Índico) le proporciona unas condiciones especiales dada su pertenencia a la ASEAN. Sin duda, una Indonesia fuerte y estable supone uno de los principales obstáculos para que la RPC se adueñe del MCM, mejorando —al mismo tiempo— la posición de la ASEAN en el Sureste Asiático. Su posicionamiento se inclina hacia el polo democrático.
Corea del Sur es considerada una potencia regional de nivel medio; no obstante, su protagonismo en las relaciones internacionales está aumentando en la región del Nordeste Asiático debido, fundamentalmente, a sus iniciativas de cooperación internacional en diversos ámbitos con un enfoque de diplomacia multifacética. Ha buscado siempre mantener la estabilidad en la península coreana y ha participado activamente en esfuerzos diplomáticos para abordar asuntos relacionados con Corea del Norte. Asimismo, Corea del Sur ha sido el país más innovador del mundo durante siete de los últimos nueve años. Su liderazgo se basa en áreas como registro de patentes, investigación y desarrollo (I+D), y manufacturación. Se ha convertido en un actor diligente y activo en la dinámica global, destacando por su mencionada innovación, educación superior y desarrollo tecnológico. Conforma un miembro fundamental de encuadramiento en el polo democrático.
Filipinas, por su lado, ha emergido como uno de los mercados más prometedores y de más rápido crecimiento en el mundo. Su PIB experimentó un crecimiento del 7,6 % en el año 2022, consolidando aún más su posición como un destino atractivo para los inversores extranjeros. Recientemente, EE. UU. ha fortalecido su compromiso militar con Filipinas en caso de un enfrentamiento con la RPC. Su ubicación en la entrada marítima al Sudeste Asiático desde el océano Pacífico convierta a Filipinas en un actor clave para las principales potencias occidentales y asiáticas. Desde el punto de vista geopolítico, la estabilidad del país es crucial para los intereses políticos, económicos y estratégicos de los dos colosos rivales, EE. UU. y la RPC. Se postula en el campo del polo democrático.
Vietnam se ha convertido en una fuerza motriz en la manufactura y el comercio, mostrando una economía en auge y ganando reconocimiento internacional con cierta rapidez. Sin embargo, se encuentra en una encrucijada entre su éxito económico y su sistema político autoritario. Conforma un actor relevante en la política regional, pero aún persisten preocupaciones por la falta de libertades políticas internas. Las alianzas del país con organizaciones internacionales como la ASEAN y la ONU desempeñan un papel crucial en su desarrollo geopolítico. Estas instituciones brindan a Vietnam una plataforma para desempeñar un papel más activo en la diplomacia regional e internacional, al mismo tiempo que contribuyen a su estabilidad y seguridad. La situación geopolítica de Vietnam es de gran importancia global dado su impacto en la estabilidad regional y en el equilibrio de poder en Asia. Se sitúa en el entorno del polo autoritario.
Egipto constituye un importante mediador, tratando de apaciguar enfrentamientos y disminuyendo la tensión en los diferentes conflictos existentes en Oriente Medio. Ha restablecido su tradicional alianza con EE. UU. y la UE, mientras ha mejorado sus relaciones con Israel, Rusia y países del Este africano. Busca mantener su relevancia en la zona y equilibrar sus intereses internacionales. Adicionalmente, Egipto ocupa una posición estratégica especial, siendo la unión entre África y Oriente Medio, afectando hasta un 10 % de las rutas comerciales a nivel mundial. El país continúa teniendo una significativa relevancia en la consecución de la estabilidad y la seguridad en Oriente Medio. De hecho, actualmente, está participando muy activamente en la búsqueda de la paz en la guerra entre Israel y Hamás. Se inclina por el polo democrático.
Nigeria enfrenta una paradoja dolorosa. A pesar de ser el país más poblado del continente y tener una economía robusta, la desigualdad y la inseguridad permanecen de manera alarmante, toda vez que en su territorio se aloja el grupo del salafismo yihadista de Boko Haram. Nigeria posee la economía más fuerte del África subsahariana, pero existe una falta de control de su población por parte del gobierno. A nivel global es el decimosegundo productor de petróleo. La geopolítica de Nigeria está relacionada con su posición en el continente africano y sus relaciones con países vecinos y potencias extranjeras. Para la geopolítica nigeriana, la diversidad étnica, los recursos naturales y las relaciones internacionales constituyen elementos fundamentales. Se postula hacia el polo democrático.
México depende económicamente de las relaciones comerciales con EE. UU., lo que le hace vulnerable a decisiones políticas y económicas tomadas en Washington. Por otro lado, sus enormes recursos naturales le brindan una sólida plataforma para proyectarse en el escenario geopolítico global. Por ello, se puede considerar que la geopolítica de México es compleja y multifacética. Como segunda economía de América Latina y decimoquinta mundial, México se enfrenta a desafíos globales en áreas como el cambio climático, conflictos geopolíticos y la economía mundial. Tiene una posición relevante en la arena geopolítica, aunque presenta limitaciones en su capacidad de influencia internacional. Se ubica en la corriente del polo democrático.
Brasil es el país más grande de Iberoamérica y ocupa el quinto lugar entre los países más extensos del mundo, formando alianzas con diferentes países. Los principales objetivos de la geopolítica de Brasil se enfocan en la ocupación de su inmenso territorio, acercándose a las costas del Pacífico a través de la cuenca del río Amazonas y ejerciendo un liderazgo en América del Sur como plataforma para desarrollar su gran estrategia de proyección global. Brasil es el principal socio comercial de la RPC, pero busca mantener buenas relaciones tanto con Washington como con Pekín. Se posiciona con el polo democrático como una potencia regional y global, con una diplomacia neutral y ambiciosas propuestas para la paz y seguridad internacional.
En este contexto geopolítico, América Latina, en un futuro, puede reunir condiciones para constituirse en una entidad geopolítica internacional y tener su propio peso en el sistema global de poder, y así estar preparada y posibilitada para mirar de tú a tú a otros actores mundiales como EE. UU., la RPC o la UE. Para ello, dispone de dos grandes pesos pesados, Brasil y México, que pueden ejercer de ejes tractores de la región (en forma similar como lo están haciendo Francia y Alemania en la UE) para establecer entidades regionales, inicialmente, con los miembros más relevantes y con mayores capacidades de negociación colectiva en función de sus condiciones políticos, económicos, sociales o jurídicas, para iniciar el proceso de integración en la futura Unión de América Latina como actor geopolítico autónomo e independiente en la nueva era geopolítica del cercano futuro.
Conclusiones
En virtud de lo expuesto en este artículo, en el que se han contemplado los últimos acontecimientos ocurridos en el teatro internacional donde han intervenido superpotencias, grandes potencias y potencias emergentes, la reciente historia geopolítica desde la IIGM, la existencia de los grandes dilemas geopolíticos, así como los actores más importantes que tienen y van a tener un gran protagonismo en los próximos años, se ha llegado a definir tres modelos o caminos geopolíticos a seguir por la comunidad internacional a corto y medio plazo en la nueva era geopolítica que se acerca.
La mayor parte de los indicios encontrados en el actual panorama geopolítico (caracterizado por la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) se postulan por la vuelta a la antigua geopolítica de enfrentamiento entre bloques, aunque está claro que en una distinta configuración de la existente durante la guerra fría del siglo XX. En este entorno, de los tres modelos elegidos, uno de ellos, el denominado bipolaridad dual, es el que reúne las condiciones más adecuadas para instaurar la nueva era geopolítica que se anuncia.
Es decir, se han percibido dos concepciones diferentes de cómo se puede estructurar la nueva era geopolítica. Por un lado, la que está basada en los valores y principios de la democracia y, por otro, la que se sustenta en el autoritarismo, en la falta de libertad y en un orden represivo. En román paladino, se vislumbra una competencia geopolítica entre fuerzas geoestratégicas democráticas y fuerzas geoestratégicas autoritarias.
En el desarrollo de este camino de bipolaridad dual, aparecen los actores del G19, señalado en el apartado de las dos principales incógnitas geopolíticas del siglo XXI, alineados en uno de los dos bloques o polos considerados. Además de los 4 principales países que constituyen el núcleo del modelo (EE. UU., la UE, la RPC y Rusia), 2 países se postulan en el lado autoritario (Irán y Vietnam), 2 países en una posición ambigua (Pakistán y Bangladesh) y 11 países se postulan en el campo democrático (Brasil, Corea del Sur, Egipto, Filipinas, India, Indonesia, Japón, México, Nigeria, Reino Unido y Turquía). Por consiguiente, de los G19, 13 países se insertan en el terreno democrático, 4 en el autoritario y 2 en una posición ambigua.
No se ha incluido ni a Israel ni a Corea del Norte, países nucleares, ya que no responden a la tipología de países emergentes que caracterizan a los actores integrantes del G19. Sin embargo, ambos países se hallan enmarcados en dos de los grandes dilemas geopolíticos, el de Oriente Medio y el del Este de Asia, por lo que estarán implicados directamente en el resultado final de dichos grandes dilemas.
Finalmente, el camino que se presenta como bipolaridad dual en la nueva era geopolítica responde al escenario internacional que, con mucha probabilidad, nos espera en este primer tercio del siglo XXI. Tendrá un especial protagonismo la solución de los cuatro grandes dilemas geopolíticos existentes junto con el alineamiento que mantengan los actores del G19. Todo ello, en espera de que, en un futuro algo más lejano, la comunidad internacional sea capaz de establecer los principios y valores universales que sean respetados y cumplidos por toda la comunidad internacional.
Notas Finales:
- Cuesta, Javier G. y Abril, Guillermo. “Rusia y Corea del Norte se alían para luchar contra lo que consideran noticias falsas”. El País, 20 de junio de 2024. https://elpais.com/internacional/2024-06-20/rusia-y-corea-del-norte-se-alian-para-luchar-contra-lo-que-consideran-noticias-falsas.html ↑
- IMF. “World Economic Outlook Database, October 2023”. International Monetary Fund, 10 de octubre de 2023. https://www.imf.org/en/Publications/WEO/weo-database/2023/October ↑
- “SIPRI Yearbook 2024“. Stockholm International Peace Research Institute, 2024. https://www.sipri.org/yearbook/2024 ↑