Por:

Analista Investigador – Ejército del Perú

Geopolítica del Siglo XXI y el Perú en el Nuevo Orden Mundial

Resumen

El presente artículo examina el significado contemporáneo de la geopolítica en el contexto del reordenamiento mundial y la posición del Perú frente a los nuevos escenarios de poder. Mediante una metodología cualitativa de tipo interpretativo y estratégico, analiza fuentes especializadas y doctrinas regionales comparadas, con el objetivo de comprender los factores que inciden en la articulación del poder nacional. El propósito es contribuir a la formulación de una estrategia nacional que permita al Perú afrontar los desafíos del entorno internacional con autonomía y visión de largo plazo. Resalta la urgencia de una doctrina geopolítica moderna que integre seguridad, defensa, desarrollo, educación, infraestructura productiva y liderazgo estratégico.  Asimismo, aborda amenazas transnacionales, dinámicas regionales en América Latina y la influencia de potencias globales sobre el sistema internacional. La investigación propone reposicionar al Perú como nodo geoestratégico en Sudamérica, combinando desarrollo logístico, fortalecimiento institucional, profesionalización de las Fuerzas Armadas (FF. AA.) y una política educativa alineada con los intereses nacionales. Este análisis ofrece lineamientos para construir una visión geopolítica nacional prospectiva, multisectorial y coherente con los intereses permanentes del Estado en un entorno global complejo y competitivo.

Palabras clave: Geopolítica, seguridad y defensa nacional, estrategia multisectorial, soberanía estratégica, nuevo orden mundial

Introducción

La geopolítica ha dejado de ser una disciplina reservada exclusivamente a las grandes potencias y se ha erigido en una herramienta fundamental para cualquier Estado que aspire a preservar su soberanía, fomentar su desarrollo y consolidar la estabilidad interna en un entorno internacional cada vez más volátil. El siglo XXI configura un escenario global en permanente transformación, caracterizado por disputas estratégicas, competencia por recursos críticos, avances tecnológicos y la pugna por el control de rutas logísticas globales.[1] En este entorno de competencia entre grandes bloques y desafíos del multilateralismo, los Estados medianos y periféricos deben replantear su estrategia geopolítica para evitar quedar sujetos a presiones externas contradictorias.[2] En este contexto de rivalidad entre bloques y desafíos al multilateralismo, los Estados medianos y periféricos deben reformular su estrategia geopolítica para evitar quedar sujetos a presiones externas contradictorias.

El Perú, a pesar de su ubicación estratégica en el Pacífico Sur y la abundancia de recursos naturales, carece de una doctrina geopolítica propia que le permita anticipar, influir y proteger sus intereses nacionales. Esta carencia restringe su protagonismo regional y expone al país a riesgos crecientes de dependencia, fragmentación e inestabilidad estructural. Tradicionalmente, los estudios geopolíticos adoptaron una perspectiva determinista, centrada en el espacio físico, las fronteras y las relaciones de poder entre Estados, como lo plantearon Friedrich Ratzel, Rudolf Kjellén, Halford Mackinder y Alfred Thayer Mahan.[3] Aunque estos aportes sentaron las bases de la disciplina, aplicar sus categorías sin un análisis crítico resulta insuficiente ante las dinámicas actuales. La guerra híbrida, la interdependencia digital, los flujos migratorios, el Crimen Organizado Transnacional (COT) y la disputa por el dominio del ciberespacio y de la opinión pública amplían considerablemente los desafíos geopolíticos.[4]

En el caso peruano, mantener una visión geográfica rígida o estrictamente militar constituye no solo una limitación teórica, sino un obstáculo para el diseño de políticas públicas estratégicas y multisectoriales. No asumir la categoría de Estado pivote o potencia intermedia con vocación de articulación regional podría condenar al país a la irrelevancia geopolítica en un sistema internacional polarizado.

Ante este panorama, el presente análisis propone una lectura actualizada y crítica de la geopolítica contemporánea, entendiéndola como una herramienta de planificación del poder nacional. A partir de una revisión argumentada, con enfoque pragmático y énfasis en el contexto regional andino-pacífico, se articula una visión integral de los retos actuales del Perú, considerando dimensiones como la seguridad, la defensa, la educación, la economía, la infraestructura y el liderazgo político-militar. Más allá del diagnóstico, el propósito es aportar lineamientos prácticos que orienten la construcción de una visión geopolítica nacional sólida, realista y transformadora, capaz de proteger los intereses permanentes del Estado y posicionar al país estratégicamente en el escenario internacional. En tal sentido, resulta fundamental incorporar los aprendizajes de países medianos en transición que, ante presiones cruzadas entre grandes potencias, han desarrollado marcos doctrinarios propios para preservar su autonomía y relevancia estratégica.

Geopolítica Clásica y Pensamiento Estratégico del Siglo XXI: Cambios Conceptuales y Desafíos para el Perú

El pensamiento geopolítico se originó en el siglo XIX, cuando autores como Friedrich Ratzel y Rudolf Kjellén establecieron una relación directa entre el espacio territorial y la vitalidad del Estado. Ratzel formuló el concepto de “espacio vital” (Lebensraum), sosteniendo que los Estados, concebidos como organismos vivos, necesitaban expandirse territorialmente para garantizar su desarrollo y supervivencia.[5] Por su parte, Kjellén acuñó el término “geopolítica”, definiéndolo como una herramienta analítica para comprender el poder estatal en función de la geografía.[6] Estas ideas dieron origen a una geopolítica determinista y orgánica que influiría en teorías posteriores, como la del Heartland de Halford Mackinder, quien postuló que el control del centro de Eurasia confería dominio global,[7] y en la doctrina naval de Alfred Thayer Mahan, quien resaltó la supremacía marítima como clave para la hegemonía mundial.[8]

Aunque estas perspectivas fueron esenciales en su época, reflejaban una visión estática del poder, centrada exclusivamente en el control territorial y las capacidades militares convencionales. Su lógica respondía a un contexto de confrontación imperial, guerras territoriales y expansión colonial, distante de las dinámicas fluidas y multidimensionales que caracterizan las relaciones internacionales contemporáneas.

No obstante, el siglo XXI ha modificado profundamente las condiciones que configuran las relaciones de poder entre los Estados. En la actualidad, el dominio estratégico trasciende la tierra y el mar, abarcando el ciberespacio, el espacio exterior y el ámbito cognitivo.[9] La noción de poder no se limita a la posesión de recursos tangibles, pues se sustenta en la capacidad de controlar circuitos globales de datos, información, finanzas, tecnología y cultura.

La geopolítica contemporánea reconoce que la influencia global se manifiesta mediante el control de flujos financieros, tecnológicos, informativos y simbólicos; y comprende que los conflictos ya no se libran únicamente con ejércitos, sino que adoptan nuevas modalidades a través de algoritmos, narrativas, plataformas digitales y campañas de desinformación. Los conceptos de soft power y smart power ilustran cómo el poder se construye actualmente mediante la atracción cultural, la diplomacia, la innovación y el posicionamiento simbólico.[10] En este escenario, las herramientas tradicionales del poder coercitivo continúan siendo necesarias, pero resultan insuficientes sin una estrategia transversal que articule lo tangible con lo intangible. Por consiguiente, la geopolítica debe concebirse como una estrategia dinámica orientada a la consolidación del poder nacional y no simplemente como un análisis de mapas o fronteras.

Cuestionar las bases clásicas no implica descartarlas, sino adaptarlas a las nuevas condiciones del entorno global. Como advierte Zbigniew Brzezinski, el tablero geopolítico actual exige un pensamiento estratégico que combine una visión global con objetivos nacionales concretos.[11] Esto supone que los Estados —en particular aquellos como el Perú, que han carecido de una doctrina geopolítica consolidada— deben abandonar la idea de la geopolítica como un simple discurso académico o militar, y asumirla como una herramienta clave para diseñar políticas públicas coherentes, multisectoriales y de largo plazo.

La incorporación de la geopolítica en el planeamiento nacional no puede limitarse a documentos declarativos o visiones abstractas; debe traducirse en decisiones institucionales, inversiones estratégicas y articulación intersectorial. En consecuencia, el pensamiento estratégico nacional debe nutrirse no solo de la tradición geopolítica clásica, sino que los responsables de su formulación deben integrar enfoques contemporáneos que incorporen inteligencia anticipativa, planeamiento por escenarios, análisis de vulnerabilidades estructurales y construcción de poder desde múltiples dimensiones: territorial, económica, tecnológica, institucional y cultural. De esta forma, la geopolítica del siglo XXI no se hereda; el Estado la construye deliberadamente con visión de nación y compromiso intergeneracional.

Considerando lo expuesto, la Tabla 1 compara las características clave de la geopolítica clásica y la geopolítica estratégica contemporánea, destacando los principales cambios conceptuales y su relevancia para el Perú.

Tabla 1. Comparación entre la geopolítica clásica y la geopolítica estratégica contemporánea

N.º Dimensión comparada Geopolítica clásica (siglos XIX–XX) Geopolítica estratégica contemporánea (siglo XXI)
1 Concepción del poder Determinismo territorial, poder basado en recursos físicos y expansión Poder dinámico basado en influencia simbólica, tecnológica, financiera y cultural
2 Espacios de influencia Tierra, mar y control de fronteras físicas Ciberespacio, espacio exterior, redes digitales y dominio cognitivo
3 Instrumentos de dominación Ejércitos, armadas, ocupación territorial Narrativas, algoritmos, flujos financieros y tecnológicos
4 Actores centrales Estados imperialistas y potencias militares Estados, corporaciones, plataformas tecnológicas y redes transnacionales
5 Estrategia dominante Control geográfico y expansión territorial Articulación multisectorial, planeamiento por escenarios y construcción de poder nacional
6 Implicancia para el Perú Ausencia de protagonismo, rol pasivo en la periferia del sistema internacional Necesidad de construir doctrina geopolítica propia con visión de largo plazo y enfoque multisectorial

El Nuevo Orden Mundial: Poderes en Pugna y Escenarios de Confrontación

El orden internacional que se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial reflejó el liderazgo político, económico y militar de EE. UU. Sin embargo, con el paso del tiempo, dicho liderazgo ha experimentado un declive progresivo. Organismos multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) promovieron un sistema internacional liberal que funcionó como modelo hegemónico de gobernanza global; no obstante, la emergencia de nuevas potencias regionales y la pérdida de legitimidad de este modelo han debilitado su influencia su influencia.[12]

Durante las últimas dos décadas, el sistema internacional ha transitado de una estructura unipolar, liderada por EE. UU., hacia una configuración multipolar caracterizada por una mayor volatilidad y competencia estratégica. En este nuevo escenario, potencias como China y Rusia han consolidado su capacidad de proyección global, mientras que países como India y Turquía, considerados potencias regionales con creciente influencia, disputan espacios estratégicos que anteriormente eran monopolizados por las potencias occidentales.[13] Además, actores como Irán han fortalecido su papel geopolítico en regiones clave, a pesar de sus limitaciones económicas, desafiando los equilibrios tradicionales del poder global.[14]

Este proceso de reordenamiento afecta no solo los ámbitos económico y militar, también alcanza las normas y símbolos internacionales. La narrativa universalista de los valores occidentales se ve cuestionada, favoreciendo una tendencia hacia la desoccidentalización del sistema internacional. En este sentido, resulta fundamental identificar las estrategias que despliegan los principales actores geopolíticos y analizar sus implicancias para el Perú.

La Tabla 2 presenta los poderes en pugna, los escenarios de confrontación global y las oportunidades y riesgos que enfrenta el Estado peruano en este entorno cambiante.

Tabla 2. Poderes en pugna y escenarios de confrontación global

N.º Actor / Bloque geopolítico Estrategia geopolítica actual Oportunidad / Riesgo para el Perú
1 Estados Unidos Liderazgo en organismos multilaterales, mantiene supremacía tecnológica y militar, y ejerce una política de contención global Mantener relaciones de cooperación sin caer en dependencia estratégica
2 China Reconfigura interdependencias globales mediante la Franja y la Ruta, expande su influencia tecnológica y financiera Evitar dependencia estructural; diversificar alianzas en sectores tecnológicos y financieros
3 Rusia Proyección de poder asimétrico en Ucrania, uso estratégico de recursos energéticos, difusión de desinformación y promoción de alianzas no occidentales Riesgos indirectos por alineamientos internacionales e influencia digital
4 Unión Europea Diversificación energética, enfrenta tensiones internas y se subordina a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) Potencial de cooperación económica con un aliado de autonomía limitada
5 BRICS Impulsa un orden alternativo Sur-Sur, crea bancos propios y desafía la hegemonía del dólar en procesos bilaterales Potencial de cooperación económica sin alineamientos ideológicos rígidos
6 Perú Ausencia de doctrina geopolítica consolidada, débil aplicación de planes estratégicos y marcada inestabilidad política Urgente necesidad de construir una doctrina geopolítica coherente, realista y estable

En este nuevo tablero global, China emergió como el principal contrapeso al poder estadounidense. Beijing impulsa la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), penetra económicamente en África y América Latina, y fortalece su poder tecnológico y financiero. Esta expansión estratégica busca reconfigurar las redes de interdependencia global en torno a sus intereses geoestratégicos,[15] lo que representa un desafío directo para la hegemonía tradicional de EE. UU.

Por su parte, Rusia, pese a sus limitaciones estructurales, proyecta poder asimétrico mediante su intervención en Ucrania, emplea la energía como instrumento geopolítico, difunde campañas de desinformación digital y fomenta alianzas estratégicas no occidentales.[16] Estas acciones agravan la complejidad del entorno global y añaden nuevas dimensiones a los conflictos internacionales. Mientras tanto, EE. UU. mantiene su supremacía tecnológica y militar, así como el control en organismos multilaterales, aunque enfrenta cuestionamientos internos y externos que erosionan su liderazgo.[17]

En este sentido, la UE ha diversificado aceleradamente sus fuentes de suministro energético desde 2022, reduciendo significativamente su dependencia del gas ruso.[18] Sin embargo, los Estados miembros enfrentan tensiones internas y la UE mantiene una autonomía estratégica limitada debido a su alineamiento con la OTAN, lo que condiciona su capacidad de proyección independiente. Esta situación refleja las complejidades y contradicciones que atraviesa el bloque europeo en su intento por consolidar un papel geopolítico más autónomo.

De manera paralela, el bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se ha posicionado como una plataforma de coordinación política, económica y financiera que desafía el orden liderado por Occidente. Los BRICS crearon un sistema de pagos alternativo al Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication (SWIFT), establecieron bancos propios como el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y promueven una agenda de cooperación Sur-Sur. Si bien el bloque procura restar centralidad al dólar y ofrecer a los países en desarrollo una alternativa al modelo liberal,[19] China impulsa gradualmente el uso del yuan en acuerdos bilaterales, sin que hasta la fecha exista un sistema monetario alternativo estructurado a escala global.

Este complejo panorama internacional genera múltiples formas de confrontación híbrida, en las que los conflictos tradicionales coexisten con disputas cibernéticas, sanciones económicas, manipulación mediática y control tecnológico.[20] Como resultado, la geopolítica contemporánea ha trascendido el enfrentamiento entre dos bloques rígidos y presenta un sistema fragmentado, caracterizado por alianzas cambiantes, tensiones regionales múltiples y riesgos sistémicos acumulados.[21] Por esta razón, los Estados, incluido el Perú, deben comprender que mantenerse al margen implica adoptar decisiones respecto a su participación y posición en el tablero mundial.

En el caso peruano, la política exterior ha carecido de una doctrina estratégica explícita, coherente y sostenida en el tiempo. Aunque el Ministerio de Relaciones Exteriores (RREE) plantea lineamientos de inserción internacional diversificada en su Plan Estratégico Institucional (PEI) 2025–2030,[22] su implementación ha sido limitada debido a la inestabilidad política interna, la frecuente rotación de autoridades y la ausencia de una visión geoestratégica transversal.  Estas condiciones han obstaculizado la consolidación de una diplomacia de Estado orientada a la defensa de los intereses nacionales permanentes y al posicionamiento del Perú como actor articulador en Sudamérica. Esta vacancia doctrinaria en la conducción de la política exterior evidencia la urgencia de construir una visión geopolítica nacional que trascienda las coyunturas políticas y se alinee con objetivos estratégicos de desarrollo, seguridad, autonomía y soberanía nacional.

América Latina en la Fragmentación Geopolítica Global

América Latina atraviesa una profunda fragmentación geopolítica, producto de la ausencia de una visión compartida de desarrollo y del resurgimiento de agendas políticas ideologizadas que obstaculizan la integración regional. Históricamente considerada como el “patio trasero” de EE. UU., la región ha intentado en distintas etapas consolidar su autonomía estratégica, aunque con resultados dispares. Iniciativas como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) no lograron consolidar una arquitectura institucional robusta, mientras que el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Alianza del Pacífico (AP) presentan fracturas internas, contradicciones ideológicas y falta de continuidad política que limitan su efectividad.[23]

Este escenario favorece la penetración simultánea de actores extrarregionales, como China y Rusia, lo que genera una mayor competencia geopolítica; además, incrementa la dependencia de intereses externos. Sin una hoja de ruta común ni voluntad de convergencia estratégica, América Latina oscila entre una multipolaridad fragmentada y un aislamiento estructural que reduce su capacidad de influencia.

Para ilustrar estas dinámicas, la Tabla 3 presenta las principales dimensiones de análisis, la situación actual y las implicancias geopolíticas que enfrenta la región en este contexto fragmentado.

Tabla 3. América Latina en la fragmentación geopolítica global

N.º Dimensión de análisis Situación actual Implicancia geopolítica
1 Integración regional Organismos fragmentados (UNASUR, CELAC, MERCOSUR, Alianza del Pacífico); sin visión común Falta de arquitectura sólida impide defensa de intereses comunes
2 Actores extrarregionales Presencia simultánea de China y Rusia en sectores estratégicos Aumenta dependencia de agendas externas sin control propio
3 Casos críticos de gobernabilidad Cuba, Venezuela y Bolivia con crisis estructurales e institucionales Deslegitimación interna que facilita intervención o influencia foránea
4 Influencia externa (EE. UU. / China) Estados Unidos endurece medidas; China busca puertos y telecomunicaciones; Panamá muestra resistencia táctica Tensión geoestratégica sin posicionamiento regional claro
5 Capacidad de articulación estratégica Baja capacidad de incidencia internacional; sin hoja de ruta suprarregional Fragmentación estructural; América Latina como zona pasiva de disputa global

Los casos de Cuba, Venezuela y Bolivia ilustran cómo decisiones políticas desacertadas pueden derivar en crisis estructurales profundas. Cuba mantiene un sistema económico rígido, carece de pluralismo político y afronta una infraestructura colapsada, situación que ha llevado a diversos analistas a clasificarla como un Estado fallido, caracterizado por elevadas tasas de emigración y dependencia externa crónica.[24] Venezuela, pese a sus vastos recursos energéticos, enfrenta un colapso económico y social sin precedentes, marcado por hiperinflación, inseguridad alimentaria y una migración masiva que supera los 7,7 millones de personas, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).[25] Bolivia, luego de un periodo de crecimiento impulsado por los precios de las materias primas, actualmente experimenta inflación, devaluación de su moneda, pérdida de reservas internacionales y una polarización política agudizada.[26] En todos estos casos, las políticas estatistas mal ejecutadas, el deterioro institucional y la cooptación de los aparatos del Estado han debilitado la soberanía interna y los han hecho vulnerables frente a actores externos.

Del mismo modo, fenómenos como el endurecimiento de la política exterior de EE. UU. bajo la administración de Donald Trump —especialmente en materia migratoria y comercial— generaron impactos negativos directos en las economías más vulnerables de la región.[27] Las medidas arancelarias de corte proteccionista, la implementación de barreras físicas y legales contra la migración, así como el recorte de programas de cooperación, profundizaron los desequilibrios estructurales de varios países. A ello se suma el renovado interés de China por asegurar su influencia estratégica en puertos, telecomunicaciones, energía e infraestructura logística. Sin embargo, el caso del Canal de Panamá constituye una excepción significativa: tras presiones diplomáticas de alto nivel, Panamá rechazó las propuestas chinas en materia portuaria y reafirmó su alineamiento con EE. UU., priorizando sus intereses estratégicos y consolidando el tránsito preferencial para buques estadounidenses.[28] Este episodio evidencia que algunos Estados aún pueden ejercer márgenes de autonomía táctica, aunque, en general, la región carece de una voz común frente a los intereses de las potencias globales. A la luz de este panorama, América Latina no solo pierde relevancia en el sistema internacional, sino que se convierte en un espacio de competencia pasiva, sin capacidad efectiva de articulación como bloque estratégico. La fragmentación interna, el cortoplacismo político y la ausencia de una visión suprarregional han debilitado su proyección internacional y erosionado su posibilidad de actuar como un actor colectivo con voz propia.

Perú y su Tránsito de la Periferia a la Oportunidad Geoestratégica

El Perú ha sido históricamente considerado un país periférico en el sistema internacional, con escasa capacidad de proyección geopolítica y limitado peso en los procesos de toma de decisiones globales. Esta situación se explica, en parte, por una tradición política interna marcada por la desarticulación institucional, el cortoplacismo gubernamental y la falta de continuidad en las políticas de Estado.[29] Adicionalmente, la ausencia de una cultura estratégica ha dificultado el desarrollo de una doctrina geopolítica nacional capaz de orientar el accionar multisectorial del Estado en función de intereses permanentes. En contraste, esta percepción de marginalidad se opone a una realidad geográfica y económica que ofrece ventajas sustanciales para el reposicionamiento regional y global del país. El Perú posee una de las costas más extensas del Pacífico sudamericano, recursos minerales críticos para la transición energética global —como el cobre—, reservas de agua dulce, biodiversidad estratégica y una proximidad natural con los mercados asiáticos.[30]

Según datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC), Perú fue la economía número 49 (de 195) en términos de PIB (US$ actuales), el país número 51 (de 226) en exportaciones totales y la economía número 97 (de 196) en términos de PIB per cápita (US$ actuales),[31] lo que refleja tanto su potencial como sus limitaciones estructurales. En términos geoeconómicos, el país se mantiene como uno de los principales productores mundiales de cobre, zinc, oro, plata y estaño. Igualmente, ha iniciado la exploración de yacimientos de litio en regiones como Puno, Moquegua y Cusco, conformando lo que algunos analistas han denominado “la franja de litio”,[32] lo que podría elevar su valor estratégico en los próximos años, particularmente en el marco de la transición energética global.

No obstante, la estructura económica sigue siendo altamente dependiente de la exportación de materias primas sin mayor procesamiento industrial, lo que restringe su inserción en cadenas de valor globales. Por ende, esta situación coloca a Perú ante una disyuntiva histórica: persistir como exportador primario vulnerable a los vaivenes del mercado internacional o implementar una estrategia de transformación productiva que le permita convertirse en un actor logístico, tecnológico y energético relevante en el hemisferio.

La ubicación geográfica privilegiada lo convierte en un potencial nodo articulador entre Sudamérica y el Asia-Pacífico. El litoral peruano ofrece la posibilidad de proyectarse como una plataforma bioceánica si logra integrar eficientemente los corredores logísticos que conecten Brasil y el corazón sudamericano con el Pacífico, favoreciendo así el tránsito de mercancías e inversiones.[33] A partir de lo anterior, el país debe fortalecer su infraestructura portuaria, energética y digital, así como su institucionalidad, con el objetivo de atraer inversión extranjera de calidad que contribuya al desarrollo sostenible. Cabe agregar que consolidarse como un hub estratégico no implica asumir el papel de potencia; por el contrario, requiere ejercer una influencia tangible como Estado logístico, articulador y con plena autonomía decisional en el reordenamiento geopolítico regional.

El Perú enfrenta una oportunidad histórica para construir un perfil geopolítico propio, con voz y capacidad de maniobra en los foros internacionales. Este nuevo enfoque demanda visión estratégica, planificación multisectorial, estabilidad política y una élite gobernante capaz de actuar bajo una lógica de interés nacional con perspectiva de largo plazo. Convertirse en un actor geoestratégico no depende únicamente de la geografía o los recursos, sino de la intención y voluntad política de emplear ambos para construir soberanía y proyectar poder de manera inteligente y sostenida.

Para comprender mejor los retos y potencialidades del país, la Tabla 4 presenta un diagnóstico estratégico que identifica las condiciones actuales, las claves para la transformación geoestratégica y las oportunidades para una estrategia nacional sólida.

Tabla 4. Diagnóstico estratégico del Perú

N.º Dimensión Condición actual Clave para la transformación geoestratégica Oportunidades para una estrategia nacional
1 Inserción geopolítica Rol periférico sin doctrina nacional clara Posicionarse como nodo articulador entre Sudamérica y Asia-Pacífico Consolidar liderazgo logístico en el Pacífico sur y aumentar influencia regional
2 Modelo económico Dependencia extractiva y bajo valor agregado Impulsar industrialización soberana con cadenas de valor propias Diversificar exportaciones con autonomía tecnológica e inclusión territorial
3 Capacidad institucional Fragmentación, improvisación y liderazgo político débil Modernización del Estado con visión estratégica y planificación multisectorial Alinear instituciones al PEDN 2050
4 Inserción externa Alta vulnerabilidad frente a actores globales Apertura estratégica con autonomía tecnológica y negociación soberana Reconfigurar alianzas económicas en función de intereses nacionales permanentes
5 Educación y liderazgo Brechas estructurales y captura ideológica en sectores clave Reforma educativa nacional, formación de élites con visión de Estado Convertir la educación en pilar del poder nacional y cohesión interna

La Inserción Comercial y Tecnológica como Estrategia Nacional

En un mundo donde las ventajas comparativas ya no garantizan el desarrollo, la inserción comercial de un país debe ir acompañada de una estrategia tecnológica e industrial que permita agregar valor a sus recursos, diversificar su economía y reducir la dependencia de la exportación de materias primas. El Perú ha consolidado su papel como productor global de minerales y recursos estratégicos, pero sigue mostrando rezagos estructurales en materia de industrialización, innovación tecnológica e integración efectiva a las cadenas globales de valor.[34]

A pesar de ser parte activa de mecanismos como el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), la Alianza del Pacífico o tratados como el Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP), el país aún no logra articular una política comercial coherente al servicio de un proyecto nacional de transformación productiva.[35] En la práctica, el comercio exterior peruano ha sido funcional a una economía extractiva de bajo valor agregado y con escasa capacidad de generar empleo formal y desarrollo territorial equitativo. Esto revela una apertura comercial no estratégicamente direccionada.

Para ilustrar los límites actuales y las propuestas para avanzar hacia una autonomía estratégica, la Tabla 5 presenta un diagnóstico de la inserción económica internacional del Perú.

Tabla 5. Inserción económica internacional: límites actuales y propuesta de autonomía estratégica

N.º Aspecto económico Modelo vigente Implicancias para la autonomía Propuesta de reorientación estratégica
1 Comercio exterior Exportación primaria con bajo valor agregado, escasa diversificación Dependencia de precios globales, vulnerabilidad ante disrupciones logísticas Impulsar cadenas de valor industriales, diversificar matriz exportadora y vincular exportación a contenido tecnológico nacional
2 Infraestructura logística Puertos y corredores desconectados del planeamiento geoestratégico Desarticulación territorial, pérdida de ventaja geográfica Integración bioceánica planificada, nodos logísticos como Chancay y Corío, y redes multimodales con sentido nacional
3 Inversión extranjera directa Alta presencia de capital extranjero con débil regulación estratégica Captura de sectores estratégicos, nula transferencia tecnológica Reformular contratos, exigir contenido local, fomentar alianzas tecnológicas con visión soberana y autonomía industrial
4 Inserción regional Presencia limitada y sin capacidad de influencia Pérdida de liderazgo sudamericano y subordinación comercial Reformular contratos, exigir contenido local, fomentar alianzas tecnológicas con visión soberana y autonomía industrial

Considerando este panorama, la infraestructura portuaria representa una de las principales palancas geopolíticas para reposicionar al Perú como plataforma logística sudamericana. La entrada en operación del puerto de Chancay —concebido como un nodo multipropósito de conexión con Asia— representa una oportunidad única para transformar al país en un eje de integración bioceánica.[36] Este megaproyecto, junto al futuro puerto de Corío y los corredores logísticos hacia Brasil, deben ser vistos no solo como obras de infraestructura, sino como el punto de partida de una política de desarrollo territorial e inserción internacional.

El Perú podría convertirse en el principal canal de salida del comercio brasileño hacia el Asia-Pacífico, reforzando su posición como punto de conexión entre Sudamérica y las economías asiáticas.[37] Para aprovechar esta oportunidad, es fundamental que el país fortalezca la planificación estratégica, la regulación de la inversión extranjera y el desarrollo tecnológico, asegurando que la apertura comercial se traduzca en crecimiento sostenible, diversificación productiva y mayor autonomía económica.

Recursos Estratégicos como Base de una Autonomía Geoeconómica

El Perú cuenta con recursos estratégicos que constituyen una base fundamental para construir una autonomía geoeconómica sólida y sostenible. Sin embargo, esta potencialidad solo se consolidará si se acompaña de políticas complementarias, como la creación de zonas económicas especiales (zonas francas), parques industriales, incentivos fiscales inteligentes y, sobre todo, una estrategia nacional de desarrollo tecnológico.

La Tabla 6 presenta los principales recursos estratégicos del país, su relevancia geoestratégica actual, los riesgos asociados al modelo vigente y las líneas estratégicas propuestas orientadas a fortalecer la autonomía nacional.

Tabla 6. Recursos estratégicos como base de una autonomía geoeconómica

N.º Recurso Importancia geoestratégica actual Riesgo en el modelo vigente Línea estratégica para la autonomía nacional
1 Minerales Insumos clave para transición energética y tecnología global Explotación sin industria nacional ni control estratégico Clústeres industriales con contenido local y soberanía tecnológica
2 Agua y biodiversidad Recursos críticos frente a crisis climática y alimentaria Delitos ambientales y pérdida de control estatal Zonas protegidas con control institucional y gestión soberana
3 Ubicación geográfica Eje natural entre Sudamérica y Asia-Pacífico Desconexión territorial e infraestructura fragmentada Sistema logístico nacional con integración bioceánica soberana
4 Puerto de Chancay Eje natural entre Sudamérica y Asia-Pacífico Dependencia operativa y tecnológica externa Eje industrial y logístico con regulación y participación nacional

Este esfuerzo implica superar el discurso tradicional de “apertura comercial” y transitar hacia una lógica de “apertura estratégica”, donde la inversión extranjera esté condicionada a la generación de valor interno. En ese sentido, el Estado peruano debe exigir que los grandes proyectos —como los impulsados por China o por multinacionales europeas y norteamericanas— incluyan compromisos reales de industrialización interna. Esto significa instalar industrias transformadoras, fomentar clústeres productivos locales, impulsar la innovación tecnológica y asegurar mecanismos efectivos de transferencia de conocimiento.[38]

El desarrollo sostenible no llegará con más tratados ni con una liberalización comercial inercial, sino con una visión nacional que oriente esa apertura hacia objetivos estructurales: empleo de calidad, diversificación productiva, integración territorial y autonomía tecnológica. Apostar por una reinserción comercial sin estrategia ni industrialización es perpetuar el modelo extractivo; apostar por la gestión e innovación tecnológica guiará a una transformación productiva con visión geopolítica, asegurando la soberanía, progreso y bienestar de la nación en el nuevo orden mundial.

China en el Perú: Inversión Sí, Pero con Condiciones Estratégicas

China se ha convertido en el principal socio comercial del Perú, superando incluso a EE. UU. en términos de volumen de comercio bilateral. Esta relación ha sido clave para sostener el crecimiento económico durante los últimos años, especialmente a través de las exportaciones mineras.[39] Empresas chinas controlan importantes activos en sectores como minería, energía, infraestructura y telecomunicaciones, y han mostrado un creciente interés en ampliar su presencia en el país con megaproyectos como el puerto de Chancay.[40] Sin embargo, esta intensificación de los vínculos no ha estado acompañada por una política nacional clara que canalice dicha inversión hacia objetivos de desarrollo estructural y autonomía tecnológica. En este contexto, el Perú ha recibido capital, pero no necesariamente el soporte industrial ni el apalancamiento tecnológico necesarios para impulsar una verdadera transformación productiva ni el fortalecimiento institucional.

Es evidente que el país necesita Inversión Extranjera Directa (IED) para dinamizar sectores clave y cerrar brechas estructurales. No obstante, también es fundamental reconocer que toda inversión tiene implicancias geopolíticas. Una política de apertura comercial y de atracción de capitales no puede limitarse a crear condiciones de “facilidad” para el inversionista, sino que debe estar fundamentada en un proyecto nacional soberano que priorice el desarrollo interno, la generación de empleo calificado y la transferencia de tecnología.[41] En este sentido, China no debe ser vista ni como una amenaza ni como una tabla de salvación, sino como un actor más dentro del tablero global de alianzas que el Perú debe saber gestionar con autonomía estratégica y visión nacional. En este enfoque, lo deseable es una diversificación proactiva de vínculos económicos y tecnológicos con Asia, Europa, EE. UU. y otros bloques emergentes, evitando cualquier forma de dependencia estructural o subordinación geopolítica.

El Estado peruano tiene la responsabilidad de generar un marco jurídico e institucional para una apertura estratégica soberana, con reglas claras y estables, pero también con condiciones que aseguren beneficios tangibles y duraderos para el país. Esto implica, por ejemplo, establecer cláusulas de contenido local, fomentar alianzas público-privadas para la formación técnica, garantizar la participación nacional en proyectos logísticos y exigir compromisos concretos de desarrollo industrial.[42] El desarrollo nacional no puede depender de la buena voluntad del capital extranjero; debe impulsarse desde el interior, con planificación multisectorial, visión geopolítica y liderazgo político transformador. La inversión extranjera, incluida la china, es bienvenida siempre que respete los intereses soberanos del Perú y contribuya a la construcción de una economía más compleja, diversificada e integrada al mundo con autonomía.

Asimismo, instituciones estratégicas como Servicios Industriales de la Marina (SIMA), la Empresa de Servicios de Materiales de la Marina (SEMAN) y la Fábrica de Materiales de la Marina (FAME) deben asumir un rol más protagónico en la difusión de capacidades tecnológicas e industriales hacia el resto del aparato estatal, el sector académico y productivo.[43] Para evitar que sus desarrollos permanezcan como enclaves tecnocráticos desvinculados de la economía nacional, se requiere una política deliberada de articulación con universidades públicas, centros de investigación, programas técnicos y polos industriales regionales. Este ecosistema permitiría construir soberanía tecnológica nacional, generar empleo calificado, fortalecer el tejido industrial y sustentar una estrategia productiva con sentido geopolítico.

Seguridad Nacional, Defensa Estratégica y COT

Ningún proyecto de desarrollo nacional es viable en un entorno de inseguridad estructural. La seguridad, entendida como condición habilitante de la estabilidad política, la inversión y el desarrollo humano, debe ser considerada función estratégica del Estado y no un gasto prescindible. En las últimas décadas, el Perú ha enfrentado amenazas cada vez más complejas, como el COT, el Tráfico Ilícito de Drogas (TID), la minería ilegal, el contrabando, el terrorismo residual y los conflictos sociales inducidos, muchas veces articulados con redes externas o intereses ideologizados.[44] Estas amenazas no solo afectan zonas aisladas, sino que erosionan la legitimidad del Estado, debilitan su presencia territorial y distorsionan su economía. Sin una respuesta firme, articulada y sostenida, el país corre el riesgo de fragmentarse en espacios bajo dominio criminal o fuera del control soberano.

Para analizar las principales amenazas que enfrenta el Perú en materia de seguridad nacional y defensa estratégica, la Tabla 7 sintetiza los riesgos actuales, su impacto sobre el Estado, las limitaciones del enfoque vigente y los requerimientos estratégicos necesarios para fortalecer la soberanía nacional y promover el desarrollo sostenible del país.

Tabla 7. Seguridad, defensa y soberanía nacional

N.º Amenaza / Riesgo Impacto sobre el Estado Limitación actual del enfoque Requerimiento estratégico para la soberanía y desarrollo
1 Crimen organizado transnacional Fragmentación del territorio, captura institucional y violencia estructural Respuestas reactivas, sin planificación ni respaldo legal claro Estrategia integral de defensa territorial con articulación legal, militar e interinstitucional
2 Minería y tala ilegal Pérdida de recursos estratégicos, ecosistemas y legitimidad del Estado Escasa presencia estatal sostenida y débil articulación local Revalorizar el rol de las FFAA en zonas críticas junto a proyectos de desarrollo integral
3 Fronteras desprotegidas Ingreso del crimen organizado transnacional (COT), Grupos Armados Organizados Residuales (GAOR), Tren de Aragua y Comando Vermelho Sistema de defensa desconectado del control territorial y económico Reorientar el modelo defensivo hacia la protección de corredores logísticos y recursos fronterizos
4 Ausencia de Estrategia de Seguridad Nacional Falta de visión estratégica para anticipar amenazas híbridas Planeamiento inercial, sin articulación multisectorial Formular doctrina nacional de seguridad y defensa con base geopolítica y multisectorial

Para cumplir con estas funciones, resulta imperativo dotar a las FF. AA. de capacidades materiales, tecnológicas, logísticas y humanas acordes con los nuevos escenarios de amenaza.[45] En particular, el Ejército del Perú (EP), como componente fundamental de la protección de la dimensión terrestre y con presencia activa en todo el territorio nacional, requiere una transformación integral y profunda de sus capacidades. Bajo este planteamiento, no se puede exigir roles estratégicos sin proporcionar los recursos adecuados para cumplirlos. Sin presupuesto, ningún plan de modernización, profesionalización ni ampliación de capacidades podrá implementarse eficazmente.

La inversión en defensa debe dejar de ser vista como un gasto y entenderse como un componente esencial de la política de desarrollo. Países que han enfrentado desafíos similares, como Colombia o Israel, han logrado consolidar modelos de defensa nacional integrales gracias a la voluntad política y a presupuestos sostenibles en el tiempo. En el caso peruano, urge implementar la Política Nacional Multisectorial de Seguridad y Defensa Nacional (PNMSDN 2030), integrando a las FF. AA. dentro de los planes de desarrollo territorial, lucha contra el crimen organizado y protección de activos críticos.[46] La ecuación es clara: sin seguridad no hay inversión; sin inversión, no hay crecimiento; y sin crecimiento, no hay desarrollo.

En este marco, el EP debe concebirse no solo como una institución de defensa, sino como un actor estratégico del Estado moderno, comprometido con la estabilidad, la gobernabilidad y la soberanía nacional. Su rol no termina en la defensa territorial tradicional; debe expandirse hacia el liderazgo en contextos de amenaza híbrida, desinformación y vulnerabilidad sistémica.[47] La figura del militar moderno no puede limitarse al campo de batalla: debe ser un estratega, un planificador, un estadista, con visión geopolítica y un constructor de estabilidad y unidad nacional.

Ningún Estado que aspire a desarrollarse puede debilitar a sus FF. AA. sin pagar un alto costo en autonomía, seguridad y cohesión. La historia reciente demuestra que la neutralización, sometimiento o deslegitimación de las instituciones militares ha precedido al colapso de Estados enteros, generando vacíos de poder aprovechados por actores criminales, ideológicos o extranjeros.[48] En ese sentido, el fortalecimiento institucional del EP, como fuerza terrestre estratégica de despliegue nacional, debe entenderse como una decisión de supervivencia geopolítica, especialmente en una región marcada por tensiones, ilegalidades transfronterizas y rivalidades estratégicas en expansión.

Los intereses externos que buscan fragmentar territorios, capturar recursos o expandir su influencia en el hemisferio reconocen en las FF. AA. al principal obstáculo para sus fines.[49] Por ello, el liderazgo militar debe estar a la altura del tiempo histórico, formado no solo para la guerra, sino para el diseño del futuro nacional.[50] A su vez, todos sus comandos deben tener presente que los cargos son temporales, pero las instituciones son permanentes; y entre todas ellas, ninguna representa con mayor continuidad, identidad y soberanía que sus FF. AA. Pensar en el Perú como unidad geoestratégica implica defenderlo desde el interior de sus instituciones vitales. Fortalecerlas no es un acto militarista, sino una acción racional de supervivencia nacional.

La Educación como Herramienta de Poder y Liderazgo Estratégico

La educación no solo cumple una función instructiva o técnica dentro del aparato estatal; es, por encima de todo, un instrumento de poder nacional. A través del sistema educativo se construye la conciencia colectiva, se transmiten valores fundacionales, se consolida la identidad nacional y se proyecta la visión estratégica de una sociedad.[51] Cuando esta herramienta es débil, incoherente o está ideológicamente cooptada, se convierte en un factor de fragmentación social y desarticulación del proyecto nacional.[52] Por ello, ningún Estado que aspire a consolidar su soberanía interna y su autonomía internacional puede descuidar su política educativa.[53] La educación debe concebirse como un instrumento estratégico del poder nacional, debiendo formar ciudadanos comprometidos, dotados de pensamiento crítico, sólidos valores éticos y una clara conciencia de su rol en la defensa del país y en la construcción del futuro colectivo.

En el caso de Perú, persisten profundas brechas en cobertura, calidad, infraestructura y formación docente, lo que limita seriamente el desarrollo de capital humano calificado. Más allá de las limitaciones materiales, existe una amenaza silenciosa y de largo plazo: la penetración de narrativas ideologizadas en los espacios educativos, especialmente en la educación básica regular pública y en instituciones públicas superiores —y en algunas privadas— donde ciertos sectores promueven discursos ajenos, e incluso contrarios, al interés nacional.[54] Esta problemática debe abordarse con prudencia y equilibrio, garantizando la libertad de pensamiento, pero asegurando que el contenido educativo esté alineado con los principios constitucionales, la defensa de la unidad nacional y los valores democráticos. El Estado tiene el deber de evitar que el aula se transforme en un espacio de adoctrinamiento o agitación política; por el contrario, debe promover que sea un semillero de pensamiento estratégico, innovación y cohesión social.

Para ilustrar los principales retos y propuestas en este ámbito, la Tabla 8 sintetiza variables críticas, situación actual, obstáculos para la autonomía estratégica y estrategias propuestas.

Tabla 8. Educación, liderazgo y construcción de capacidades estratégicas

N.º Variable crítica Situación actual Obstáculo para la autonomía estratégica Estrategia propuesta
1 Sistema educativo nacional Baja calidad, ideologización y desconexión con el interés estratégico del país Débil formación en ciudadanía, cuadros técnicos, líderes geopolíticos y estadistas Reforma educativa con enfoque en soberanía, innovación, identidad y visión geoestratégica
2 Liderazgo político-técnico Escasa formación estratégica, improvisación y visión cortoplacista Captura institucional y ausencia de conducción multisectorial Formación de élites con pensamiento de Estado en defensa, desarrollo y seguridad
3 Rol de las FFAA en educación Infrautilización de sus capacidades formativas a nivel estratégico Reducción al ámbito operativo sin articulación nacional Convertirlas en polos de formación estratégica nacional con visión multisectorial
4 Narrativa nacional Fragmentada, influida por agendas externas y falta de dirección cultural Pérdida de cohesión interna, identidad e identificación nacional y sentido de proyecto-país Reconstrucción de narrativa nacional basada en unidad, soberanía y desarrollo productivo

Al mismo tiempo, es indispensable consolidar la formación de líderes civiles y militares con visión geopolítica, ya que el desarrollo nacional no solo depende de buenos técnicos, sino de estrategas capaces de pensar el país como enclave de poder, seguridad, desarrollo y soberanía. La formación de líderes en todos los niveles del Estado —incluyendo las FF. AA.— debe ser parte de una estrategia educativa integral de largo plazo, donde las instituciones castrenses se fortalezcan como escuelas de conducción estratégica al servicio de la nación.[55] El liderazgo político no puede seguir siendo improvisado o basado únicamente en carisma mediático; debe sustentarse en conocimiento, planificación y responsabilidad de Estado.[56] Por ello, las FF. AA., los centros de estudios superiores, las escuelas de gobierno y los organismos públicos deben coordinar y articular esfuerzos para formar líderes con capacidad de conducción multisectorial.

En consecuencia, la educación debe ser concebida como una capacidad estratégica del Estado, no solo como un servicio público. Mediante este proceso se forjan liderazgos, se transmite la identidad nacional, se consolida la cohesión interna y se forma la visión de futuro. Para enfrentar los desafíos de un mundo geopolíticamente fragmentado, el Perú necesita un sistema educativo alineado con sus intereses permanentes.[57] La formación de cuadros estratégicos —civiles y militares— con pensamiento de Estado, visión geopolítica y vocación de servicio nacional debe convertirse en una prioridad. Instituciones como las Fuerzas Armadas, las escuelas de gobierno, las universidades públicas y los centros de estudios superiores deben asumir ese desafío, articulando conocimientos, valores y capacidades orientadas a un proyecto nacional integral y soberano.

A partir de este análisis, es posible identificar distintos escenarios estratégicos futuros para el Perú en el marco del reordenamiento mundial. Estos escenarios están condicionados por las decisiones que adopte el Estado respecto a su modelo de desarrollo, inserción internacional, capacidad institucional y conducción política. La Tabla 9 sintetiza estas posibles trayectorias y sus implicancias para la soberanía, la estabilidad y la proyección del país en el sistema internacional.

Tabla 9. Escenarios estratégicos futuros para el Perú: liderazgo, educación y proyección nacional

N.º Escenario estratégico Condiciones y decisiones clave Implicancias para la soberanía, estabilidad y proyección nacional
1 Liderazgo estratégico y educación alineada Formación de élites civiles y militares con visión geopolítica; articulación entre FF. AA., universidades y escuelas de gobierno; sistema educativo orientado a intereses nacionales Fortalecimiento de la soberanía, mayor estabilidad interna, proyección regional y global del país
2 Continuidad de modelos fragmentados Falta de articulación entre sectores; liderazgo político improvisado; educación desvinculada de la estrategia nacional Vulnerabilidad ante presiones externas, inestabilidad política, pérdida de autonomía y menor protagonismo internacional
3 Reformas parciales y liderazgo tecnocrático Mejoras técnicas sin visión estratégica; énfasis en gestión pero sin integración multisectorial ni perspectiva geopolítica Avances limitados en desarrollo, persistencia de brechas estructurales, escasa capacidad de incidencia internacional
4 Dependencia de modelos externos Adopción acrítica de paradigmas foráneos; subordinación a intereses externos en educación y liderazgo Pérdida de soberanía, aumento de la dependencia, debilidad institucional y riesgo de irrelevancia estratégica

Conclusiones

El mundo contemporáneo atraviesa una transición geopolítica crítica, caracterizada por equilibrios de poder volátiles, alianzas cambiantes y amenazas multidimensionales. En este contexto, el Perú no puede permitirse la ausencia de una doctrina geopolítica nacional articulada, multisectorial y orientada al largo plazo. La carencia de una estrategia coherente debilita la capacidad del país para responder a amenazas externas y, al mismo tiempo, incrementa los riesgos internos, perpetuando una situación de dependencia estructural en el sistema internacional. La geopolítica debe concebirse no como un discurso académico o castrense, sino como una herramienta operativa para planificar el poder nacional desde un enfoque integral, pragmático y prospectivo.

El Perú enfrenta una encrucijada histórica: permanecer atrapado en modelos extractivos, reactivos y subordinados, o avanzar hacia un desarrollo sustentado en la autonomía decisional, soberanía tecnológica, integración territorial y seguridad multisectorial. Esta transición requiere una decisión política firme que replantee el Estado, modernice sus instituciones y coloque la inteligencia estratégica y la anticipación geopolítica como bases del planeamiento nacional. En este sentido, el fortalecimiento del aparato de defensa, especialmente del EP, constituye una coalición estructural para garantizar la gobernabilidad, proteger recursos críticos y proyectar al país como un actor estratégico en Sudamérica.

Desde una mirada orientada al futuro, construir una visión geopolítica nacional implica reconocer que los escenarios venideros no se definen únicamente en bolsas de valores o cancillerías, sino en aulas, centros de innovación, laboratorios y espacios de formación de líderes. En consecuencia, la educación debe situarse al servicio de un proyecto nacional integrador y soberano, resguardando la independencia frente a agendas ideologizadas o presiones externas. El liderazgo civil y militar requiere concebirse con lógica de Estado, alineado con los intereses permanentes del país, y no como prolongación de proyectos partidarios o intereses corporativos.

La soberanía se ejerce también en el ámbito del pensamiento y en la conducción institucional. En esta dimensión, el Perú está llamado a reposicionarse mediante inteligencia estratégica, coherencia institucional y voluntad transformadora. No se trata de competir en poder con las grandes potencias, sino de definir con claridad el rol nacional en el nuevo orden global y construir las capacidades necesarias para desempeñarlo con dignidad, visión y firmeza. En este sentido, la geopolítica debe consolidarse como cultura de Estado, política pública estratégica de carácter sostenible y de largo plazo, así como una doctrina viva para el desarrollo soberano e integral de la nación.

Notas finales:

  1. Jonnathan Eduardo Pérez Piña, Breves consideraciones geopolíticas y geoestratégicas: la nueva rivalidad entre la potencia marítima y la potencia continental (La Plata: Instituto de Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de La Plata, 2020), https://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/103965.
  2. Érika M. Rodríguez Pinzón, «Competencia geopolítica, regionalismo y multilateralismo. Relanzar las relaciones entre América Latina y la Unión Europea”, 2022, 67–123, https://docta.ucm.es/rest/api/core/bitstreams/4cd30c47-c382-42c1-a8f2-e24bf27e38f5/content#page=66.
  3. Mary Kaldor, Guerras nuevas y antiguas: violencia organizada en una era global (Barcelona: Tusquets Editores, 2001).
  4. José María Luque Juárez, Los nuevos conflictos bélicos del siglo XXI: las amenazas híbridas (tesis doctoral, Universidad Católica San Antonio de Murcia, 2019), http://hdl.handle.net/10952/4239.
  5. Erwin Fernando Álvarez Aguilar, «Comprensión y aplicación práctica del concepto de orden mundial», Seguridad y Estrategia 1, no. 3 (2023): 20–30, https://site.inees.gob.gt/wp-content/uploads/2023/03/Revista_INEES_2023.pdf.
  6. Edgar Talledos Sánchez, “De la geografía política clásica a la geopolítica crítica”, Tlalli. Revista de Investigación en Geografía, no. 1 (2019), https://revistas.filos.unam.mx/index.php/tlalli/article/download/384/2336/5635.
  7. Miguel Madueño Álvarez, “El Ártico a la luz de las grandes teorías geopolíticas”, Geopolítica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder 14, no. 2 (2023): 241–265, https://hdl.handle.net/10115/30101.
  8. Alonso Molina Alcolea, «Si vis pacem, para bellum: Geopolítica y los conflictos actuales», Alejandría: Revista de estudiantes y doctorandos de Historia y Arte, no. 3 (2024): 39–56, http://hdl.handle.net/10201/152781.
  9. Juan Manuel Fernández Gauto, Hacia el desarrollo de una Fuerza de Despliegue Rápido Conjunta en el mediano plazo y la integración de las capacidades multidominio, (Buenos Aires: Escuela Superior de Guerra Conjunta de las Fuerzas Armadas, 2023), https://cefadigital.edu.ar/handle/1847939/2960.
  10. Karla Paola Flores Lónez, El smart power aplicado en la política exterior de la República Popular China hacia América Latina (2013–2015), tesis de licenciatura, Universidad de Quintana Roo, Chetumal, 2021, http://hdl.handle.net/20.500.12249/2901.
  11. Zbigniew Brzezinski, El gran tablero mundial: la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, trad. Laura Paredes (Barcelona: Paidós, 1997).
  12. Camila Abbondanzieri, El mundo visto desde América Latina: Una revisión de los conceptos básicos de las relaciones internacionales (2025), https://www.jstor.org/stable/27359459.
  13. Paloma Gómez del Miño, «Los BRICS en el sistema internacional: Ampliación, multipolaridad y alineamientos», Revista Española de Derecho Internacional 76, no. 1 (2024): 45–75, https://doi.org/10.36151/REDI.76.1.3.
  14. María Elena Álvarez Acosta, “La reconfiguración de los actores y las alianzas en el Oriente Medio: ¿geopolítica en transición?”, Revista Política Internacional 6, no. 1 (enero–marzo 2024): 8–19, https://zenodo.org/records/10391543.
  15. Joaquín Dias Aguilar, La instrumentalización del RCEP como política exterior de China en el marco de su competencia estratégica en el Asia Pacífico entre el 2013 y el 2023 (Lima: Universidad San Ignacio de Loyola, 2024), https://repositorio.usil.edu.pe/bitstreams/37dca400-b305-4b34-9999-d3042140bc23/download.
  16. María Alejandra Santos Barón, “El conflicto entre Rusia y Ucrania: una guerra de quinta generación”, Opera, no. 35 (julio–diciembre 2024): 37–61, https://doi.org/10.18601/16578651.n35.03
  17. Joselyn Diana Chiriboga Aguilar, Estrategias geopolíticas utilizadas por Estados Unidos, Rusia y China para el control de la zona ártica durante el siglo XXI (tesis de licenciatura en Relaciones Internacionales, Universidad San Ignacio de Loyola, Lima, 2024, https://hdl.handle.net/20.500.14005/14969.
  18. Comisión Europea, Dirección General de Comunicación, “Hoja de ruta para eliminar por completo la dependencia de la UE de la energía rusa”, 6 mayo de 2025, https://commission.europa.eu/news/roadmap-fully-end-eu-dependency-russian-energy-2025-05-06_es.
  19. Santiago Molfino, “BRICS: apuntes e interrogantes desde el desorden global”, Cuadernos de Política Exterior Argentina, no. 140 (2024), https://doi.org/10.35305/cc.140.213.
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  22. Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Plan Estratégico Institucional 2025–2030 (Lima: Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 2025), https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/7866897/6623360-pei-2025-2030-version-accesible.pdf.
  23. Cristian Paul Herrera Barros, El rol de los gobiernos progresistas en los procesos de integración regional de América del Sur: casos de Ecuador–Bolivia 2007–2018, tesis de maestría en Relaciones Internacionales, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO Ecuador, Quito, octubre 2024, http://hdl.handle.net/10469/21790.
  24. Octavio Alonso Solórzano Tello y Teresa de Jesús Portador García, “Políticas migratorias en América: migración y desplazamiento forzado, derechos humanos, seguridad humana y violencia”, Revista Relaciones Internacionales 6, no. 2 (2024): 55–99, https://revistas.ues.edu.sv/index.php/reinter/article/view/2928.
  25. Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), “Situación de Venezuela”, ACNUR, s. f., consultado el 16 julio de 2025, https://www.acnur.org/emergencias/situacion-de-venezuela.
  26. Ernesto Bernal Martínez y Erika Soliz Cuevas, Pobreza multidimensional y pobreza monetaria en Bolivia, Development Research Working Paper Series, no. 1/2025 (La Paz: Institute for Advanced Development Studies [INESAD], enero 2025), https://www.econstor.eu/handle/10419/311642.
  27. Pascal Drouhaud, “Donald Trump y el continente latinoamericano”, Revista Con‑Secuencias, no. 10 (enero–abril 2025): 37–47, https://revistacon-secuencias.com/index.php/rcs_sv/article/view/82/115.
  28. Will Freeman, “La peligrosa obsesión de Trump con el canal de Panamá”, The New York Times en Español, 24 mayo de 2025, https://www.nytimes.com/es/2025/05/24/espanol/opinion/trump-canal-panama-estados-unidos.html.
  29. Enrique Javier Cornejo Ramírez, Repensando el Estado en el siglo XXI: Reflexiones sobre gestión pública y transformación del Estado en el Perú (Huancayo: Universidad Continental, Fondo Editorial, 2024), https://repositorio.continental.edu.pe/handle/20.500.12394/14484.
  30. Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN), Observatorio Nacional de Prospectiva, “Geopolitización de recursos estratégicos”, 2023, https://observatorio.ceplan.gob.pe/ficha/r32_2023.
  31. Observatorio de Complejidad Económica (OEC), Peru Country Profile 2023, consultado el 16 julio de 2025, https://oec.world/es/profile/country/per.
  32. MiningPress, “Perú prepara dos proyectos de litio entre Puno, Moquegua y Cusco”, MiningPress, s. f., consultado el 16 julio de 2025, https://miningpress.com/nota/363830/peru-prepara-dos-proyectos-de-litio-entre-puno-moquegua-y-cusco.
  33. Jorge Lescano Sandoval, Lucía Emperatriz Valdéz Sena, Manuel Rimarachin Lobo, y Fernando César Acosta Vidal, “Propuesta de conectividad territorial de corredores transandino, amazónico y altiplánico en el norte, centro y sur del Perú”, Brazilian Journal of Animal and Environmental Research 8, no. 1 (2025), https://doi.org/10.34188/bjaerv8n1-045.
  34. Omar Narrea, Agenda 2030. La minería como motor de desarrollo económico para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 8, 9, 12 y 17, documento de política, Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES) y Universidad del Pacífico, Lima, septiembre de 2018, https://www.up.edu.pe/egp/Documentos/agenda_2030_la_mineria_como_motor_de_desarrollo_economico_para_el_cumplimiento_de_los_ods_89_12_y_17.pdf.
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  39. Gonzalo Andrés Ramírez Quispe y Wilder Cruz Soto, “Exportación de cobre, diversificación económica y crecimiento económico: Una revisión”, LATAM. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades 5, no. 5 (2024): 560–581, https://doi.org/10.56712/latam.v5i5.2628.
  40. Antonio Jiménez Sánchez, Inversiones mineras chinas en Perú y Chile: oportunidades y desafíos en una perspectiva comparada, tesis de investigación para optar el título de segundo nivel diplomático, Academia Diplomática del Perú “Javier Pérez de Cuéllar”, Lima, 2024, http://repositorio.adp.edu.pe/handle/ADP/254.
  41. Adriana María Ingaruca Obando, Desafíos y oportunidades de la integración económica de América Latina para la proyección de la política exterior del Perú en el Asia Pacífico, tesis de investigación para optar el título de segundo nivel diplomático, Academia Diplomática del Perú “Javier Pérez de Cuéllar”, Lima, 2024, http://repositorio.adp.edu.pe/handle/ADP/255.
  42. Óscar Maurtua de Romaña, “Análisis geoeconómico del Puerto Hub de Chancay: desafíos y oportunidades”, Revista Peruana de Derecho Internacional 74, no. 177 (2024): 25–58, https://doi.org/10.38180/rpdi.v74i177.632.
  43. Infodefensa.com, “SIMA, FAME y SEMAN, las tres empresas que dan músculo a la industria de defensa peruana”, 24 de mayo de 2025, https://www.infodefensa.com/texto-diario/mostrar/5290594/sima-fame-seman-tres-empresas-dan-musculo-industria-defensa-peruana.
  44. Manolo Eduardo Villagra, “Amenazas contemporáneas, los roles de las fuerzas armadas y su integración con la sociedad”, Pensamiento Conjunto 10, no. 1 (2022): 14, https://pensamientoconjunto.com.pe/index.php/PC/article/view/105.
  45. Manolo Eduardo Villagra, “La imperiosa necesidad de modernizar las Fuerzas Armadas del Perú: un análisis estratégico”, Pensamiento Conjunto 12, no. 2 (2024): 14, https://pensamientoconjunto.com.pe/index.php/PC/article/view/151.
  46. Carlos Asenjo Lizárraga, “Preparación de la Política Nacional Multisectorial de Seguridad y Defensa Nacional al 2030 del Perú ante amenazas de transformación digital y guerras híbridas”, Revista Seguridad y Poder Terrestre 3, no. 1 (2024): 57–72, https://doi.org/10.56221/spt.v3i1.47.
  47. Manolo Eduardo Villagra, “La imperiosa necesidad de modernizar las Fuerzas Armadas del Perú: un análisis estratégico”, Pensamiento Conjunto 12, no. 2 (2024): 14, https://pensamientoconjunto.com.pe/index.php/PC/article/view/151.
  48. John Griffiths Spielman y Juan Pablo Toro Bórquez, Desafíos para la seguridad y la defensa en el continente americano 2020–2030 (Santiago de Chile: AthenaLab, 2020), https://athenalab.org/wp-content/uploads/2020/12/libro_FFAA_athenalab.pdf.
  49. Katerin Martínez Palacio, El liderazgo y la capacidad gerencial: medios esenciales para lograr y defender la seguridad nacional, trabajo de investigación de maestría, Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto”, Bogotá, 2024, https://hdl.handle.net/20.500.14205/11233.
  50. Manolo Eduardo Villagra, “Una aproximación a la ética militar en el Ejército del Perú”, El Investigador. EMCH 8, no. 9 (2021): 43.
  51. Luis Enrique Valdés Vallejos y Francisco Piñón Pérez, “Conciencia histórica y proceso de enseñanza-aprendizaje de la historia. Una revisión necesaria”, Debates por la Historia 11, no. 1 (2023): 85–113, https://doi.org/10.54167/debates-por-la-historia.v11i1.1044.
  52. Manolo Eduardo Villagra, “La educación y el proceso de concientización de la seguridad y defensa nacional”, Revista Científica Seguridad y Desarrollo 2, no. 2 (2024), https://doi.org/10.58211/syd.v2i2.19.
  53. Argenis Riera, “Relación entre la política, el Estado y la educación para la vida”, Revista Honoris Causa 16, no. 1 (2024): 184–195, https://revista.uny.edu.ve/ojs/index.php/honoris-causa/article/view/413.
  54. José Alejandro Gamarra Carranza, “Movadef: radicalismo político y relaciones intergeneracionales”, Revista Argumentos 6, no. 5 (noviembre de 2012), Instituto de Estudios Peruanos, http://www.revistargumentos.org.pe/movadef_radicalismo_politico.html.
  55. Manolo Eduardo Villagra, “La educación y el proceso de concientización de la seguridad y defensa nacional”, Revista Científica Seguridad y Desarrollo 2, no. 2 (2024), https://doi.org/10.58211/syd.v2i2.19.
  56. Martín Cruz, Rolando Cortez y Alfredo Morales, “El necesario y urgente ‘golpe de timón’ de la gestión pública en el Perú”, Apuntes. Revista de Ciencias Sociales 51, no. 96 (2024), https://doi.org/10.21678/apuntes.96.1913.
  57. Manolo Eduardo Villagra, “Educación en seguridad y defensa nacional: estrategias para una concientización efectiva”, Revista Científica Seguridad y Desarrollo 3, no. 1 (2025), https://doi.org/10.58211/syd.v3i1.40.

 

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Las ideas contenidas en este análisis son responsabilidad exclusiva del autor, sin que refleje necesariamente el pensamiento del CEEEP ni del Ejército del Perú

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